GRUPO PLAZA

la vida a cara o cruz / OPINIÓN

Vergüenza

14/01/2023 - 

No sé si mis vergüenzas que aparecen cerrando Plaza interesan a alguien. Mi madre dice que pasa, que no está para disgustos; Paco no entiende dónde quiero llegar; Modesto piensa que ando buscando bulla; Boke opina que no escribo tan mal, pero que esa carencia la suplo a base de diarrea mental; Verónica se lo pasa teta y me discute cada párrafo; a Martín le alegro muchos momentos; Mon, que es un pelota, dice que son espectaculares y le creo porque me conviene, claro; Carmen dice juasdfghjuasdf y que soy un rojeras inmaduro; Palomar, que escribe maduro aunque para mi gusto poco rojeras, me anima cuando dice que se leen de un tirón; Chus encuentra errores y faltas que me son invisibles; Jorge, el camata del Bar&Kitchen, se partió con la receta del Bovril, y mi vecino, el Bronchú, que no entiende por qué me siguen publicando. A todos les agradezco el esfuerzo y sobre todo el que me lo cuenten.

Llegan el frío y el aburrimiento, apetece poco salir de casa y nos evadimos dotoreando por el ciberespacio. Hemos cambiado el calor del hogar por el mundo digital, la camilla por el escritorio. Los átomos no interesan y se está mejor al pairo de los bits. Las neuronas paquí, pallí y al ralentí.

Por eso agradezco el esfuerzo. El lunes pasado, a media mañana, más de un centenar de familiares y amigos nos reunimos para celebrar la colocada de placas en la nueva plaza Paco Bascuñán Rams (Dissenyador). Paco era un gran diseñador al que, además, le gustaba conversar, divulgar y comprometerse con esas causas por las que luchamos los que andamos por abajo. Además de amigo. Es la primera vez en España que un diseñador da nombre a una plaza, calle, avenida, pasaje o lo que sea. Lo he buscado en el Maps, en Correos y en el Google y no encuentro ningún otro. Pintores y cartelistas sí, pero diseñadores, nada de nadie. Y militares aún los hay a cascoporro.

Con José Manuel Casañ y Boke hice de maestro de ceremonias, y nos salió fluido, divertido y sin cagarla demasiado. Cada uno en su papel. Lupe, su pareja vital y laboral, también estuvo genial, y Lina y Juan Nava, que en menuda encerrona les metí. Nos emocionamos mucho, nos reímos y lo pasamos como a Paco le habría gustado. Al terminar, una señora mayor que no conocía de nada se me acercó y me dio las gracias y dos besos. También me dijo que era un sinvergüenza divertido. Joé, me gustó. Intenté quedar con ella para cenar y lo que surja, pero su marido no le dejó.

La vergüenza es muy mala. Recuerdo cuando me curé de esa enfermedad. Aquella tarde en el colegio la declararon de asueto. La cosa consistió en que en el patio reunieron a cientos de alumnas uniformadas —el colegio era femenino, católico y setentón— para aplaudir a seis hermanas que coincidían a la vez en el mismo centro. El motivo a celebrar era solo ese. Desde una punta del patio, aparecía un carro tirado por un burro, decorado con palmas, y las seis hermanas encima saludando. Se montaba más jaleo cada vez que la comitiva se acercaba a sus compañeras de clase. Y de pie, a modo de Coloso de Rodas, iba yo, el único hermano. Mi yo de trece años manteniendo el equilibrio, la compostura, la vergüenza y no sé qué leches más, mirando un mar de estudiantas gritonas y aplaudorosas, no entendía de . Mi única conexión fue el burro, y los dos sin saber ni dónde mirar. Sí, de joven viví mi walking dead particular y una pesadilla difícil de olvidar. Eso sí, lo de la vergüenza ya pa siempre se fue a fer la mà.  

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