VALÈNCIA. La Historia está llena de migraciones. Desde que se tiene constancia de aquellas primeras civilizaciones nómadas, han sido muchas las familias que, por voluntad u obligación, se han trasladado de su lugar de origen a otro sitio para crear –o intentar crear– una nueva vida. Los motivos de éxodo pueden ser muy distintos, pero lo cierto es que hay muchas personas que su historia ha estado ligada a las idas y venidas de su infancia causadas por cuestiones políticas.
Sobre todo, las de esa generación que nació en una España en guerra y que ahora roza o pasa los 90 años. A pesar de que son pocas las personas que aún viven de esa quinta, algunas guardan en su memoria el recuerdo de sus padres, o la imagen que han creado a partir de lo que les han contado o por objetos heredados, ya que muchos no pudieron vivir su niñez con ellos porque sus padres fueron fusilados por el régimen franquista. A partir de ese momento, el resto de la familia –en la mayoría de casos, las viudas de los asesinados– huyeron, primero, hacia otras comunidades y, después, al no sentirse seguras en España, huyeron a otros países.
Pilar Taberner, presidenta de la asociación de familiares de la fosa 21 de Paterna, no se imaginaba que podría juntar a personas separadas por tantos kilómetros y que su nexo de unión sería la fosa que ella misma puso en marcha en 2018. Son 76 las víctimas de esta fosa las que tienen contabilizadas en el cementerio de la capital de l'Horta Nord, que fueron fusiladas entre el 15 y el 21 de julio de 1939, entre las que se encuentran las tres primeras mujeres enterradas en Paterna (Carmen Martínez Fortea, Francisca Ballester Nogueras y Bárbara Morella Ribes) por motivos ideológicos por el régimen franquista justo después de acabar la Guerra Civil.
Eran personas procedentes de Quart de Poblet, Bocairent, Manises u Ontinyent, pero muchas de sus familias no se quedaron en sus pueblos de origen, sino que emigraron a otros lugares de España como el País Vasco, Huesca, Madrid o Galicia y que, ocho décadas después, se han encontrado a través de la fosa 21. Sin embargo, lo que más llama la atención es que no solo han localizado a familiares de más allá de las fronteras valencianas, sino que la asociación ha unido a los descendientes de las víctimas en Francia o Brasil.
Ahora, en julio de 2022, tienen localizadas a 58 familias. Este ha sido el resultado de cuatro años intensos de búsqueda pero, como cuenta Pilar, el proceso aún no ha acabado, ya que tienen la esperanza de encontrar a los familiares de las otras víctimas. No obstante, el recorrido hasta llegar hasta aquí no ha sido, ni mucho menos, un camino de rosas.
En 2007 se aprobó en España la Ley de Memoria Democrática y en 2008 el Ayuntamiento de Quart de Poblet quiso homenajear a algunas de las víctimas del régimen franquista del municipio, entre los que se encontraba el tío abuelo de Pilar, José Giner Navarro. Como ella explica, su abuela nunca le ocultó que tenía un familiar fusilado por el régimen, pero cada relato estaba marcado por un silencio que ha caracterizado a muchas historias de la época. "En ese acto, en el que se homenajeó a 'trece hombres buenos de Quart de Poblet', obtuve mucha de la información que me faltaba, para mí fue catártico", explica. Fue ahí cuando entendió que debía crear la asociación.
En primer lugar, buscó a las familias de esos "trece hombres buenos" junto al consistorio de Quart de Poblet y grupos de memoria democrática, pero a través del registro civil y el libro de Vicent Gabarda se dieron cuenta que podía haber hasta 76 víctimas. "Yo no entendía crear la fosa sin contar con los familiares, de modo que cuando encontré a dos familias más de víctimas de Bocairent, nos pusimos en contacto con ArqueoAntro, que ya estaba trabajando en Paterna, y formamos la asociación", recuerda.
Sin embargo, los procedimientos burocráticos y la pandemia han hecho que las exhumaciones tardaran en llegar. Tras dos licitaciones fallidas para exhumar –lo normal es que haya una única licitación– y el parón de la covid-19 de por medio, en agosto de 2021 empezaron las exhumaciones de la fosa 21. De estos primeros trabajos, han conseguido sacar únicamente a 16 cuerpos para su identificación, de los que están esperando los resultados de ADN.
Desde que supieron que se iban a realizar las primeras exhumaciones, la asociación empezó un trabajo exhausto de búsqueda de familiares. Llamadas a los ayuntamientos de los municipios de los fusilados, al registro, a grupos de memoria, a otras asociaciones... "Nos ha ayudado tantísima gente que yo he creado, sin exagerar, más de 500 contactos nuevos en este proceso", explica Pilar con gratitud.
