MADRID, (EP). Investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos) han descubierto que las mujeres que comen mucha carne asada, ahumada o a la parrilla y desarrollan cáncer de mama tienen más riesgo de morir que las que comen menos esos alimentos.
Además, según los resultados publicados en la revista 'Journal of the National Cancer Institute', una mayor ingesta de este tipo de carne antes del diagnóstico también se asoció con un riesgo un 23 por ciento mayor de morir por cualquier causa.
De las tres tipos de cocción, el ahumado parece ser el peor, ya que el consumo de carne de cerdo o cordero ahumada se asociaba con un riesgo un 17 por ciento mayor de morir por cualquier causa y hasta un 23 por ciento mayor en el caso del cáncer de mama.
"Hay muchos carcinógenos en las carnes a la parrilla o ahumadas", ha reconocido Humberto Parada, principal investigador del estudio, que citó entre los más frecuentes los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), que se forman durante la combustión de material orgánico.
Las mujeres pueden estar expuestas a estos carcinógenos por el humo del tabaco o la contaminación atmosférica, factores que están asociados con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama.
Algunas investigaciones previas ya habían sugerido que la exposición a estos productos químicos a través de la carne a la parrilla o ahumada puede aumentar el riesgo de cáncer de mama, pero el estudio actual ofrece la primera prueba feaciente de que también influye en las probabilidades de supervivencia.
Para su estudio, los investigadores entrevistaron a 1.508 mujeres diagnosticadas con cáncer de mama a las que preguntaron por sus hábitos alimenticios entre los años 1996 o 1997, y luego repitieron el cuestionario cinco años después.
Después de seguir a la mitad de las mujeres durante al menos 17,6 años, registraron un total de 597 muertes, incluyendo 237 directamente relacionadas con el tumor.
En comparación con las mujeres que apenas comían pequeñas cantidades de carne asada, a la parrilla o ahumada, las mujeres que consumieron muchos de estos alimentos antes y después de su diagnóstico tenían un 31 por ciento más de riesgo de morir durante el período de estudio.
En cambio, las mujeres que preferían comer aves de corral y pescado antes o después de su diagnóstico del cáncer fueron un 45 por ciento menos propensas a morir en el estudio, en comparación con las que no comieron estos alimentos, algo que podría deberse a su niveles más bajos de grasas saturadas en relación con las carnes rojas.
También es posible que el pollo y el pescado tengan un efecto protector o que se deba a que las mujeres comen menos carne roja, ha añadido Carrie Daniel-MacDougall, investigadora del Centro de Cáncer MD Anderson de la Universidad de Texas en Houston, que no participó en el estudio.
Una limitación del estudio es que las mujeres debían decir con qué frecuencia consumían determinados alimentos pero no se corroboró el tamaño de sus raciones o el número de veces que comían carne caqda semana.
Sin embargo, los resultados sugieren que las mujeres deben prestar atención a cómo cocinan sus alimentos para minimizar su exposición a sustancias químicas cancerígenas, según Mingyang Song, investigador del Hospital General Massachusetts de Boston y la Universidad de Harvard, que tampoco participó en el estudio.
"Estos productos químicos pueden ser producidos a partir de humo de madera o cuando la grasa y el jugo de la carne gotea en el fuego, provocando llamas y humo", según Song.