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VALÈNCIA. Las dos primeras décadas de este siglo se han consumido en un pestañeo y dejan casi 50.000 residentes más en València, una ciudad que alcanzó sus niveles máximos de población en 2009 y que justo después cerró seis ejercicios consecutivos con pérdida de habitantes. Desde entonces su crecimiento ha sido intermitente, aunque suficiente como para volver a rebasar la barrera de los 800.000 vecinos y recuperar peso en muchos de sus barrios. Más de la mitad de ellos, 47 en concreto, albergan ahora a más personas que en 2001, pero su perfil demográfico ya no es idéntico al de veinte años atrás.
Así se desprende de los informes anuales con los que el Ayuntamiento de València recoge las principales características sus habitantes, y cuya última actualización, que incluye datos del padrón municipal a fecha de 1 de enero de 2021, se ha publicado esta misma semana. En estos estudios, elaborados por la Oficina de Estadística del consistorio en colaboración con la Universitat de València, se evidencia cómo algunos de los barrios que han experimentado un crecimiento más destacado durante las dos últimas décadas se encuentran en la periferia, y ofrecen pistas por tanto de por dónde se expande la ciudad.
En este sentido, una de las áreas que más ha visto aumentar a su población es Sant Pau, en el distrito de Campanar. El barrio, en el que los extensos terrenos de huerta contrastan con altos edificios residenciales de reciente construcción, cuenta con enclaves como el Bioparc y avenidas como Maestro Rodrigo, y ha ganado más de 11.000 habitantes desde 2001. Muchos de ellos han llegado desde las colindantes Mislata y Quart de Poblet, dos municipios que lo han dotado de residentes hasta convertirlo en uno de los enclaves con mayor expansión. De hecho, Sant Pau ya se encuentra entre las quince zonas más pobladas de la ciudad. También en el oeste, aunque con un peso poblacional mucho menos relevante, Beniferri se cuela del mismo modo entre las áreas de mayor crecimiento desde 2001.
Desde un punto cardinal distinto, en este caso el norte, aparece otro barrio periférico con un desarrollo notable, como es Sant Llorenç. Ubicado entre Rascanya y Benimaclet, hace veinte años contaba con algo más de 4.000 vecinos y hoy suma casi 11.000. Sin embargo, al contrario de lo que podría deducirse dado su proximidad a Orriols, uno de los enclaves con mayor porcentaje de población foránea de València, los habitantes de otras nacionalidades solo suponen el 9 % del total, un escenario que sitúa a Sant Llorenç, que colinda con Alboraya, como la cuarta zona con menor porcentaje de vecinos internacionales.
Por su parte, y pese a figurar entre los barrios con menos habitantes de la ciudad, el desarrollo de Faitanar, ubicado junto a Picanya y Paiporta, es muy destacable si se tiene en cuenta que en los albores de este siglo solo residían allí 213 personas. Dos décadas después se superan las 1.500 en un proceso de expansión en el que seguro han influido las perspectivas generadas alrededor del proyecto Sociópolis. Igualmente, aunque mucho más cerca del centro de la ciudad, las calles de Penya-roja, con la Avenida de Francia como vía emblemática, han demostrado ser un importante polo de atracción de población: han pasado de los 2.500 habitantes de 2001 a los más de 13.000 actuales. A su lado, el también reciente barrio de Ciutat de les Arts, cuyos primeros datos se incorporaron al padrón en 2003, ha crecido de manera reseñable.
No es de extrañar, por tanto, que prácticamente todas las áreas anteriores presenten los porcentajes más altos de menores de 16 años en relación al total de vecinos. De hecho, solo es en los barrios de Penya-roja, Sant Pau y Sant Llorenç donde los residentes incluidos en esta franja de edad superan el 20 %. Ello desvela también cuáles son los lugares más familiares de la València actual, aunque en términos generales, y al contrario de lo que dictan los bajos índices de natalidad contemporáneos, los menores que no están todavía en edad de trabajar han crecido más de un 7 % desde 2001, hasta los 111.439.
De igual manera, entre los enclaves más rejuvenecidos se encuentran por supuesto barrios residenciales de las afueras como Massarrojos, donde viven ahora 327 menores más que en 2001. A la vez, en el sur de la ciudad este tramo poblacional ha perdido peso en Patraix, la Creu Coberta, Safranar, Sant Isidre o Sant Marcel·lí, pero lo recupera con creces en Camí Real y también Favara. En el este, la Punta se consolida como un barrio familiar mientras que en el distrito de Algiròs, ahora más asociado a la vida universitaria, ha desaparecido el 40 % de la población menor de 16 años en dos décadas.
Curiosamente, los habitantes de esta franja de edad ganan importancia en todos los barrios de Ciutat Vella, que concentraba amplios porcentajes de vecinos mayores de 65 años a principios de siglo. De hecho, era habitual que al menos uno de cada cuatro residentes de áreas como la Seu, el Mercat o el Carme estuviera en edad de jubilación, pero ahora ese escenario solo se da en Sant Francesc. En este tiempo, no obstante, la población de esta franja etaria no ha disminuido en València, sino que ha experimentado un crecimiento del 3,6 %.
Son otros puntos, igualmente céntricos pero ya al otro lado de las murallas cristianas, donde se empiezan a concentran también las mayores proporciones de residentes mayores de 65 años, como se observa en algunos enclaves de la Saïdia (Trinitat) o el Pla del Real (Exposició), dos distritos ubicados tras los márgenes del viejo cauce del Turia. De la misma manera, en las áreas más antiguas de Campanar se ha producido un aumento de la población en edad de jubilación que contrasta con la expansión de las zonas más recientes, donde la edad media es mucho más baja.
Con todo, estas áreas son superadas por el Palmar, en los Pobles del Sud, el único lugar donde quienes rebasan los 65 años se acercan al 30 % de la población total. Por su parte, en las pedanías del norte de la ciudad, también Carpesa y Mauella presentan altos porcentajes de habitantes con edades elevadas.
Entre medias, y en oposición a la espectacular caída de la población infantil y adolescente de este distrito, los jóvenes de entre 16 y 34 años se concentran sobre todo en Algiròs, y más concretamente en barrios como La Carrasca, Amistat y La Bega Baixa, donde es muy relevante la vida universitaria y se ubican espacios como la Plaza Xúquer. En todos estos lugares la población joven representa más del 24 % del total, aunque ello no esconde una realidad llamativa: solo en un área de la ciudad, una vez más Faitanar, esta franja de edad ha crecido respecto a 2001.
En el resto de València la población de entre 16 y 34 años se ha resentido en mayor o menor medida, y en términos generales la reducción alcanza el 9 % en dos décadas. Aun así, bien es cierto que desde 2016, tras los peores momentos de la crisis económica, esta franja etaria ha vuelto a expandirse y ya acumula dos aumentos consecutivos en los últimos años.
En cualquier caso, y tras los barrios de Algiròs, también en Orriols, Benimaclet y Ciutat Universitària hay un volumen considerable de población joven, pero en todos ellos la caída es más que notable en relación a comienzos de siglo. En cambio, uno de los lugares que mejor resiste a este deterioro se encuentra curiosamente en Ciutat Vella, como es el Mercat. A nivel porcentual, y pese a ubicarse en un distrito habitualmente asociado a segmentos de edad más envejecidos, es allí donde menos ha disminuido el número de residentes de entre 16 y 34 años.