VALÈNCIA. Cómo en alguna otra ocasión decidimos tomar las uvas al pie del Miguelete, y una vez más me sorprendió que fuésemos las dos únicas personas que hacían este ritual junto a una torre con setecientos años de historia, cuya gran campana Micalet es escuchada por buena parte del centro histórico, con la cadencia perfecta para no atragantarse. Sin embargo, la gran torre gótica nunca ha tenido capacidad de convocar a los ciudadanos a sus pies para despedir el año. Cosas de esta ciudad.
Victor Hugo habló de València como “la ciudad de los cien campanarios” cuando la visitó, y muchos de estos podían verse, todavía, al no estar eclipsados por edificaciones más altas, como sucede en la actualidad. Afortunadamente la mayoría de estos siguen ahí, pero la ciudad vertical se los ha ido tragando, creo que los campanarios de Valencia merecen una mejor visibilidad, por ejemplo, con la iluminación nocturna de todos ellos. El tañir de las campanas es algo que sorprende a los visitantes y les traslada a otros tiempos o a sus pueblos de origen, tal como me comentan en muchas ocasiones. Una banda sonora a la que nos hemos acostumbrado. Valga, pues, estas humildes líneas para homenajear al Gremio de Campaners de la ciudad de València.
20 campanarios, 20 historias
El campanario de la Iglesia del Carmen es de los importantes del centro histórico y puede divisarse salvando los edificios desde muchas partes, incluso desde el otro lado del cauce del Turia. Se levantó en el siglo XVII y su veleta, aunque cuesta distinguir su forma por el estado deplorable en que se encuentra, representa una gran figura de un ángel, conocido popularmente por la gente del barrio como “l´angelot del Carme”.
Sin salir del barrio, desde el siglo XVII la torre de San Bartolomé recibe al visitante que entraba por la puerta de los Serranos y por la calle de su nombre, pero desde la década de los setenta lo hace sin su iglesia y sin campanas. Esta última fue desgraciadamente derribada en los años 40 por el estado de ruina tras la guerra, en la época de un desarrollismo sin control ni sensibilidad para restaurar. Se pretendía hacer lo mismo con la torre, pero entidades como la Academia de Bellas Artes de San Carlos se opusieron.
A pocas manzanas ya en la Seu-Xerea se encuentra la Torre campanario de la iglesia de San Lorenzo, levantada en el siglo XVIII. En este caso les diré algo sin que ello deba crear alarma: si van andando hacia esta desde la la plaza de la Virgen en dirección a la calle Navellos, ¿soy el único que la ve ligeramente inclinada hacia delante?.
Son apenas unos metros los que la separan de la torre de la Iglesia del Salvador toda ella levantada en sillares. De de proporciones modestas, sin embargo puede presumir de ser la más antigua de la ciudad y única levantada en estilo tardorrománico.
Todavía en este barrio histórico, la torre de la iglesia de San Esteban es prima hermana de la de San Nicolás por constar de diversos cuerpos levantados en sucesivos periodos, con un campanario de finales del siglo XVIII. Conmemorando la canonización de San Vicente Ferrer, cuya pila bautismal se conserva en el templo, en 1775 el cuerpo superior de la torre fue coronado con un cupulín de estilo barroco.
Saliendo hacia el cauce del Turia, ¿Que se puede decir de la iglesia del Temple que la distinga del resto?, pues que es la única del centro histórico que en lugar de una torre posee dos potentes campanarios situados en la fachada del templo que flanquean un gran frontón triangular.
En cuanto a la de Santo Tomás y San Felipe Neri, junto a la calle del Mar, toda ella en un atractivo color rojizo que le da la fábrica en ladrillo, no creo equivocarme si es la única con un reloj de sol en su fachada que además nos dice la fecha de su construcción: 1732.
Si bajamos por la ronda y nos adentramos de nuevo intramuros nos recibe la torre del convento de Santo Domingo, que data de mediados del siglo XVII. Sufrió el “desmoche” del remate por las tropas francesas en la Guerra de la Independencia, teniendo que ser reconstruido el remate en 1955.
Cruzando la calle de la Paz, la torre campanario del Patriarca tiene como curiosidad que hoy no es tal como se diseñó y levantó inicialmente, ya que esta disponía de un chapitel como lo delata el plano de la ciudad de Antonio Mancelli de 1608. El caso es que al todopoderoso y algo caprichoso Patriarca Ribera no le gustó nada y mandó derribarlo. Otra peculiaridad es que, afortunadamente, la mayoría de sus campanas son las originales del siglo XVII, lo que no es muy habitual en la ciudad, cuyas campanas se fundían en tiempos de guerra.
