A punto de cumplir 50 años, su empresa emplea a 285 personas, está presente en noventa países y factura 71,5 millones de euros con sus sillas y muebles de oficina. Pero el Mejor Empresario Europeo del Año no para de fijarse retos
ALICANTE.-Vicente Berbegal comenzó a fabricar muebles para el televisor hace casi medio siglo, en 1968. Sus diseños (y su empresa) crecían a medida que se desarrollaba la tecnología doméstica, hasta que en los ochenta dio el salto del hogar a la oficina, de España al extranjero, y ya en los noventa, Creaciones Berbegal se convirtió en Actiu, una de las firmas de referencia en el sector del mobiliario para oficina. Hoy emplea a 285 personas, vende 71,5 millones de euros (datos de 2016), el 60% en mercados internacionales, y para 2017 espera otro incremento del 15% en las ventas. Tiene dos millones de referencias correspondientes a 64 líneas de producto, trabaja para Danone, Iberia, Allianz, Sony, la EUIPO, Tempe, Coca-cola… y su parque tecnológico (doscientos mil metros cuadrados, el 65% zonas verdes) es una referencia en el sector que no para de acumular distintivos. Hace solo unas semanas, Berbegal ganaba el premio al Mejor Empresario Europeo de 2016.
-Usted empezó a fabricar muebles en 1968. ¿Por qué no le dio por el juguete?
-Sí, Actiu cumplirá cincuenta años en 2018, porque empecé con apenas veinte años. Es cierto que nací en un lugar donde el juguete tiene su máxima expresión: en aquella época la Foia de Castalla fabricaba el 70% del juguete nacional, pero también empezaba a asentarse un negocio floreciente de carpintería y persianas, junto con Sax. Yo empecé a trabajar en un taller de carpintería, pero siempre tuve la inquietud de crear cosas. Hasta los veinte años estuve trabajando en el taller, y a partir de ahí comencé mi trayectoria empresarial. Con 18-19 años, aún por cuenta ajena, ya dirigía equipos de trabajo y tenía responsabilidades de gestión. Así que pensé en montar mi propia empresa.
-¿Cómo empezó?
-Lo primero que fabriqué fue un mueble para el televisor, que en 1968 empezaba a introducirse en los hogares y no tenía un lugar específico donde colocarse, como sucede ahora. Era lo que llamábamos 'tele-bar'; todo el mundo quería tener una tele y un mueble-bar como sintonía de prosperidad. En los setenta y ochenta hubo un crecimiento masivo y se implantó la informática personal: había que colocar el equipo, los periféricos, los discos… creamos un mueble de noventa centímetros donde podías ponerlo todo.
-En los ochenta fue también cuando comenzó a vender al exterior.
-Sí, en Europa, en ferias a las que íbamos con otros fabricantes. Durante los setenta habíamos crecido en todo el país, y a partir de ese momento conseguimos clientes en Francia, Alemania y Reino Unido. Trabajar en el exterior entonces era muy difícil porque aún no existía el mercado común. Al mismo tiempo, a través de la informática pasamos del hogar al sector profesional, a las oficinas. Diseñamos una silla muy básica. El juguete había aportado mucha tecnología y know-how en plástico y metal a la zona, y lo aplicamos. Eso fue a principios de los noventa, así que llevamos 35 años haciendo sillas de oficina, y ahora somos un productor líder en Europa, con nuestros propios sistemas patentados.
-Y de ahí a los 285 empleos que genera hoy Actiu.
-Los primeros pasos los das solo, o con algún amigo. En el 68 empecé solo con Creaciones Berbegal, que era una forma de comprometer mi apellido con el futuro. Y lo de 'creaciones', porque quería generar innovación. En los noventa abrimos empresas complementarias: Formas y Sistemas. Al final, para unificar, pensamos en una marca común que representase nuestra filosofía. Y no fue fácil, porque muchas marcas te gustan pero ya están registradas. Al final, dimos con un nombre que nos define a la perfección: Actiu (la razón social es Actiu, Berbegal y Formas).
«EMPRESARIOS DE 34 PAÍSES COMPETIMOS PARA DEMOSTRAR QUIÉNES SOMOS; FIELES A NUESTRO CONVENCIMIENTO, CREÍMOS QUE PODÍA SER, Y FUE POSIBLE
-Su empresa favoreció la reconversión industrial de la zona. ¿Cómo fue?
-La Foia de Castalla se había internacionalizado por el juguete, durante tres décadas desde los años cincuenta se construyó el imperio del juguete. Pero en los noventa dejó de ser competitivo por los costes, y comenzó la deslocalización. Hubo un bajón de trabajo, y problemas para los que se quedaban por la competencia china. Desaparecieron muchas empresas, pero tenían el know-how de cuarenta años. Los talleres, los moldes, la tecnología… Había una gran oportunidad de reunirlas, así que llegamos a acuerdos de colaboración. Empezamos los noventa con una capacidad de producción que muchas empresas no tenían, lo cual nos convirtió en una referencia para el sector. Las empresas del mueble son muy conservadoras, y nosotros tenemos más de mil moldes, que van de los cien a los veinte mil kilos. El desarrollo del producto y la I+D son nuestro mayor valor, porque en momentos de cambios muy rápidos como estos nos permiten ser ágiles y competir con otras empresas que tienen cinco mil empleados pero no nos ganan en conocimiento y capacidad.
-¿En cuántos países está hoy Actiu?
