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El PP, camino de la derrota en la Comunidad Valenciana

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"En el PP interpretan que, mientras la izquierda no se movilice en torno al principal partido de la oposición, les bastará con asegurar a su electorado más fiel..."

VALENCIA. Una encuesta. Queremos una encuesta. Funcional, modesta, pero elaborada con profesionalidad. Una encuesta que nos permita medir qué está pasando en la Comunidad Valenciana. Si lo que parece que está pasando es real o no. Por "lo que está pasando" me refiero a la hegemonía del PP en la Comunidad Valenciana. Una hegemonía que se ha mantenido sólida durante años en términos electorales, ideológicos y también (sobre todo) sociales, pero que ahora, según todos los indicios, hace aguas por todas partes.

Ya avisó la encuesta publicada por el diario El País con motivo del Nou d'Octubre: en aquel momento, el PP ya no conseguía la mayoría absoluta, y no podría gobernar ni siquiera con el hipotético apoyo de UPyD. Semanas después, un esperpéntico acto de reafirmación electoral disfrazado de sociedad civil valenciana constató algo insólito: que el PP necesitaba tocar a rebato a los suyos, pasar lista, ver quiénes venían y quiénes no... Y que se notaron algunas ausencias.

Tantas, que aún no sabemos quién figura en la famosa lista de 1000 adhesiones al "acuerdo de la sociedad civil por la Comunidad Valenciana". Dice el Consell que tiene la lista... Pero no la hace pública. Cuando pasan cosas así, suele ser porque los que retienen la información no están orgullosos de su contenido, o bien porque los que allí figuran no quieren salir a la luz. O si no, que se lo digan a Ecclestone y los leoninos contratos de la Fórmula 1.

Poco después, el Consell decidía cerrar RTVV, y lo hacía con la elegancia y primor ya sobradamente conocidos. Desde entonces, llevamos una semana de protestas, concentraciones y desgobierno. Un proceso que no se sabe cuándo tendrá fin, pero que, mientras dure, profundizará en la erosión electoral del partido gobernante. La situación previa ya era mala, con el hundimiento del modelo y la crisis económica, pero el cierre de RTVV ha potenciado singularmente dos efectos añadidos, los dos muy malos para el PP.

LA IZQUIERDA, MOVILIZADA

A nivel nacional, aunque la situación electoral del PP tampoco es buena, hay un factor que tranquiliza bastante a Rajoy y los suyos: la extrema debilidad del PSOE. Un PSOE anémico, con un candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba, al que -siendo caricativos- no puede decirse que la gente esté deseando votarle. En el PP interpretan, probablemente con razón, que, mientras la izquierda española no se movilice en torno al principal partido de la oposición, a los conservadores les bastará con asegurar a su electorado más fiel para ganar las elecciones; aunque no sea con mayoría absoluta. Y por eso, entre otros factores, el PP se está afanando por mostrar el cambio de tendencia económico (que se apoya en datos significativos, como el descenso del paro, pero también en ensoñaciones) y está aplicando una serie de medidas (algunas, dudosamente constitucionales) dirigidas a satisfacer al público más conservador.

Esa estimación no funciona igual de bien en el contexto valenciano, entre otros factores porque aquí la izquierda está mucho más movilizada. El propósito de "echar al PP", en el marco de la Comunidad Valenciana, es mucho más firme, incluso se diría que perentorio, que en el caso español. Llevan mucho más tiempo gobernando que en el conjunto de España, la situación es mucho peor y las culpas de dicha situación les corresponden a ellos de forma mucho más clara. El cierre de RTVV viene a simbolizar todo esto, y además es un acicate evidente para suscitar la movilización "a la contra" (como casi siempre en España) de un electorado sensible con cuestiones como el autogobierno, la vertebración territorial y, en particular, la difusión y defensa de la lengua propia.

CAMBIO DE CHAQUETA

En este contexto, la principa baza que le queda al PP valenciano, además de agitar el espantajo catalanista (todo un clásico en la política valenciana), es la misma ya referida respecto de la política nacional: tocar a rebato a su electorado. Conseguir un escenario de altísima movilización electoral, y confiar en que, a la hora de la verdad, los gobiernos, sobre todo cuando llevan tantos años instalados en el poder, cuentan con inusitadas reservas de voto que aflora en apoyo de unas políticas o, más directamente, de un sistema clientelar.

El problema es que para conseguir eso es necesario ofrecer una imagen de fiabilidad, de fortaleza. Cohesionar implica que no haya demasiadas defecciones, o que no se noten mucho. Pero, bien al contrario, a lo que estamos asistiendo en las últimas semanas es a un escenario en el que mucha gente tradicionalmente fiel al PP, o que, como mínimo, vivía muy bien con el PP, comienza a huir. El caso de RTVV es, nuevamente, el más claro y más espectacular (en parte, es así porque los que huyen del barco, desde el momento en que decidieron usar los informativos de la televisión contra la Generalitat, certificaron su cambio de bando). Pero no es, en modo alguno, el único. Porque el cierre, su dimensión simbólica, también ha funcionado como una llamada a la huida. Cuanto antes, mejor.

La debilidad del PP es evidente, sus posibilidades de mantener el poder se antojan dudosas, y son muchos los que quieren cambiar de chaqueta antes de que sea tarde. Es un escenario de "bola de nieve" progresivamente más grande y acelerada, que tiene mucho de profecía autocumplida, pero que, vista la situación en el que nos encontramos, quizás se cumpla. Aunque sólo sea porque ninguno de los que esté comenzando a huir, o se esté planteando hacerlo, quiere acabar como el capitán del Costa Concordia, cayendo, súbitamente y a desmano, en una lancha del tripartito. Estas cosas, si se hacen, hay que hacerlas un poco mejor.

#PRAYFOR... NELSON MANDELA

El fallecimiento del líder sudafricano no cogió por sorpresa a casi nadie, ni al público ni a los medios de comunicación. Era esperado. Y, sin embargo, afloraron muchas emociones, en muchísima gente. Porque con Mandela se va un coloso político y humano. Uno de los grandes protagonistas de la segunda mitad del siglo XX y de los cambios sociales y políticos vividos en ese periodo. Y, sobre todo, una persona irreprochable, en sus actos y en su carácter, de la que difícilmente se puede decir, como sí se dice -como es lógico- de casi todo el mundo, que tuviera luces y sombras.

Deja un hueco difícil de llenar, en un momento en la que los referentes morales, intelectuales y también políticos brillan por su ausencia. Quizás es que ya no vivimos en una época de grandes acontecimientos históricos, pero por desgracia mucho me temo que el auténtico problema es que nos gobiernan personas cada vez más pequeñas.

Guillermo López García es profesor titular de Periodismo de la Universitat de València. @GuillermoLPD

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