La antigua Tarraco fue una de las urbes más importantes del Imperio Romano. Pocas ciudades pueden presumir de tener una relevancia a nivel histórica y cultural tan grande como Tarragona, con ese solemne anfiteatro que ha sobrevivido en el tiempo. Nosotros los sabíamos y fue a principio de año cuando el hype por Tarragona creció a niveles insospechados.
¿La razón? Que fue una de las ciudades elegidas por el todopoderoso New York Times. La publicación estadounidense, lanza su ya famosa lista '52 Places to go in 2023'. Entre destinos tan exóticos como Kerala o Bután, se colaron dos ciudades españolas, Madrid y Tarragona. La primera ya sabemos que está a la alza en todo lo que a turismo se refiere y la segunda, bien merece estarlo, porque viviendo a veces a la sombra de Barcelona, aquí se lo han ganado por derecho propio.
Está a apenas dos horas y media en coche desde València y ¿quién no necesita escaparse de vez en cuando? Prepara una maleta porque nos vamos a conocer a la niña bonita de la Costa Daurada.
La ciudad de la salsa romesco es también de costumbres culinarias arraigadas
Tras un paseo para conocer todos los vestigios romanos de la única ciudad Patrimonio de la Humanidad de Cataluña, vamos a dedicarnos a lo que más nos gusta en esta casa, el hedonismo. Y aquí lo vamos a practicar en materia gastronómica. ¿Sabías que fue aquí, concretamente en el barrio marinero de Serrano, donde se inventó la salsa romesco? Sí, esa en la que mojas calçots en esta época como si no hubiese un mañana. Antaño sirvió como aderezo al pescado guisado por los pescadores del barrio. De ahí surgió uno de sus platos más famosos, el homónimo romesco, un guiso de pescado con esta salsa a base de pimiento choricero, ajo y avellanas.
El barrio marinero es también en lugar perfecto para probar todos estos guisotes marineros. Y se hace en restaurantes como el reconocido Cal Joan, un lugar donde se rinde homenaje a la cuina marinera y tradicional, Xaloc en primera línea de mar con vistas a los barcos amarrados en el puerto, donde preparan la receta clásica con rape, mejillones, cigala y patatas o La Xarxa, un espacio familiar, que ha pasado de padre a hijo y en el que es el propio padre el que sigue faenando con su barca para traer lo mejor del mar a la mesa. En todos ellos preparan también fantásticos arroces.
¿Más costumbres culinarias tarraconenses? La hora del vermut. Cómo para no serlo, siendo esta y la vecina Reus, una de las cunas del vermut en el país. La tradición de 'fer el vermut' los domingos es algo de lo más arraigado aquí y lo sirven perfecto en La Vermutería del Fórum. Allí entre ruinas romanas, puedes pedirlo por vasos o botellas y acompañarlo de las que muchos dicen que son las mejores bravas de la ciudad, con una salsa secreta que guardan bajo llave.
¿Otro imprescindible? Los esmorçars de forquilla. Y en base a esto, aquí se ha constituido un verdadero templo en la Parte Baja de la ciudad, el Bar Cortijo. Diligentemente regentado por los hermanos Masegosa, cada día son decenas los que se acercan allí para empezar el día de la forma más contundente. Y lo hacen a base de escabeches, tortillas, cazuelas de carne, callos con garbanzos, caracoles y hasta un romesco con pies de ministro. Todo ello regado por una de las tendencias al alza en esta ciudad, los vinos naturales.