Opinión

CRÓNICAS DESDE EL PURGATORIO

Mentiras, obsesiones y palacios de congresos: la vida sigue igual

  • Mª Dolores de Cospedal y Alberto Fabra en Gandía
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Pensábamos que de esta crisis obtendríamos conocimientos como sociedad y aprovecharíamos oportunidades de cambio. Sin embargo, han pasado cinco años y todavía perviven  los modos y costumbres que nos condujeron -hablemos de Valencia- hacia el precipicio

VALENCIA. El periodista Ximo Aguar lo analizaba -benévolamente, a mi parecer- esta semana y en este mismo diario: ‘Las obsesiones otoñales de Alberto Fabra', relatando los principales problemas políticos que están acuciando al presidente del Consell en este reinicio de curso curso: Blasco (ese hombre), las dos alcaldesas (por motivos bien distintos, claro), el conseller de Sanidad (el irresoluto Rosado) y hasta Mariano Rajoy, ay!

Todas ellas, las obsesiones presidenciales, con un mismo hilo conductor: el santo temor al cambio, a gobernar y a dar un par de puñetazos de firmeza sobre la mesa. Los finos analistas políticos se esfuerzan en diseccionar los motivos de tanta ambigüedad (¿calculada?). Que si Fabra no ha sido elegido en plebiscito popular y por tanto carece de apoyo social y orgánico, que si es un buen chico llegado a la 'capi' desde una alcaldía menor (que me perdonen en Castelló, pero es lo que se bisbisea en los mentideros de la city), que si carece de peso político, de equipo -o de "su" propio equipo-, que si ese partido ya está en decadencia, las tribus se disputan los despojos y así no hay quien gobierne...

En realidad, todos tienen razón, o su parte de razón. Todas esas circunstancias concurren en la visible debilidad del actual gobierno autonómico valenciano (en sintonía con el resto del país, eso hay que reconocerlo). Y seguramente algunas teorías mas (aquí cada uno tiene la suya) igualmente lógicas. Pero lo único cierto es que el presidente cuenta con una mayoría parlamentaria abrumadora que le permitiría gobernar con firmeza (aun a riesgo de rebelión interna), y que la sociedad valenciana había depositado en él suficiente dosis de confianza para que los cambios necesarios, especialmene los mínimos, fueran llevados a cabo con cierta determinación.

EL CASCABEL Y EL GATO

Pero no está ocurriendo. Con la alcaldesa de Valencia hemos topado. Impone su voluntad contra la razón y las recomendaciones de sus aliados, dentro y fuera del partido. "A mí mo me presiona nadie", explota. El último de sus desafíos (puentes de San José aparte, que se las trae) tiene que ver con el gasto y la deuda, palabras mayores. Y frívolamente permite a sus escuderos tildar de "frívolos" a los empresarios por sugerirle que volver a endeudarse para construir un nuevo e innecesario contenedor de congresos por 24 millones es cuando menos un capricho irresponsable. Incluso en la Generalitat se opina lo mismo, pero nadie le pone el cascabel al gato. Insufrible va a resultar ver levantar en los próximos meses ese monumento a su megalomanía y a la de su valido José Salinas mientras los recortes tensan a la población.

(Incluso en los siempre influyentes círculos empresariales ya se palpa resignación ante la voluntad de Barberá de lapidar 24 millones de euros en un gesto de despilfarro que algunos incautos creíamos haber dejado atrás. Solo el rechazo bancario a la financiación que Salinas negocia con el BBVA y el Deustche podría frenar este nuevo escarnio que nos trae a la memoria el Ágora, ese monumento funerario que Paco Camps se construyó con el dinero de todos por 100 millones 'de nada').

Difícil y bastante turbia es también la cuestión de la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, y la del portavoz del PP en el Parlamento regional, Rafael Blasco. La credibilidad del presidente y la de todo su partido -y con ellos, la de la Comunidad Valenciana en su conjunto- se resienten ante la falta de solvencia política para apartar del dominio público a dos presuntas manzanas podridas (salvo coacción de por medio, lo cual empeoraría aun mas las cosas). Pero claro, si Carlos Fabra sigue ahí sin que el sistema sea capaz tan siquiera de juzgarle, no menos podía esperarse de estos otros dos affaires. Corrupción y malversación siguen gozando de impunidad (Ricardo Costa, Víctor Campos y hasta Luis Fernando Cartagena, casi unos mártires, la verdad). Luego nos quejamos de que la Comunitat "esté mal vista" en el exterior y sea carne de informativos extranjeros.

