La “Mare de Déu d’Agost”, que es como se conoce en mi país la festividad de la Virgen de Agosto o de la Asunción, siempre nos trae tormentas, el preludio del fin del verano. Parece que no nos acordamos del año anterior y, cada vez que agosto se despide con rayos truenos, nos extrañamos, nos lamentamos y pedimos un poquito más de por-favor, que no se vaya el sol, que nos queda una ratito de piscina… Pero esta vez, la tormenta de verano ha llegado acompañada de viento del Este, un viento seco y cálido, tórrido, que quema la sangre y remueve las entrañas. Esta tormenta se ha llevado la dignidad y la libertad de dos mujeres luchadoras, sin miedo. A Ibtissam Betty Lachgar la han arrestado todo el fin de semana tras su campaña contra el niqab en Marruecos y a Esra al-Ghamgam, por luchar contra el apartheid que sufren las mujeres en Arabia Saudita.
No he visto el seguimiento de estas noticias en ningún medio de comunicación importante ni abriendo los telediarios o las tertulias políticas en “prime time”. No he visto las manifestaciones de solidaridad en Dinamarca, que movilizaron incluso a Amnistía Internacional en contra de la nueva ley danesa que impone una multa a las mujeres que cubren su cabeza con un pañuelo. Lo he buscado en toda la red y, excepto un diario nacional catalán, en el Faro de Ceuta y en el de Melilla -en el caso de Betty-, sólo los digitales y blogs minoritarios o anti-sistema se han hecho eco.
No es causalidad que el Rey de Marruecos se divorcie en mayo de la Reina más feminista del Reino alahuita, Laila Salma, a la que veíamos con la cabeza descubierta. Salma logró importantes avances para la igualdad de la mujer marroquí en temas de divorcio, logrando cambiar el Código Civil a su favor. Poco después de su desaparición del trono, Marruecos inició una campaña este verano incitando a los hombres a “cubrir” a sus mujeres en la calle y en la playa. “Sé un hombre y cubre a tus mujeres”, así, en plural.
La activista feminista Ibtissam Betty Lachgar inició una campaña a la contra: “Sé una mujer libre”. Fundadora de MALI (Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales) tiene como máximo honor figurar en la lista negra de ISIS. La “chica mala” de Marruecos ha protagonizado actos en apoyo de dos adolescentes que se besaron y subieron la foto a Facebook, a favor del colectivo LGTB, en contra del ayuno obligatorio en Ramadán… Pero su última lucha es la que le ha llevado a prisión, pasando tres días en un calabozo:. Además de rebelarse contra la obligación de cubrirse, había lanzado una campaña en favor del aborto. Y aquí está el quid de la cuestión: el control del cuerpo y de la conducta social de la mujer. “Queremos que los hombres dejen de controlar nuestros cuerpos”. Betty, que es su nombre de guerra, ya está en la calle.
No ha tenido tanta suerte Esra al-Ghamgam. La activista feminista sigue encarcelada pese a las protestas de hace un mes en su país pidiendo su libertad y la de otros quince activistas por la democracia. Esra al-Ghamgam fue detenida hace tres años junto a su marido tras participar en una manifestación a favor de los derechos humanos en su país. Los derechos humanos no existen para las mujeres en Arabia Saudita, que sufren un apartheid absoluto ante la indiferencia del resto del mundo, incluidos los más democráticos Estados de Occidente. Solamente Canadá osó hace unas semanas levantar un poquito la voz por la reciente detención de varios activistas, entre ellos las feministas Samar Badawi y Nassima Al-Sadah, con la consiguiente expulsión de su embajador y la suspensión de relaciones comerciales.
Son casi las ocho de la tarde y los grandes medios siguen sin recoger la condena de Occidente contra estos actos de barbarie o su solidaridad con las dos mujeres. Lo que me reafirma en que estamos asistiendo a una guerra silenciosa y soterrada de la que pocos somos conscientes. Mucho se ha hablado y escrito sobre la pérdida de derechos de los trabajadores tras la crisis y poco de la pérdida de derechos de las mujeres en los países musulmanes y de las musulmanas en Occidente. Bajo la bandera de la identidad cultural y de la libertad de religiosa, se esconde en realidad una nueva forma de sometimiento de la mujer, en este caso de las que profesan esta religión en Europa y de todas en el resto de países de influencia árabe. A Ibtissam Betty Lachgar han intentado acallar su voz y a Esra al-Ghamgam le espera la pena capital… Vientos del Este.