VALÈNCIA. Por las gafas de los personajes que aparecen en estos documentales parece que están rodados hace dos semanas, pero Vivir cada día se emitió hace treinta años, entre 1978 y 1988. Fueron 240 emisiones. En una primera etapa, el programa tenía un carácter costumbrista, con reportajes sobre trabajadores de diversa procedencia, las particularidades culturales de España y un carácter etnográfico. A mediados de los ochenta, el programa cambio a un formato de docu-drama, donde el personaje se interpretaba a sí mismo para mostrar su realidad, para analizar la sociedad de su tiempo.
En palabras de su director, José Luis Rodríguez Puértolas, pretendía "mostrar situaciones de la vida cotidiana española mediante la dramatización de hechos y vivencias reales interpretadas por sus protagonistas"
Los documentales tenían enfoques generales y huían del morbo, aunque no escondían nada. En el archivo de la web de RTVE hay algunos programas colgados que sirven de ejemplo. En La banda de don Evelio son unos músicos segovianos de una orquesta de El Espinar. Dan conciertos en su pueblo y en los de alrededor. Las imágenes de ellos acudiendo a uno en un autobús de la época, pasándose una botella de vino y fumando como carreteros mientras afinan los instrumentos tienen esa belleza que solo el documental puede aportar pasado un tiempo. No hay películas de ficción capaz de reproducir eso.
"Perder la juventud", decía uno que le suponía estar en la banda. Solo sirve para que otros se diviertan, confesaba. Tenía que estar subido al kiosco de las fiestas mientras los demás jóvenes eran los que se lo pasaban bien. Buena muestra de la perversión de los tiempos, ahora el dios en la tierra es el músico o el DJ que está en el escenario y todos le miran.
En el archivo también han subido un episodio sobre los estudiantes de Santiago de Compostela. En Vida de estudiantes después de escalofriantes imágenes de la tuna, se exponía perfectamente que la enseñanza universitaria era hasta hacía poco privilegio de unos pocos que alcanzaban así un estatus elevado en la sociedad, por lo que en la llegada de los 80 las solicitudes de ingreso saturaban a las universidades.
Había imágenes que marcan, como un estudiante fregando un plato sin esponja, con la mano desnuda. "Los estudiantes se dejan llevar por el pasotismo y las drogas", se queja uno. Luego la música vuelve a ensañarse, en un corrillo salen cantando impunemente algo peor que la tuna, How I wish you were here de Pink Floyd. Un entrevistado se alegra de estar en un colegio mayor porque: "nos hacen las camas"... Ejem ejem... Es llamativo cuando una estudiante se queja de que en la facultad hay muy pocos cadáveres para dominar la anatomía humana.
Completan esta pequeña muestra Cartas de la familia sobre lo que hoy llamamos la España vacía. En este pueblo de León, Noceda de Cabrera, un matrimonio de ganaderos contaba que a sus hijos tenían que envalentonarlos que se atrevieran a andar por la zona, tenían que hacer kilómetros solos caminando y les daban miedo los lobos. Por otro lado, de interés antropológico era el capítulo dedicado al atávico impuesto sobre la estupidez, La venta de lotería. Una anciana vendedora que iba por los bares contaba que vivía en una casita que era "un agujero, sin ventilación y sin nada". Escenas de entonces... y de ahora.
Es una pena que en el archivo del ente público no hayan rescatado programas sensibles. Como el emitido en marzo de 1986 sobre tres maquis, se titulaba Tres octubres. Mostraba a tres hombres que regresaron a España procedentes del exilio en Argentina México y Francia. Habían hecho en 1934 la revolución de Asturias, fueron a la cárcel por ello, amnistiados por el Frente Popular, participaron en la Guerra Civil y se echaron al monte en 1937 tras la caída del frente asturiano. Ahí crearon la federación de guerrillas de León-Galicia. A día de hoy, es un testimonio, una fuente primaria, muy interesante, que debe difundirse en tiempos de demanda de Memoria Histórica y porque también demuestra que esta no es un invento actual como creen ciertas posiciones que pecan de adanismo.
No era solo una película informativa, había mucho más. Emociones profundas de los que tuvieron que escapar de España tras luchar por su dignidad. En el reportaje de Vivir cada día volvían juntos y se reencontraban con su país. Según citó El País, mantenían una posición crítica con la democracia española, la acusaban de ser más burguesa que revolucionaria.El director del capítulo, Antonio Artero, declaró que le sorprendió de sus protagonistas "su profunda calidad humana, estuvieron muchos años combatiendo y no son hombres crueles, aunque tuvieron que luchar como animales".
Otro hito del programa fue conseguir que Cosmín, un hombre de 92 centímetros de altura, que tuvo su capítulo dedicado, lograra emparejarse con una catedrática de instituto de Ferrol que sintió curiosidad al verle en televisión. Se casaron.
Ver estos vídeos ahora es muy revelador por la realidad cotidiana que muestran, acostumbrados como estamos a volver al pasado a través de la nostalgia y todas las deformaciones interesadas o ridículas que esta conlleva. Era un país de contrastes el que se mostraba, que estaba experimentando grandes cambios, pero al mismo tiempo sus grandes problemas siguen de algún modo presentes en la actualidad. Y queda una duda importante ¿No teníamos mejor expresión oral hace treinta años?