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Entrevista al presidente de la federación valenciana de cooperativas de vivienda

Vicent Diego: “El cooperativismo puede dar solución al suelo parado de las administraciones"

17/09/2019 - 

VALÈNCIA. Las cooperativas de viviendas se han convertido en todo un fenómeno que cada vez coge más impulso dentro del mercado inmobiliario. Factores como la subida del precio del alquiler y las ventajas que ofrece, principalmente económicas, han provocado una proliferación de esta alternativa a la tradicional compra de un inmueble que en los últimos años ha ido ganando terreno. Si en 2014 se contabilizaron 96 cooperativas en la Comunitat Valenciana, a fecha de 31 de julio de este año la cifra ascendía a 130 sociedades, un crecimiento del 38% a lo largo de estos cinco años, según los datos de la Federación de Cooperativas de Viviendas de la Comunitat Valenciana (Fecovi). 

Las cooperativas son entidades sin ánimo de lucro formadas por una agrupación de personas que se unen para construir sus propias viviendas. Para ello, se suele buscar una gestora que será la encarga de buscar el suelo y desarrollar el proyecto. De esta forma, se elimina la figura del promotor y la operación inmobiliaria suele ser más económica. Además, los socios de la cooperativa, cinco como mínimo, participan desde el primer momento en la toma de decisiones del inmueble y sus zonas comunes. "El cooperativismo siempre nace para dar soluciones a necesidades", indica, Vicent Diego, presidente de Fecovi.

Pese a su auge en el mercado actual se trata de una fórmula que ni mucho menos es nueva, pero que ha tenido relevancia por el tirón de grandes operaciones como la que la gestora Adu Mediterráneo está impulsando en los terrenos del estadio Mestalla. Y es que el cooperativismo valenciano cuenta con más de 100 años de historia, fundándose la primera organización precisamente en la ciudad de València. Hasta la fecha, se han construido más de 120.000 viviendas en régimen cooperativo en la autonomía valenciana, de las cuales 30.000 han sido promocionadas en los últimos años, según datos de la federación.


 

Un movimiento que tuvo su origen en los años 20 con la aprobación de la Ley de Casas Baratas, recuerda Vicent Diego, presidente de Fecovi, quien explica que su origen radicó en "una necesidad de vivienda". "En aquella época había dos tipos de cooperativas en la ciudad: unas que eran las portuarias y otras de periodistas". Unas casas que todavía hoy perduran en la zona de Primado Reig. Sin embargo, a lo largo de este años el modelo ha cambiado y explica que "en los últimos 40 años ya han sido otro tipo de vivienda de autopromoción y con diferentes modelos".  

"Recuerdo que cuando yo empecé en el cooperativismo de viviendas, hace más de 40 años, era gente que iba a casarse y no tenía posibilidad de comprar una vivienda. Necesitaban un techo. Las cooperativas siempre nacen para dar una solución a una necesidad", afirma. Y es que si antes había una necesidad de vivienda para vivir ahora lo que ha favorecido la alta demanda de viviendas en régimen de cooperativas han sido los servicios que ofrece, unas calidades que aportan un valor añadido, puntualiza.

Existen varios modelo, pero el que hoy en día está en auge es el cohousing, una alternativa a las tradicionales residencias de mayores, que está dirigido a un segmento senior de la población. No es el único, también las hay pensadas para una línea más intergeneracional, colinving, y para núcleos familiares. El objetivo es el mismo. "Son personas que necesitan una vivienda que no sea un bloque de edificios con personas en alquiler y que no se conocen entre ellas, sino que surge para crear comunidad, un proyecto de convivencia en el que yo vaya y tenga una relación. Sería volver al origen de las casas de comunidad", puntualiza.

Cohousing vs residencias

El cohousing es un modelo nacido en los años 60 en países escandinavos y que está muy extendido en Europa Y EEUU como una alternativa diferente para vivir generando comunidad entre vecinos compartiendo servicios. Como en cualquier modelo de cooperativa de viviendas, la persona forma parte del proyecto, pero no es el titular del inmueble que es propiedad de la cooperativa. Entre los socios se pactan unos servicios comunes y unos estatus que serán el marco en caso de que algún inquilino quiera salirse. Diego resalta que la principal diferencia con una residencia de mayores radica en la toma de decisiones propia de la persona, que decide qué quiere, cómo lo quiere y dónde. 

Pero además formar parte de una cooperativa de viviendas implica que la persona es "parte de". "Yo controlo el dinero, la gestión profesional de quién lo dirige -la gestora-, con quién voy a estar y participo en cómo va a ser vivienda: sus calidades, diseño y servicios", destaca. En cuanto al coste, asegura que suele estar en torno a un 20-30% más barato que una vivienda construida bajo la fórmula de una promoción tradicional porque la persona "se ahorra la intermediación del promotor". 

