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LA OPINIÓN PUBLICADA

Pues igual Pedro Sánchez debería rendirse

Publicado: 14/06/2025 ·06:00
Actualizado: 14/06/2025 · 06:00
  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
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La semana pasada comentaba en esta columna cómo el nivel de crispación de la política española, la afluencia sistemática y continuada de escándalos de mayor o menor entidad, delineaban un escenario en el que el PP lleva exigiendo elecciones desde el mismo final del recuento de las elecciones de julio de 2023 (o, para ser más precisos, desde el fracaso de la investidura de Alberto Núñez Feijóo), y en el que el PSOE y Pedro Sánchez hacen de su "Manual de resistencia" una hoja de ruta para encastillarse en el poder y no cederlo bajo ninguna circunstancia. 

Por otro lado, el abuso de las palabras y del tono apocalíptico, combinados con la obvia polarización de la política española (habitual, por otra parte, aunque quizás no en tanta medida como en estos últimos años) ha acabado por intoxicar tanto a la población que parece que la gran mayoría de los que, a estas alturas, siguen votando a cada cual lo hacen con independencia de lo que suceda en la agenda informativa. Con lo que la capacidad de supervivencia de la clase política ante escándalos de diversa índole es cada vez mayor, aunque sea desde una perspectiva cínica: la ciudadanía no cree ya en casi nada, salvo en que no quiere que gobiernen "los otros". Y eso explica que Isabel Díaz Ayuso siga por ahí sin inmutarse, sacando pecho, mientras su pareja está imputada por fraude fiscal (y en un tema, además, que afecta indirectamente a la presidenta de la Comunidad de Madrid, porque su actual pareja se lucró intermediando con la venta de material sanitario durante la pandemia); que Carlos Mazón continúe ejerciendo la presidencia de la Generalitat, a pesar de tratarse de un dirigente casi unánimemente repudiado por todos, y también por los suyos (porque, claro, ... ¿qué pasa si le echamos y acaban llegando al poder "Los Otros"?); y que, en fin, Pedro Sánchez siga en La Moncloa, impasible el ademán.

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ex ministro de Transportes, José Luis Ábalos (imagen de archivo). -

En efecto, Sánchez ha demostrado, en repetidas ocasiones, tanto su capacidad de supervivencia ante la adversidad como su resiliencia ante las críticas y los escándalos, provengan de donde provengan. Como además el proyecto de la oposición de PP-Vox es visto (y con motivo) con hostilidad y como una clara amenaza por parte tanto de la izquierda española como (sobre todo) de los nacionalismos periféricos (también los de derechas), lo cierto es que Sánchez ha logrado configurar en torno a él una mayoría circunstancial, pero difícil de mover. PP y Vox han de fiar su victoria a sumar entre ellos 176 escaños, y eso no es tan sencillo, como pudieron comprobar en 2023.

Sánchez ha aguantado todo tipo de escándalos, que afectan a su entorno más cercano (su mujer y su hermano), así como los vaivenes de una mayoría de Gobierno endeble y circunstancial. Esto le ha obligado a aceptar pactos muy impopulares entre parte de su electorado y que galvanizan a la oposición, como la concesión de la amnistía para los dirigentes independentistas catalanes, incluido el expresident de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont. Algunos de estos escándalos tienen más visos de verosimilitud que otros, y lo cierto es que, hasta la fecha, electoralmente, el PSOE aguantaba bastante bien la erosión, manteniendo más o menos las distancias con el PP. Su problema en unas hipotéticas elecciones tenía que ver, más bien, con la dilución del apoyo a su socio de Gobierno, Sumar, que tras la ruptura con Podemos se ubica (y Podemos también) en un escenario en el que no supera el 5% del electorado. Y con ello, ese espacio a la izquierda del PSOE pasaría a perder unos veinte de los 31 escaños que consiguió en 2023. En definitiva, si hubiera elecciones mañana es muy probable que PP y Vox sí que sumasen mayoría absoluta. 

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ex secretario, Santos Cerdán (imagen de archivo). -

Es en este contexto en el que acaba por estallar el escándalo de las comisiones del PSOE. Que ya no puede enmascararse como un escandalillo menor de "cuatro sinvergüenzas", el "Caso Koldo". Los últimos dos secretarios de Organización del PSOE, los dos que nombró Pedro Sánchez, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, participaban en la misma trama. Ya se comienza a hablar de cantidades económicamente importantes. Y no es sólo una cuestión de lo que pudieran robar, sino de cómo funcionaban, como puede deducirse de esas dos papeletas que Koldo García introdujo en las elecciones primarias del PSOE de 2014 (como supongo que mucha gente, al principio pensé que eran las de 2017, las que Sánchez ganó contracorriente y contra Susana Díaz, pero no: ¡fueron las primeras, las que le ganó a Eduardo Madina gracias precisamente a Susana Díaz, y ahora sabemos que también gracias a Koldo!). 

Sánchez, en resumen, se rodeó desde un principio de gente turbia y con procedimientos muy dudosos, que ahora salen a la luz. Algo que aquellos que siguen la política valenciana podían intuir que pasaría alguna vez, desde el momento en que vimos a José Luis Ábalos en la secretaría de Organización del PSOE y -sobre todo- repartiendo dinero a mansalva en el Ministerio de Fomento, que es el que más dinero reparte. Y si lo intuíamos nosotros, es imposible pensar que no lo intuyera Sánchez; que no le llegase nada, y que, en definitiva, no lo supiera. No puede explicarse de otra forma que se desembarazase sorpresivamente de Ábalos hace cuatro años. Sí sorprende que no hiciera lo propio con Santos Cerdán cuando tuvo ocasión de hacerlo recientemente, en el Congreso Federal del PSOE.

  • Ábalos y Koldo García en enero de 2020. -

 Tal vez el presidente del Gobierno pensó que Cerdán no hacía lo mismo que Ábalos (o que lo hacía mejor y no le pillarían tan fácilmente). Pero el caso es que le han pillado. Porque ya no hablamos de sospechas, sino de grabaciones muy claras en cuanto a lo que se está haciendo. El escándalo es incontestable. Frente a él, Sánchez responde como lo hicieron otros en el pasado (Felipe González, Mariano Rajoy). Yo no sabía nada, me engañaron. ¡El personaje malvado corrupto en quien confié nos engañó! ¡Nos engañó a todos!

En el supuesto de que nos creamos esta hipótesis de la ingenua ignorancia de que Sánchez no sabía nada (a mí, la verdad, me cuesta mucho creérmela), igualmente el presidente debería asumir responsabilidades políticas. Que no es pedir perdón a la ciudadanía (que también), sino dimitir antes de que los hechos le dimitan, como le acabó pasando tanto a González como a Rajoy, en circunstancias diversas. Este último, precisamente, merced a una moción de censura enarbolada como último recurso frente a la corrupción del partido en el Gobierno. Siete años después, esa pretensión de limpieza queda totalmente desvirtuada, y por eso es necesario dar un paso a un lado. O bien para investir a otro, o bien para convocar elecciones. Es muy dudoso que suceda ninguna de estas dos cosas, porque el "Manual de resistencia" del presidente ya sabemos en qué se sustancia: en mantener el sillón a toda costa. Pero debería hacerse, y si no se hace ahora (por ser inviable investir a otro, y/o por miedo al previsible descalabro en las urnas) tendría que producirse en unos meses, no en 2027. 

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