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la normativa lo prohibe

Malos tiempos para el guarapo: ya no se puede vender zumo de caña de azúcar en el Mercado Central

  • Fotos: EVA MÁÑEZ
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Jalil fue el protagonista de uno de los artículos de Guía Hedonista más leídos de 2019. Su flamante máquina para elaborar zumos de caña de azúcar se convirtió en un reclamo irresistible en la ciudad; sobre todo entre la comunidad latina, que encontró en este puesto del Mercado Central su particular magdalena de Proust. “He visto a gente llorar al probar el zumo, porque les trasladaba mentalmente a su país de origen, que llevan años sin visitar”, asegura este tendero jordano de origen palestino.

Se escribieron más artículos en la prensa; se pasaron cámaras de televisión por su puesto, Narig Fruitland. “La noticia corrió como la pólvora -recuerda con entusiasmo-. Ha venido gente de Almería, Denia, Sagunto o Valladoild preguntando por el zumo. Durante unos meses, fue una locura”. El negocio iba tan bien -facturaba entre 2.500 y 3.000 euros al mes solo con los guarapos-, que Jalil empezó a agrandar sus horizontes. Comunicó a su proveedor local de caña de azúcar ecológica -una cooperativa eco-social radicada en la huerta de Paterna- que preveía aumentar sus necesidades de abastecimiento a una tonelada mensual de caña. En consecuencia, su proveedor amplió también la superficie de cultivo, plantando 5.000 cañas adicionales, que en cuestión de meses se convertirían en 20.000. Ahora mismo, este cañar -que ya rebasa los 2,5 metros de altura- se ha quedado huérfano.

El pasado 15 de julio, apenas unas semanas después de salir de un ERTE que mantuvo cerrado el negocio durante el confinamiento, Jalil recibió la respuesta de la Concejalía de Comercio a una solicitud de permiso que había tramitado para utilizar su máquina eléctrica de zumos de caña de azúcar, y de paso también para incorporar una fuente de chocolate para bañar pinchos de fruta troceada. Pero se le denegó la autorización para ambos servicios. La principal razón esgrimida por el Ayuntamiento hace referencia a la Regulación de Mercados de Distrito, que prohíbe elaborar o transformar alimentos en los puestos de venta “y promover situaciones de consumo delante de los mismos que den lugar a confusión con actividades hosteleras o de restauración”.

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