Dicen que Santiago Abascal no hizo la mili, pero algunos en su partido deben de añorar aquellas novatadas salvajes que obligaban a los recién incorporados a ganarse la aceptación de la tropa sometiéndose a todo tipo de humillaciones como las duchas de agua fría o la salida al patio en pelotas a dar un discurso absurdo. Esta última modalidad de rito de iniciación es la que puede haber inspirado a la dirección nacional de Vox para dar el visto bueno a los Presupuestos de 2025 que el Consell de Carlos Mazón no pudo presentar el 31 de octubre porque dos días antes se fue todo al traste.
Te vamos a aprobar los presupuestos, pero antes vas a salir al patio en pelotas y vas a hablar como si fueras de Vox; vas a decir que la Comunitat Valenciana, antaño “tierra de acogida”, ya no admite más inmigrantes “ilegales” –es decir, negros– y vas a ciscarte en el Pacto Verde de tu colega Ursula von der Leyen, la que no ha visitado la zona cero de la Dana y a la que recibirás en València el 29 de abril, a los seis meses de la catástrofe, en el Congreso del Partido Popular Europeo.
Dicho y hecho. Mazón salió al patio –las televisiones de toda España– e hizo de Pedro Sánchez. Si al presidente del Gobierno le ha ido bien no tener principios para sobrevivir en el alambre, por qué no imitarlo. La fórmula parece sencilla: pongo en valor el objetivo último, en este caso “los presupuestos de la reconstrucción” y doy normalidad a los pactos que me permiten llegar a él, por muy ruines que sean, subrayando que son democráticos, faltaría más, porque la mayoría parlamentaria representa a la mayoría del pueblo. De manual de supervivencia.
Con esta estrategia se han presentado como positivas para España reformas como la rebaja de penas a los malversadores presentes y futuros, una amnistía, una quita de deuda en beneficio de Cataluña y un reparto regresivo de la recaudación del impuesto a la banca que beneficia a las regiones más ricas. (Inciso: este último regalo a Junts van a recurrirlo al Tribunal Constitucional los gobiernos de Castilla-La Mancha y Extremadura, mientras el Gobierno valenciano está más pendiente de quejarse que de actuar)

- La consellera de Hacienda, Ruth Merino, entrega los presupuestos a la presidenta de Les Corts, Llanos Massó. Foto: ROBER SOLSONA/EP
Pues Mazón, lo mismo, el fin justifica los medios: rechazo a los inmigrantes, recorte a las políticas verdes, a la cooperación internacional y a la promoción del valenciano –pero nos sabemos el Himne y lo cantamos hasta en la presentación de power point de Gan Pampols–... La mayor humillación para el president fue que Vox revelara que su comparecencia pública era parte del acuerdo y que saliera Abascal inmediatamente después a decir que iba “por el buen camino”. Pero eso ya no importa, importan los acuerdos, que tampoco se alejan tanto del ideario del PP. Para el electorado popular son medidas más asimilables que algunos de los renuncios de Sánchez para la militancia socialista.
Inmune a nuevas revelaciones como que a las cinco de la tarde del 29-O, la hora que él salía de El Ventorro, una familia de Chiva llamó cinco veces al 112 porque el padre y sus dos hijos estaban agarrados a la ventana y se los llevaba –se los acabó llevando– el agua, el president no se plantea dimitir. Mazón ha vuelto con fuerza a primera línea: declaración institucional, cremà, presupuestos, reunión con familiares de víctimas y presentación del diagnóstico de la Dana. La estrategia no es mala porque transmite el mensaje de que mientras le insultan y le piden la dimisión él está trabajando en la reconstrucción.
De hecho, sale reforzado de esta intensa semana gracias a tres hechos: el primero, la aprobación del proyecto de Presupuestos aunque sea con el respaldo de Vox. Al contrario que Sánchez y Montero, que justo esta semana han dicho que no piensan presentar un proyecto si no lo ven claro, lo cual es inconstitucional.
El segundo, el gesto de recibir a varios familiares de víctimas de la Dana pese a haber tardado casi cinco meses y que muchos otros familiares lo hayan percibido como lo que es, un blanqueo de su imagen. En relación a esto, sería una pena que los familiares se enfrentaran entre ellos como pasó con los de víctimas de ETA o del 11-M, que acabaron siendo utilizadas políticamente. Cada uno lleva el duelo como buenamente puede y no es justo menospreciar a quienes entraron en el Palau, señalando que lo hacían “en nombre propio y no representando al colectivo”.

- Mazón, en la reunión improvisada con víctimas de la Dana en el Palau de la Generalitat, el pasado jueves. Foto: ROBER SOLSONA/EP
El tercer hecho en forma de regalo fue la incomprensible incomparecencia de los representantes del Gobierno y de la Administración Central el pasado viernes en la presentación del diagnóstico de la Dana a cargo de Gan Pampols. Fue una pretendida bofetada de Pilar Bernabé a Mazón que sonó en la cara de Sánchez. Si faltaba alguna prueba de que los puentes están rotos, los representantes del Gobierno la escenificaron con toda crudeza. El patinazo lo agravó Bernabé con la justificación de su ausencia: que Gan Pampols vaya, dijo, a explicar su diagnóstico al Comité de Expertos para la Reconstrucción creado por el Gobierno el 3 de febrero, que no se ha vuelto a reunir en casi dos meses.
PS: a propósito de la vergonzosa pelea entre CCAA para no acoger a los menores extranjeros no acompañados hacinados en Canarias, reivindico la palabra “mena”, que está en el diccionario de la RAE (“inmigrante menor de edad que no cuenta con la atención de ninguna persona que se responsabilice de él”) sin ninguna connotación negativa para las personas normales hasta que un editorialista de El País decidió que era ofensiva porque Vox la usa de manera perversa. Y todos detrás a darse golpes de pecho por haberla utilizado. Mena es una bonita palabra que define a un colectivo, igual que mir, lgtbi+ o erasmus, y lo que hay que hacer no es regalársela a Vox sino utilizarla con cariño y explicar que los menas son niños y niñas vulnerables. Y que necesitan mejores políticos, igual que nosotros.