
VALENCIA. El inesperado anuncio realizado este jueves por el president de la Generalitat, Alberto Fabra, de que está valorando la reapertura de Ràdio Televisió Valenciana (RTVV) tan solo un año después de haberla cerrado de forma abrupta, es el último episodio de una serie de decisiones que tienen un eje común: la concepción de los medios de comunicación públicos como un aparato de propaganda del gobierno de turno.
Solo de esta forma se puede entender que la Generalitat y la Diputación de Valencia se estén precipitando, a seis meses de las elecciones autonómicas y locales y después de haber cerrado Canal 9, a contar con una ventana en la que poder reforzar sus respectivas candidaturas ante el electorado.
No es un asunto menor. De hecho, más que la propia quiebra económica de RTVV (cuando no su saqueo), lo que realmente degradó la televisión pública valenciana fue su uso y abuso como instrumento político. La manipulación a la que se vieron sometidos sus informativos practicamente desde el momento de su fundación hace 25 años ha sido traumática para la cohesión de la sociedad valenciana. Y esa idea de que la televisión y la radio públicas deben estar al dictado del Consell es la clave de un modelo insostenible económica y socialmente.
Pero lejos de asumir ese error y plantearse el impulso de unos medios de comunicación públicos solventes económicamente e independientes profesionalmente (el modelo británico), los políticos valencianos en el poder prefieren insistir en la vieja idea de la manipulación. Solo así se explica que la Diputación de Valencia haya decidido montarse su propia televisión a mayor gloria del presidente regional del partido, Alfonso Rus.
Fracasados los intentos de que TVE ampliara las desconexiones regionales para la Comunitat Valenciana, Alberto Fabra no sabe cómo vender su acción política en los grandes medios. En el hipotético caso de que el presidente piense que realmente puede reabrir RTVV, lo cierto es que el anuncio de este jueves no parece responder a la voluntad de crear un medio de comunicación público ya que nada ha cambiado en la situación económica de la Generalitat respecto a hace un año. Si entonces no se podía, ahora tampoco.
Solo la iniciativa de Rus y la cercanía de las elecciones con una perspectiva negativa en los sondeos puede explicar este súbito cambio de discurso sobre RTVV en el president Fabra. Y en ninguno de esos dos argumentos parece haber más que la voluntad de contar para uso partidario con una máquina de propaganda financiada con fondos públicos. Un modo muy particular de gestionar lo público que los ciudadanos ya creían haber dejado atrás.