Creo que esta semana se celebra el Día Mundial de la Paella, pero yo no soy de Santos ni de más onomásticas que cumplir años: hay que celebrar cada año porque hay que celebrar que estamos vivos. El resto son mandangas.
Lavoe es la casa de Toni Boix en pleno centro de València: zona cero del guiri, del mal gusto y de tantos arroces perreros disfrazados de amor por la terreta. Mentira, claro . Toni no es bróker ni especulador ni gusta mucho (creo yo) de este medirse el rabo en el que se ha convertido la prensa en general y la gastronómica en particular: lo suyo es cocinar, cocinar y cocinar. Y cómo cocina.
Su paella valenciana es una oda a la ortodoxia, el talento (porque sin talento, qué) y el estudio minucioso y obsesivo del “plato más difícil del planeta”. Lo dice Ricard Camarena, lo dice Toni Boix y lo digo yo, que deliro cada vez que observo los miles de detalles, sensaciones, incógnitas y matices que hay tras cada paella perfecta.
Y esta lo es.