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Muerte

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La muerte es el triste final de los árboles cuando se cortan. La muerte lenta de una parra cuando se azufra y se le estrecha su vida: su savia, su verde, su ilusión. A través de los venenos.

Viñas decididas, suelos explotados. Mucha química y mucha muerte. Caer del precipicio sin que nadie te sostenga. Muerte. Ansiedad, temblores inocentes. Muerte. Tembleque, una voz que no puede expulsar su último aliento. Muerte.

Un hilo de seda enganchado a sus pesares. Una foto que se queda en un momento: es solo tu recuerdo. Es lo que queda, solo tu recuerdo. La obsesión, el nervio, la templanza. El miedo. El más grande los miedos: La nada.

Sobrevivir, respirar, caducarse. Saber morir, esperar, enterrarse.

Antefuturos, agarrados a un atisbo de creencia. Seres de otra era intuyendo los vestigios del pasado. La muerte de un momento, la muerte de la vida: levaduras, bichitos, gente. Niños, niñas. Es el polvo que las mata. A las malas. A inocentes que son muertos. A lo micro. A la biota.

Obsesión, presión, perdición. Muerte.

El viento detenido, la pausa infinita del tiempo. Muerte. Tristeza, descanso eterno, tus venas que ya no siento. Muerte. Desconocimiento en lo creído, volar al más allá. Muerte. Escalofríos que se cortan de repente. Muerte. Dormir para siempre, profundamente. Muerte.

Más miedo. La diosa del arrastre, los descartes. Aprovechar este momento, este suelo debajo del suelo. Esta mar. Este océano. Agua y vida. Miedo. A tumbarse y no levantarse. A cerrar los ojos y nunca más abrirlos, a ese corazón que deja de latir.

Ayuda. Vino dulce, amargo. Vinos de misa. Dios, sálvame.

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