-Una cosa es vender fuera, y otra es estar allí. Estamos en ochenta o noventa países, pero otra cosa es crecer para que se nos considere del lugar. Europa es ya como una continuación de nuestro propio país, por la proximidad de la marca, y somos una referencia. Nos introducimos con showrooms. Uno de los primeros sitios a los que fuimos después, por compartir cultura, fue a Latinoamérica. Tenemos acuerdos con partners en cada país, que nos representan, hasta México. En Estados Unidos hemos entrado de forma puntual, porque es un país muy complicado, pero vamos a hacer una apuesta fuerte: esta semana (la entrevista se celebra el 15 de mayo) vamos a Miami a abrir un showroom propio, para expandirnos. Los siguientes objetivos son California y Nueva York, como referente. Son un objetivo inmediato.
-¿Y Asia?
-Tenemos un proyecto potente, porque Asia va a ser el mayor consumidor de productos en los próximos diez años. Y cada vez más gente quiere producto europeo: ellos son muy buenos en las copias y en costes, pero no tienen la frescura ni la profundidad de la creación europea. Valores como la sostenibilidad, la ingeniería, el aprovechamiento de los procesos, la profesionalización. Tenemos acuerdos en Japón, China, Indonesia, Tailandia, Corea del Sur… para generar potencial, incluso vienen a formarse aquí: la semana pasada tuvimos un grupo de japoneses. Para aportar diferenciación.
-¿Qué ha supuesto su fichaje por el programa Cre100do?
- El emprendimiento español está demostrando su capacidad de estar en el mundo, la crisis nos ha venido bien para eso. El ICEX y Cre100do están seleccionando a cien empresas (de momento hay cincuenta) en crecimiento continuo, con valores y capacidad para estar en el ámbito internacional. Las empresas o países que no exportan no pueden crecer, y España tiene mucho potencial para exportar, con una marca reconocida. Cre100do apoya a estas empresas y nos da armas para que el crecimiento sea sostenible y evolucionado. Los CEO de cada empresa nos reunimos una vez al mes para adquirir un conocimiento multisectorial, es muy enriquecedor. El impulso de otras empresas te reafirma.
-¿Y el Premio al Mejor Empresario Europeo del Año?
-Actiu tiene un departamento de Marketing muy potente (sonríe), para construir la imagen de nuestros productos en tantos países. Y con el apoyo de especialistas externos tenemos la oportunidad de estar en todos los foros. Estos premios son los que tienen mayor representatividad en toda la UE: 34 países avalan a sus empresarios, que compiten por ser un referente. Hay premios en varias categorías, que nos han permitido demostrar quiénes somos, porque se han evaluado distintos criterios. Y hemos ganado el único premio a la persona (el resto son a empresas), porque Actiu tiene unas condiciones muy equilibradas de crecimiento, innovación, de dinámica con las personas, reconocimiento internacional, sostenibilidad… Estamos supersatisfechos. Fieles a nuestro convencimiento, creímos que podía ser, y fue posible.
«El juguete había aportado mucha tecnología y know-how a la zona, y lo aprovechamos para diseñar nuestra primera silla hace 35 años»
-Usted es de los últimos empresarios alicantinos en entrar en AVE. ¿Cómo es?
-AVE está formado por empresas de relevancia, tiene un concepto propio al margen de las organizaciones patronales. No todo el mundo puede o debe formar parte, te invitan ellos. El objetivo es buscar el beneficio para la Comunitat Valenciana, no para las empresas que la integran. Ahora mismo tiene mucha notoriedad por su reivindicación del Corredor Mediterráneo, que significará una mayor unión en el ámbito económico y también social, con menos barreras y más facilidad para la comunicación personal. Y también nos permitirá sacar las mercancías de la carretera y eliminar elementos contaminantes, que es fundamental.
-Actiu inauguró su parque tecnológico en 2008, en plena crisis.
-Es que empezamos ocupando quinientos metros y en el año 2000 ya ocupábamos cincuenta mil. Pensamos que el siglo XXI nos obligaba a un cambio de mentalidad, trabajar de una forma más globalizada y aunar estrategia, producción, innovación y logística. En 2003 nos pusimos a ello, y lo inauguramos en 2008, con un millar de invitados de todo el mundo. La frase que más les escuchaba es que estaban encantados de no hablar de la crisis por un día. El parque tiene un concepto de respeto y sostenibilidad: crecer sin contaminar más. Por ejemplo, tenemos una planta solar que está aportando suministro a una comarca deficitaria. A los dos años de ponerlo en marcha nos animaron a someternos a una evaluación para comprobar su sostenibilidad, y ganamos el distintivo LEED, que es uno de los certificados de mayor prestigio. Si quieres ser una referencia, tienes que tenerlo. Y además nos dieron el certificado Oro, que es muy difícil de conseguir, y lo logramos con nuestra propia concepción de la sostenibilidad, porque no pensábamos en el LEED cuando diseñamos el parque. Cada cuatro años se revisa, y en la última evaluación incluso hemos mejorado, hasta merecernos el certificado Platino, que es el más alto.
-¿Y el próximo reto?
-Ahora estamos iniciando el reto WELL. Si el LEED es el aire, el WELL es la calidad de ese aire. Un nuevo concepto de relación empresarial más participativo, de mayor colaboración. Pasar de espacios de trabajo rígidos a otros más abiertos, cálidos y desenfadados. Tenemos un año para reconvertirnos hacia ese modelo, en el que el talento puede tener mayor recorrido.
* Este artículo se publicó originalmente en el número de julio de 2017 de la edición de Alicante de la revista Plaza