No es pequeña la torre de Iglesia de San Juan De la Cruz, en la calle poeta Querol. Levantada en el siglo XVII y formada tres cuerpos en piedra, los edificios colindantes literalmente la engullen, pasando desapercibida en una zona de mirar escaparates más que mirar a las alturas.
El campanario de la iglesia de San Agustín fue destruido en la contienda civil de 1936. El encargado de llevar a cabo la reconstrucción fue el arquitecto Javier Goerlich aunque no se basó en existente con anterioridad, hecho que es objeto de cierto debate.
En el barrio de Velluters, la torre del campanario de las Escuelas Pías, levantado en 1775, es de las más recónditas por estar junto a la cúpula más grande de la ciudad y porque su emplazamiento se encuentra entre edificios más altos que esta por lo que hay que tomar cierta distancia para poder dar cuenta de su existencia.
Si no fuera por una terrible muralla en forma de edificio levantado en los años 70 en la plaza de Brujas, las Escuelas Pías podrían mirar de tú a tú a la iglesia de los Santos Juanes y a su torre pétrea torre construida entre 1625 y 1650, pero de origen gótico, como toda la iglesia.
A pocos minutos la Torre De la iglesia de San Nicolás es otro interesante ejemplo para observar cómo su elevación se produjo en sucesivos siglos: el primer cuerpo esta realizado en sillares de piedra y llega hasta el tejado de la iglesia por lo que corresponde a la época gótica, el segundo es del siglo XVII y el tercero, donde se hallan las campanas, de mediados del XVIII junto con el remate. Recientemente saltó la polémica ante la denuncia de un vecino por las molestias ocasionadas por el sonido de las campanas.
La torre campanario de la iglesia de San Martín, toda en sillares de piedra, se levanta entre 1621 y 1627 es de planta cuadrada. Son cuarenta metros pero los edificios decimonónicos que la rodean la reducen en proporciones. Más esbelta y casi pegada a esta está la torre de Santa Catalina, uno de los iconos urbanísticos de la ciudad. La extraordinaria torre barroca, la más profusamente decorada de la ciudad, tiene su propia portada, de estilo gótico, que da directa a la calle. Una vez se intervenga urbanísticamente en la plaza de la Reina el triángulo que forman San Martín, Santa Catalina y el Miguelete se verá de una forma muy diferente, convirtiéndose en un icono visual de la ciudad que hasta ahora no es posible disfrutar por el tráfico.
Extramuros
Fuera de los muros de la ciudad, la torre de la iglesia de San Valero es el epicentro del barrio de Russafa y es la única con planta octogonal si excluimos el Miguelete y se levantó en la primera mitad del siglo XVIII. Todas sus campanas se destruyeron en la Guerra Civil, como sucedió con muchas de los campanarios de la cuidad, así que las actuales son posteriores a 1940.
El ensanche presume de las dos torres de agujas caladas en estilo neogótico afrancesado de la basílica de San Vicente Ferrer, situada en la calle Cirilo Amorós. A pesar de los edificios colindantes, su altura (posiblemente las más altas de la ciudad tras el Miguelete) logran imponer su esbeltez y espectacularidad.
Cuando salimos del centro de la ciudad por la calle Jesús emerge a nuestro frente la torre de la parroquia de Santa María de Jesús, iglesia del antiguo Convento de Jesús, situado en el barrio de Patraix. No es que tenga un interés especial arquitectónicamente hablando, pero su imagen de puro paisaje urbano conforme te aproximas desde el centro, está llena de tipismo y autenticidad en esta zona extramuros de la ciudad.
La torre campanario de Santa María del Mar era la primera que divisaban los barcos que se aproximaban a Valéncia, además desde los inicios de su etapa cristiana, puesto que fue una de las primeras iglesias que Jaume I ordena erigir al crear la pequeña población de "VilaNova Maris Valentiae" en el grao. Desgraciadamente el campanario, del siglo XVII, fue parcialmente destruido en la Guerra Civil al emplearse como defensa antiaérea debiendo ser restaurado, aunque no con demasiado acierto, puesto que resulta demasiado evidente a simple vista.
Llegados aquí, unas cuantas más se nos quedan en el tintero: Campanar, Santa Mónica, Monteolivete, El Pilar, San Sebastián… lo que nos deja muy claro- y nuestra hipótesis se convierte en tesis- que Valéncia es una ciudad de mar de huerta… y campanarios.