Se nota la química entre Raúl Aleixandre y José Miralles. Se percibe respeto y admiración. Son viejos amigos que se conocen desde mucho antes de que ambos empezaran a triunfar en el sector de la hostelería. Bromean sobre el origen de cada uno. El Grao –Raúl– y El Cabanyal –José– se rozan, pero cada barrio tiene lo suyo, aunque a ambos les una el carácter marinero. Raúl va a estar al frente de la cocina de MIMAR, el nuevo proyecto de José Miralles y su hermana María Ángeles, en lo que hasta hace muy poco ha sido Brassa de Mar. Un doble salto mortal que apuesta por el producto, en un local con diseño de Francesc Rifé. En la conversación, hablamos de Ca Sento y Raúl y José dejan leer entre líneas que algo traman alrededor del que fue uno de los restaurante que dejó más poso en la gastronomía nacional.
– Os conocéis de siempre, pero ¿cómo se unen en este momento vuestros caminos?
J: Nos conocemos de la infancia, de toda la vida. Yo he conocido a sus padres, a su hermano Marcos, de la época de mucho antes de cuando Ca Sento llegó a considerarse el mejor restaurante de Europa. Lo conozco bastante tiempo. Ha sido una conexión de la vida. un encuentro no buscado, algo bastante casual. Después de una café con Raúl, se alinearon los planetas y mientras que yo iniciaba el proyecto MIMAR y Raúl terminaba otro proyecto que tuvo anteriormente, surgió la posibilidad de poder ofrecer a mi amigo,–y para mi el mejor cocinero que tiene nuestra tierra– la posibilidad de hacerse cargo de este proyecto tan de producto y tan de mar. Creo que justamente nos ha llegado a los dos en el momento más equilibrado de nuestra trayectoria. Cada uno en lo suyo. En la mía empresarial y en la de él como chef.
R: Nos costó cinco minutos. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y no hay nada que no sepamos el uno del otro. Cada uno hemos llevado nuestro camino, pero quedamos a tomar un café y al dia siguiente estabamos aquí. Él me explicó lo que quería hacer, y yo le dije, mañana hablamos. Eso fue por la tarde, 12 horas después, ya lo habíamos decidido. .
J: Es un flechazo que viene de la infancia. En nuestro momento de madurez nos ha llegado el formar parte de un equipo, en el más maduro de nuestras trayectorias… Hemos pasado nuestros baches, nuestros problemas en la vida, pero creo que para este proyecto tan importante que es MIMAR, bajo mi rama empresarial, considero que no hay ninguna persona mejor para ser el comandante de esta nave como este cocinero que es el que mejor mima al producto de nuestro país.
R: Hay muchas cosas que ya tenemos avanzadas. Nos conocemos y solo con una mirada ya sabemos lo que quiere decir el otro. Eso es algo muy importante cuando estás montando algo.
– Raúl, naciste y te criaste en El Grao, tu identidad es marinera 100% ¿Te sientes más a gusto cocinando al lado del mar que en el centro de la ciudad?
R: Yo siempre he dicho que me siento más a gusto en el mar que, con todo el respeto del mundo, en la gran vía, porque he nacido allí y porque estoy en mi casa, en mi terreno, viendo el mar. Por supuesto que me siento más cómodo aquí que en Peris y Valero. Uno siempre acaba haciendo cocina de donde es. Uno acaba siempre volviendo a casa.
– Tu nombre va a estar siempre vinculado a Ca Sento, un restaurante que tuvo una enorme influencia sobre el resto de la alta hostelería en la ciudad ¿Cuánto crees que le debe la gastronomía valenciana al restaurante de tu familia?
R: Yo no creo que nadie le deba nada a nadie. Lo que es verdad es que hay cosas que suceden en un momento determinado, en un lugar determinado y solo pueden pasar en ese momento. Como ha pasado en El Bulli y en muchos otros sitios. Era el momento que era, y de la forma que era. Las cosas no pasan por casualidad. Ca Sento tuvo una época dorada y hay que ser realista, pero ya pasó y ahora entramos en otra dinámica porque los tiempos han cambiado, y también nosotros hemos cambiado.
J: En nuestra primera charla después de nuestro encuentro, evidentemente Ca Sento salió a relucir.
R: ¿Quieres decirlo tú o yo?
J: No lo voy a decir. Solo voy a decir que a Ca Sento nunca hay que olvidarlo. Hay que mantenerlo, recordarlo y dejo una frase en puntos suspensivos… Te he hablado de pasado, te he hablado de presente y te hablo del futuro en puntos suspensivos… Eso se queda en el aire. El futuro está por descubrir, pero sin olvidar nunca el pasado.