Son muchas horas al teléfono para intentar encontrar a todos los familiares, pero lo que más movimiento ha tenido han sido las redes sociales. En esta línea, la asociación publicó una lista de excel con los nombres de las personas fusiladas, el día que las ejecutaron, su edad, su profesión y su lugar de procedencia, además de diferenciar por colores los que ya tenían localizados, los que estaban en proceso y los que no.
Fue en ese momento cuando Vanesa y María, de Galicia y Cataluña, se ofrecieron voluntariamente a ayudar a Pilar, y gracias a ellas encontraron a muchas de esas 58 víctimas que hoy están localizadas. Aunque para la presidenta de la fosa todas las familias son importantes y siente un vínculo de unión "indescriptible" con ellas, reconoce que uno de los casos que más le ha llamado la atención ha sido el de Progreso Vañó, nacido en Bocairent, que se mudó con su familia a Brasil con 18 años y que ahora, con 84, ha cruzado el charco para hacerse la prueba de ADN y así poder, algún día, certificar los restos de su padre, enterrado en la fosa 21.
Progreso no tiene recuerdos con su padre, Bautista Vañó, ya que cuando él solo tenía 20 meses, el régimen franquista lo fusiló y pasó a ser una de las más de 2.200 víctimas que enterraron en el cementerio de Paterna. Tras el acontecimiento que marcaría sus vidas, Progreso, su madre y sus tres hermanos salieron de Bocairent para buscar una vida mejor sin el cabeza de familia. "Mi madre se adaptó a las circunstancias terribles que tuvo que vivir, y nuestra vida económica y emocional estuvo parada durante mucho tiempo por esas circunstancias", relata Progreso.
A pesar de eso, él, el pequeño de cuatro hermanos, guarda uno de los mayores tesoros de su padre, que "marca su personalidad totalmente", tal y como considera Progreso. Se trata de una carta en la que Bautista relató: "con mi puño sereno y la conciencia muy tranquila, os escribo mis últimas letras porque dentro de unas horas habré dejado de existir, me van a ejecutar".
"No tenga usted ninguna duda de que la ejecución de mi padre me ha marcado como persona y como militante defensor de la democracia", explica con contundencia Progreso. No obstante, cuando llegó a Sao Paolo con 18 años en busca de una vida mejor junto a su madre y sus hermanos, no se le hubiera pasado por la cabeza que, casi siete décadas más tarde, volvería a Paterna para intentar recuperar los restos de su padre.
"Una de las cosas más impresionantes que he vivido con este viaje ha sido estar en el paredón donde fusilaron a mi padre, pero también me ha servido para identificarme", comenta Progreso, que continúa en su relato a Valencia Plaza: "acabo de recibir un libro del exalcalde de Bocairent, José Ferre, en el que una persona firmó un comentario en 1935, antes de que yo naciera, con el pseudónimo de 'Progreso Vañó', y creemos que fue mi padre y que por eso yo me llamo así".
La asociación de la fosa 21 consiguió, en su proceso masivo de búsqueda, contactar con una sobrina de Progreso, la hija de su hermano mayor, y fue en ese momento cuando él y Taberner se conocieron telefónicamente. "Pilar es una persona magnífica, que nos ha ayudado lo indecible para que pueda encontrar a mi padre", expresa. En esta línea, pone de manifiesto que intentaron que él se hiciera las pruebas de ADN en Sao Paolo y que se transportaran a España sin necesidad de que Progreso se personificara en Paterna, pero ha sido inviable por cuestiones técnicas como la temperatura necesaria para que las pruebas sean válidas.
Aunque no tiene la certeza de que su ADN vaya a coincidir con los que se supone que son los restos de su padre, Progreso tiene claro que su objetivo va más allá de encontrar a su padre: "quiero que el sacrificio que hizo por una idea de justicia sea conocido por todo el mundo. Si conseguimos identificar los restos, mi intención es dejarlos en el mausoleo que se está construyendo en Paterna, para que no se olvide por lo que luchó mi padre y tantas otras personas". Como demuestran los familiares de la fosa 21, la memoria ha hecho muchos viajes y ha superado obstáculos desde partes dispares del mundo, pero todos esos viajes se han unido por una causa, como reivindica Progreso: "que los restos descansen en paz y que se reconozca la lucha de todas las víctimas por la democracia".