Mesa de honor de la cena de Gandía. Rita Barberá fue situada a distancia del presidente Fabra

"AHORA VA EN SERIO"

En otro callejón sin salida -todo el Consell y sus políticas se hallan enganchados en un bucle de callejones sin salida- permanece la reforma de la Sanidad pública y su vía hacia la privatización, vital -aseguran desde Hacienda- para contener el desmadrado déficit público autonómico. Aseguran que sí, que ahora va en serio y que en las próximas semanas será presentado el proyecto, suficientemente 'amasado' por los técnicos de PriceWaterhouseCoopers (o sea, PwC), los servicios jurídicos y la Intervención de la Generalitat.

Más vale que sea así, pero el proceso es demasiado complejo y los tropezones sufridos hasta ahora demasiado rotundos. En todo caso, sobre el conseller Rosado ya ha caído el sanbenito de su falta de solvencia para resolver en tiempo y forma "el problema de la Sanidad". Pero, "¿para qué reemplazarlo ahora? Que se queme y entonces ya haremos la crisis de gobierno". Un argumento muy edificante...

En fin, todos estas debilidades y problemas de falta de maniobrabilidad y de carácter, así como otros muchos que han de llegar -como el de las adjudicaciones ilegales de las TDT y la segunda parte, la ‘chachi', del culebrón del ERE de RTVV- hacen que la Generalitat y sus ocupantes no acaben de ser vistos como deseables compañeros de viaje por el partido en Génova. Ni el presidente Rajoy ni la vicepresidenta Santamaría han sentido tentación alguna de venir a cenar a Gandía con la parroquia regional. Vino Cospedal, pero por los pelos (miren la cara de circunstancias que exhibía en el evento gandiense...).

Cristóbal Motoro, ministro de Hacienda

CONTABILIDAD NACIONAL "A LA GRIEGA"

Menos mal que ha salido Cristóbal Montoro para echarnos una mano con su rescate estadístico... es decir, una mano al cuello de toda España por afirmar que el déficit de las comunidades autónomas va por buen camino y cumpliendo etapas, seguramente pensando que con tal afirmación increible va a esquivar las imposiciones de los inquisidores europeos. En la redacción de Valenciaplaza.com nos entró la risa nerviosa cuando vimos escupir por las agencias de noticias que la Comunidad Valenciana se había situado en segundo lugar de España entre las comunidades con menos déficit, un 0,3% sobre el PIB.

Nos frotábamos los ojos. ¿Quién nos estaba engañando, la Generalitat o el ministro? Si, Montoro aludía a la cifra del déficit "en términos de contabilidad nacional", que cuenta con otros parámetros para medir. Pero no deja de ser un burdo engaño "a la griega" y un no menos grosero intento de manipulación de la dura realidad. Ojalá no paguemos cara esta picardía, pero uno ya ha aprendido a estas alturas que las acciones de semejante calibre pagan generalmente un alto coste.

En definitiva, que la vida sigue igual. Nos hundimos lentamente pero los prepotentes, autoritarios, corruptos y mentirosos siguen en sus puestos y marcando el paso a los mansos de espíritu. Pero no echemos la culpa, o no toda, al Gobierno. Este gobierno y los anteriores los hemos votado nosotros y nosotros seguimos abonando escrupulosamente sus salarios todos los meses a costa de nuestro tiempo y trabajo.

En efecto, en el resto del país no son muchjo mejores. Lo de los casinos de Madrid y los parques de Bañuelos en Tarragona es para hacérselo mirar y no quiero pensar qué se estaría diciendo si tales ensoñaciones se hubieran planteado desde Valencia. Pero pobre consuelo, prácticamente de tontos, es mirar alrededor para aliviar las miserias autóctonas.

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Todavía dura a estas horas la resaca de la manifestación de Madrid en la que se reivindicó un referendum sobre los recortes. Qué imaginativos los sindicatos: ¿alguien duda de su resultado? Pero ni una propuesta realista ha salido de los llamados representantes de los trabajadores desde que empezó la crisis: están permitiendo que emigre de España la generación de jóvenes mejor preparados que aceptar la creación de los 'minijobs', suficientemente experimentados con éxito en países más desarrollados que el nuestro).

La buena noticia de la semana es el road show que está realizando el alcalde de Paterna, Lorenzo Agustí, para presentar su proyecto de crear una zona franca en los terrenos de los antiguos acuartelamientos de La Muela de su municipio. Un proyecto de difícil realización en tanto que desde la época de Franco no se ha creado ninguna y la competencia regional es mucha, pero lo positivo -y sorprendente- es que alguien piense en proyectos de futuro 'real' de producción y empleo sin tener que pasar necesariamente por el casino o la montaña rusa (con todos los respetos hacia las inversiones que procedan de éstos). Asúmalo como propio la Generalitat y muéstrese que hay vida más allá de los recortes.

 

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