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VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

Verdad o mito: qué hicieron los artistas falleros 24 horas después de que todo ardiera

‘Una vez se quema, comienza la falla del próximo año’, dice la leyenda. Algunos de los artífices de los monumentos más icónicos sobre el espacio urbano cuentan qué hay de la resaca (emocional)

25/03/2023 - 

VALÈNCIA. Una de las leyendas fundamentales del movimiento fallero es esa que indica que, cuando todo arde, está comenzando ya la falla del año siguiente. Un ardid orquestado por la ansiedad, quizá una arrebato por la inmediatez del futuro. ¿Una verdad o solo un mito?

Porque a Reyes Pe, la creadora textil y artista, este año, en Castielfabib con su icónica falla-tarta, las 24 horas después le pillaron limpiando el taller. Pero sobre todo, limpiándose a ella misma. Y allí sigue. “El día después me levanté y me fui a recoger trastos… desde entonces  me he dedicado a limpiar mi karma, que tengo mucho que limpiar. Me fascina quemarlo todo y no dejar nada mío. Hay que aprender a vivir alrededor del objeto… y soltarlo (…) Ahora estoy soltera, no tengo falla”. 

Foto: KIKE TABERNER

La mayoría de sus compañeros de oficio son un amasijo de recuerdos y, en esta fase de resaca flamígera, siguen mascando unas vivencias con la fuerza del shock. “Cuando la falla salió a la calle fue como si brotara la primavera”, repasa Marina Puche, autora de la Plaza del Ayuntamiento de València. “Cuando se juntó el corazón y se unieron las dos partes toda la plaza se quedó en silencio. Con la cremà, de dentro a afuera, parecía que era un corazón de fuego”. 

Foto: KIKE TABERNER

A ESCIF, con partida doble en Corona y Tío Pep, una de las enseñanzas más poderosas le llegó a partir de ver cómo se “desconstruía el límite que existe entre espectadores y falla; entre vida y espectáculo; entre presentación y representación”. Se acuerda de aquella frase de Robert Filliou que apunta a que “el arte es aquello que hace que la vida sea más interesante que el arte”. De ahí extrae una de las mayores lecciones de estos días: hacer fallas que nos acerquen a la vida; que nos permitan conocernos un poquito mejor”. 

El revoloteo de ‘su’ gato negro gigante, frente a la Beneficència, fue justo una demostración de esos límites emborronados: “me di cuenta de lo importante que ha sido quitar las barreras que separan la falla de la gente, diluir lo que es y lo que no es falla, provocar que el monumento sea permeable con la realidad que lo sostiene”.

Cuando Reyes Pe vio a muchas de los curiosos que se acercaban a su parque recreativo, tomar el tenedor de peluche y lanzarse como kamikazes hacia la tarta, entendió que no era necesario dar ninguna instrucción par que sucediera aquello que había estado imaginando durante meses. “La gente hace lo que hace otra gente”. Difuminar las delimitaciones entre el espacio de falla y el espacio de calle dio lugar a situaciones insólitas: “una niña me dijo: he mordido la falla, tenía hambre”. 

El diseñador Diego Mir -autor de Màtria, en Dr.JJ Dómine- sigue recordando el efecto que provocaba en las personas cuando veían desde atrás una falla que era un barco de cuya chimenea salía humano… pero que al acercarse frontalmente se convertía en una madre y una casa. “Esas caras de sorpresa eran el efecto que buscábamos”. Una sorpresa que se acrecentaba por la decisión de la falla de alejarse del corte clásico y buscar una nueva vía de trabajo. 

Foto: KIKE TABERNER

En la Plaça de l’Arbre, ‘Derribos Carmen’ se convirtió en una de las propuestas con mayor trasfondo urbano. Liderada por el artista Miguel Hache junto con el diseñador González Piris, levantó la denuncia sobre los problemas habitacionales en el Carmen a partir de un container repleto de de baldosas, azulejos y suelos hidráulicos recogidos en lugares olvidados del barrio. ‘Emosido engañado’, rezaba la obra. “Todas las personas que pasaban -recuerda ahora Miguel Hache- se paraban para preguntar dónde estaba la falla. Llegamos a escuchar: ‘¡qué agusto se han quedado estos metiendo la falla en un contenedor!”. 

En la falla Palleter, Liz Dust se plantó sobre otra tarta, la que liderada por Carlos Giménez y con Estudio Chuky al frente buscaba “romper estigmas, prejuicios y falsos estereotipos” sobre personas como la artista drag y referentes anteriores. 

“Me ha sorprendido -confiesa Carlos Giménez- que a la falla no le pasara nada y que tuviera comentarios tan positivos. Me dicen que soy negativo, pero visto lo visto estos últimos años, no habría sido improbable algún ataque o campaña de odio. Eso sí, sin entrar a Twitter, claro, que ahí ha habido de todo”. En estos días colecciona instantes como “la emoción de personajes y activistas históricos valencianos al verse homenajeados y recordados. O mi primera ofrenda junto a mi pareja bajo la atenta mirada de los más curiosos. O los aplausos a Antonio Campos (La Margot) la inolvidable noche del 17 en Palleter”.

Foto: KIKE TABERNER

24 horas después de que Liz ardiera, Giménez se levantó temprano y siguió trabajando en próximos proyectos. “Aunque necesito unos días para procesar todo lo que me ha pasado y agradecerlo. Tengo mucha resaca emocional”. ESCIF retomó su vida de estudio, con unas cuantas ideas a cuestas. “Como diseñador no es después de la cremà que comienzo a pensar en nuevos proyectos, es un proceso abierto y constante, que no descansa ni deja descansar”. Marina Puche le daba vueltas a la adrenalina que deja ver “cómo de una ilustración acaba saliendo algo que es muy grande”. Diego Mir se dijo que debía ponerse al día con otros proyectos entre manos, sabiendo que su falla le iba a acompañar para siempre. Miguel Hache regresó a la calma, para descansar la cabeza. “Es un momento complicado porque no sabes si se va a renovar el contrato, presupuestos, has de esperar a que te llamen... en ese sentido es un trabajo precario”. 

“Me voy al taller, que tengo que seguir tirando más cosas”, avisó Reyes Pe ante de la despedida.  

Foto: KIKE TABERNER

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