VALÈNCIA. Han pasado cien años desde que el Hotel Restaurante Rioja (Avenida Verge del Fonament, 37, Benissanó) abriera sus puertas. Lo hizo en 1924 como una enorme barra en la que servir café por la mañana o guisos caseros y arroces a quienes transitaban al mediodía por la carretera nacional que cruzaba Benissanó. Era la parada en ese camino de la ciudad a la Serranía (o viceversa), pero también era un lugar de encuentro, pues servía de espacio para la banda de música y otras asociaciones del pueblo. Aquel pasado fue diluyéndose generación tras generación hasta convertir aquel bar en el restaurante que es hoy: un templo (en mayúsculas) de la paella. Tanto, que a restaurante Rioja no se va porque la carretera pasa por ahí sino que se quiere disfrutar de una de las mejores paellas valencianas junto a un buen vino. Además, hacerlo en un espacio tranquilo.
Hoy es Vicente Rioja (cuarta generación) quien sigue la tradición, elaborando las paellas de la forma más artesanal posible para perpetuar una receta que habla de nuestras raíces y tradiciones. Él mismo las elabora en el paellero, al que se desciende por unas pequeñas escaleras. El calor aprieta, pero es imposible no detenerse a mirar sus movimientos y observar el control que tiene sobre ese fuego que arde del tronco de un naranjo —o algarrobo si no tiene— y con el que logra hacer magia. “No debe estar muy fuerte, el fuego no debe abrazarla ni sobrepasarla”, comenta controlando las últimas paellas que tiene en el servicio. Además, explica que esa leña la deja secar durante dos años para que evitar que aporte demasiado humo. Y está en lo cierto porque en el ambiente no se percibe el humo.