La dirección del Partido socialista valenciano parece no haber extraído ninguna conclusión de los resultados electorales del pasado 22M. Lejos de estudiar qué les ha fallado (por favor, que no piensen que ha sido Zapatero) o la crisis económica (ni con burbuja ni sin ella han mejorado resultados), la actual dirección del PSPV persiste en unos modos de relación con la sociedad que les ha conducido desde la precariedad del anterior grupo parlamentario hasta la actual situación pre-underground en la que ellos mismos, junto con la voluntad de los electores, se han situado. Es decir, la mayor derrota electoral de su partido en Valencia desde que existe.
Viene a cuento toda esta perorata a costa de la observación que desde la humildes atalayas de las redacciones periodística realizamos algunos ‘plumillas' con solo examinar titulares y contenidos de las sucesivas notas de prensa que llegan desde la calle Blanquerías.
Los ‘genios' de la comunicación y la estrategia que asesoran al lider de la menguante tropa socialista continúan en la suya de dedicar todos sus cada vez más limitados recursos mediáticos a criticar y denostar cualquier movimiento o circunstancia de los miembros del Partido Popular, ya se hayan producido en el partido, en el Consell o en los Juzgados.
¿No se han percatado aún tras una experiencia de ya 16 años en la oposición que a la sociedad valenciana le resbala esta estrategia de supuesto desgaste? (de momento son ellos los que se han desgastado, legislatura tras legislatura). Definitivamente, los cerebros de esa casa han hecho borrón y cuenta nueva después de los últimos cuatro años de experiencias y fracasos tras haber centrado el peso de su acción política en mantener vivo el fuego de los escándalos y la crisis... y sólo eso.
En los titulares de las notas enviadas desde su rimbombante Oficina de (in)Comunicación han tildado a los dirigentes del PP de "crueles", "manipuladores", "sordos", "dormidos", "delincuentes", "no resolutivos"... calificativois que no es lugar ni momento para analizar si responden o no a algún viso de realidfad . Lo cierto es que es lo único que transmite esa casa, un contínuo estado de queja, malestar y mal rollo.
Ni una alternativa, ni una idea, ni una ensoñación (de esperanza en el futuro ni hablamos) que echarnos al teclado del ordenador para trasladárselo a la castigada sociedad valenciana necesitada no ya de esperanza (eso es mucho pedir) sino al menos de algo de ilusión en el más allá. Imposible.
La imaginación ha huido de esa casa, como ya lo hicieron hace tiempo las ganas de ganar. Pues qué bien.