Eso sí, desmiente la creencia de que se trata de un modelo únicamente para gente con recursos limitados. “En la cooperativa la gente tiene que tener un mínimo de capacidad económica porque hay que poner unas aportaciones iniciales y hay unos plazos que cubrir”. En la mayoría de casos, ese desembolso inicial suele ser del 20% del montante final, aunque también hay casos en los que se puede empezar con un 2% con cuotas más fuertes posteriormente. "Sin dinero no se puede constituir una cooperativa", subraya. 


 

La buena salud que goza hoy en día el mercado inmobiliario también tiene su reflejo en el cooperativismo. "Ha habido un crecimiento en todo el sector y, en concreto, en el cooperativismo. Hasta el 31 de julio de este año ya hay tantas cooperativas como en 2018. Se vuelve a ritmos de antes de la llegada de la crisis financiera en 2008. Después hubo un estancamiento hasta 2016-2017 y ahora volvemos a lo que había en los años 2000 que era un crecimiento normal", asegura Diego. Esta tendencia alcista la achaca a la capacidad que ha tenido el cooperativismo de anticiparse a las necesidades futuras de la sociedad. 

"Las cooperativas hemos querido estar al día y anticiparnos a lo que va a venir porque la gente quiere otro tipo de vivienda. Ya no basta con vivir en un piso sin más, sino que se busca una relación con su comunidad", apunta y señala que parte de atractivo se debe a las características propias de este modelo: su valor a precio de coste, la gestión en manos de los socios de la cooperativa y que el margen intermediario es para los cooperativistas.

Colaboración público-privada

Para seguir desarrollando proyectos apela a la colaboración público-privada con las administraciones, especialimente con ayuntamiento y la Conselleria de Vivienda y Arquitectura Climática que dirige Rubén Martínez Dalmau. Ya en la pasada legislatura este departamento, en aquel entonces liderado por la socialista María José Salvador, a través de la Entidad Valenciana de Viviendas (EVha), impulsó el primer concurso de suelo para cooperativas de vivienda en régimen de gestión de uso, es decir, la cooperativa es la titular del derecho de superficie por un plazo máximo de tiempo, en este caso de 75 años, y cede a los socios el uso de la vivienda como domicilio habitual y permanente. Del total de 12 parcelas que se sacaron se han adjudicado cuatro. Una iniciativa que el presidente de Fecovi valora, aunque reconoce que se debe seguir mejorando porque en su primera convocatoria se produjeron una serie de disfunciones.

“El año pasado estuvimos con el EVha para sentar las bases del concurso que no salió como nosotros queríamos por temas de financiación y de condiciones del coste de pago en especie, pero aún así ha salido. Se necesita suelo público. Tanto es así que nosotros creemos que el cooperativismo puede ayudar a dar solución a los eriales que tienen los ayuntamientos y la administración que no sacan ningún uso a los suelos. Con la ayuda de las cooperativas podrían no solo hacer viviendas, sino crear puestos de trabajo y ofrecer servicios complementarios a los municipios lo que aportaría riqueza a esas zonas”, reivindica.

Unos suelos de titularidad pública que se encuentran en la provincia y, sin embargo, están parados, lamenta. Y es que para Vicent Diego las administraciones “no han sabido interpretan que la cooperativa no es para dar viviendas los sin techo”. “Les cuesta entender que tienen que tener una cierta capacidad y que nosotros podemos ayudar a dar solución a suelo público para darle uso con servicios complementarios que necesita la población.”, insiste. Sin embargo, puntualiza que se está “en el camino y avanzando”.  

 

Por otro lado, Diego valora proyectos como el ADU Mediterráneo en Mestalla, una operación cifrada en 400 millones, entre la demolición del antiguo estadio y la urbanización de la zona, que prevé la construcción de unas 400 viviendas sobre una superficie de 97.225 metros cuadrados, de los cuales 41.456 metros cuadrados son de suelo terciario y 55.769 metros cuadrados destinados a la parte residencial. "Aunque aparentemente son viviendas de alto standing la sorpresa ha sido que un porcentaje elevado de los que ya han aportado la primera entrada para optar a una viviendas ha preferido que sea doble coste y tamaño", asegura. Es precisamente este el motivo por el que el número de pisos previstos construir se ha rebajado con vistas a que sean inmuebles de mayor tamaño.

Será antes de octubre cuando se constituya la cooperativa y los futuros cooperativistas hagan la segunda aportación para acceder a un inmueble. "Yo creo que sí que saldrá adelante. Mi visión es que sí por lo que ya hay ingresado y porque hay otros colectivos que quieren entrar para dar necesidad a lo que València precisa", destaca.

De cara al futuro, detecta que precisamente el cooperativismo de inmuebles de nivel medio-alto cogerá un fuerte impulso, aunque será más evidente el del cohousing que cuenta con varios proyectos que empezarán a cristalizar. "Nuestra previsión es que el cooperativismo siga crecimiento", destaca Vicent Diego. Y es que es el impulso de la administración en general por este modelo de cooperativa senior lo que, a su juicio, generará confianza tanto en la sociedad como en las entidades financieras. Por eso hace una petición: "Todos tenemos que empezarnos a creer la colaboración público-privada".


 

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