Opinión

Los mercados emergentes se desinflan

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MADRID. La radicalización de la alternativa política en Grecia, la inútil negación por parte de los dirigentes españoles de la necesidad de un plan de ayuda europeo o la postura electoralista del Gobierno francés en busca de una mayoría parlamentaria han hecho que el tono de los mercados dependa en gran medida de las incertidumbres políticas.

Al mismo tiempo, la canalización de los flujos hacia los activos refugio, el temor ante la fuga de capitales o las demandas de una nueva inyección por parte del BCE ilustran la importancia de los movimientos de la liquidez en la evolución de la crisis. Y en este contexto, los emergentes no son inmunes.

Las incertidumbres respecto a la reactivación de la economía estadounidense y la ralentización china han sido como un jarro de agua fría para el optimismo general, y los mercados emergentes han perdido la mayor parte de la superior rentabilidad que habían conseguido respecto a los mercados europeos a lo largo del primer trimestre.

LA AMENAZA INFLACIONISTA 

Los países emergentes deben conseguir gestionar con éxito la delicada situación de ralentización de sus economías. Este es especialmente el caso de China, donde las autoridades han conseguido frenar la amenaza inflacionista, pero a costa de una considerable ralentización de las inversiones inmobiliarias a la que se añade a día de hoy el descenso de las exportaciones hacia el mundo desarrollado.

En este entorno, la estructura defensiva de las carteras de renta variable, centradas en sectores con fuerte visibilidad y poco expuestos, o incluso ausentes, del sector financiero europeo, han contribuido a la buena resistencia a lo largo del mes que termina.

INTERVENCIONES SELECTIVAS

Pero las autoridades chinas, mediante intervenciones selectivas (bajada del impuesto a los distribuidores, aceleración de los proyectos de infraestructura, descenso de las reservas obligatorias para los bancos, ayudas directas para la compra de vehículos en el sector del automóvil...) gestionan eficazmente esta ralentización. En estos tiempos, la evolución de los hábitos de consumo, vinculada con el aumento del nivel de vida de las clases medias, representa más que nunca el núcleo del reajuste de la economía.

Por ello, las desgracias de la zona del euro deben verse en perspectiva. Si, a corto plazo, los habituales movimientos de capitales que provoca el aumento de la intolerancia al riesgo pueden ser una fuente de volatilidad, no hay que perder de vista las tendencias más amplias de la economía real.

RALENTIZACIÓN ECONÓMICA 

Esto concierne también a las materias primas, cuyos precios se resienten debido a la ralentización económica global, pero cuyas restricciones de producción siguen siendo la clave de las perspectivas a medio plazo.

Y esto incluye también al oro, última herramienta de gestión del riesgo, que nos protegerá frente a la tendencia de pérdida de valor del papel moneda de las regiones sobreendeudadas.

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(*) Didier Saint-Georges es miembro del comité de inversión de Carmignac Gestion 

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