VALÈNCIA. Entre el verano del 94 y el del 95 sucedieron muchas cosas, como cabría esperar. De la Primera Guerra de Chechenia a la publicación de lo último de El último de la fila. Del nobel de Kenzaburō Ōe a la caída en desgracia del todopoderoso gobierno socialista y el asalto a los cielos de Eduardo Zaplana. La crisis económica de turno y el abrupto giro político en todos los mandos democráticos anunciaban cambios. En València, entre bambalinas, esos y otros factores agitaban la escena para que una generación de intérpretes, dramaturgos, directores y gestores se atrevieran a dar el salto hacia la independencia. Nadie supo calcular los costes personales, pero el público sigue siendo hoy el principal beneficiado de lo que sus protagonistas definen como «inconsciencia», «atrevimiento» y «locura».
Ocho historias de entusiasmo, resistencia y decepciones sobre las cuales se ha cimentado el teatro valenciano contemporáneo. Lo que somos, a nivel escénico, no se podría entender sin Círculo, Albena, Arden, Horta, Carme, La Estrella, Micalet y Hongaresa por ese orden de nacimiento. La alta formación, aquí y fuera, arrojaba desde los años ochenta (y cada año) a más y más profesionales valencianos hacia Madrid y Barcelona. La capacidad de los teatros públicos —y, sobre todo, sus inquietudes— tenía un límite. Y la novísima radiotelevisión valenciana tampoco daba como para abrazar a un sector que en pocos años trascendió del ámbito amateur al establishment escénico.
Entre el verano del 94 y el del 95 sucedieron muchas cosas. Pero entre todas ellas destaca que se fundaran ocho aventuras que nos acompañan hasta nuestros días. Sus responsables, al unísono pero veinticinco años después, no recuerdan cómo se sincronizaron los acontecimientos y, reunidos por primera vez en un cuarto de siglo, descartan a Plaza que hubiera ninguna relación con una línea de ayudas específicas. De hecho, la mayoría de las compañías tardaron entre cinco y siete años en recibir su primera subvención y por distintos motivos (giras, producciones y un etcétera al pairo de la regulación del momento).