La castellonense Pepa Cases escribe y dirige 'Voràgine', un espectáculo de danza que habla del dolor y también de la incomprensión que padecen especialmente las mujeres agredidas
CASTELLÓ. En 1999 el supremo italiano dictaminó que abusar de una mujer con pantalones vaqueros no era violación, porque -supuestamente- para quitarse esta prenda se necesita la colaboración de quien la lleva. Desde entonces se celebra el Denim Day (Día del Tejano) como respuesta; un día en el que más que nunca se recuerda lo importante que es combatir la violencia sexual, pero también promover el apoyo a las víctimas. Y es aquí, en la necesidad de acompañar a quienes sufren, donde se sitúa Voràgine, el nuevo trabajo de la castellonense Pepa Cases. Un espectáculo de danza teatral que se plantea como "un grito a la sociedad, un golpe al estómago, una bofetada para despertar".
Una protagonista -que viste vaqueros- y una multitud que podrá observar, tomar partido, reflexionar, emocionarse, reírse incluso, y que "regresará a casa posiblemente con la certeza de que algo tenemos que cambiar". La obra se estrenará este viernes en la plaza del Ayuntamiento de València, como parte del festival Dansa València.
"Hablamos de desigualdad, de acoso y de lo intolerante que es la sociedad. Sobre todo de qué le ocurre a una mujer después de una agresión sexual. Ya sabemos que la agresión es algo muy grave, pero no nos interesa mostrar esto en detalle, sino lo que viene después. ¿Cómo vive esta mujer? ¿Cómo se la juzga? ¿Hasta qué punto se la amenaza? ¿Por qué no somos capaces de ver la realidad por la que pasa?", de todo esto reflexiona Voràgine.
Siempre ha mantenido la bailarina una vertiente feminista en sus producciones, pero esta vez asegura haber dado un paso más allá con la creación de un espectáculo que sin el financiamiento del Institut Valencià de Cultura no podría haber visto la luz. Hacía tiempo, de hecho, que la profesional no se acompañaba de un elenco tan grande y en este caso, camina de la mano mayoritariamente de mujeres. Cases cuenta con el apoyo de Flor Vaugeois como asistente de producción y Rocío Gisbert como asistente de coreografía. Pero además, el equipo lo completa la técnico Ada Sánchez Alcón, mientras que el cuerpo de baile e interpretación lo forman Ainhoa Cebrià, Ana Lola Cosín, Anna Mateu, David Beitia, Fer Cenci y Oriol Roca.
Se trata, con todo, de una obra apta para todas las edades y generaciones -incide Cases-, que ha sido creado con el asesoramiento de Patricia Calvo, experta en Igualdad, e incluso trabajadores que han estado en contacto directo con víctimas sexuales.
"Quería contar de manera cercana una realidad tan cruel para que fuera entendida por todo tipo de públicos. Sobre todo porque este es un espectáculo de calle. Entra en contacto directo con todos los públicos y queremos que lo entiendan los mayores, pero también los más pequeños. Es importante hablar de por qué se juzga más a la víctima que a los agresores. Algo que habría que cambiar", manifiesta Cases.
Cuenta la pieza con una escenografía "muy sencilla", pero perfecta para impactar. Y es que el público podrá situarse por delante y por detrás del escenario. Una representación hecha a 360º que le permitirá no solamente observar la trama al detalle, sino también ver en primera plana cómo es la reacción del resto de personas.
Así mismo, aunque se trata de un espectáculo puro de danza, habrá un momento en el que la dinámica se romperá con la introducción de texto. Las justas y necesarias palabras para "sorprender", avanza Cases.
Previamente a su estreno oficial en València, la obra fue representada en diferentes municipios valencianos para testear hasta dónde llegaba el feedback con el público. También recaló en colegios e institutos. Y en todos los casos Voràgine emocionó. "Es complicado porque cuando una obra se representa en la calle somos los artistas quienes invadimos el espacio público, mientras que en el teatro ocurre al revés y son las personas las que llegan a una sala que es nuestra. En la calle igual te encuentras con que de repente hay alguien paseando a un perro, suenan campanas, la gente se levanta y se va con más facilidad y hay quienes llegan tarde. Son muchos los handicaps, pero también hay cosas bonitas, y es que la energía de la calle es muy diferente. Ha habido mujeres que han levantado la voz y han chillado en medio del espectáculo para expresar que no estaban a favor de lo que estaba ocurriendo. También, los más pequeños entienden que esto es bullying y preguntan por qué sucede, que no es justo. Es un espectáculo que da pie a participar y reflexionar", señala la creadora.
Es importante también recalcar que en ningún caso aparecerá ninguna imagen que pueda herir sensibilidades. De ahí que abarque un rango de edad tan amplio. "El lenguaje corporal es super mágico. Con una mirada y con un movimiento se puede expresar mucho. Y es bonito que cada quien lo entienda a su manera. Evidentemente parte de la tragedia, pero tiene un final esperanzador".
Cuenta Ana Lola que lo que más le ha llamado la atención de la presentación al público es cómo hay mucho respaldo hacia la protagonista. "Están a muerte con la víctima", pero plantea una reflexión interesante: "¿Por qué este sentimiento no se extrapola y sirve para erradicar la violencia?" También siente Fer Cencillo que "cualquiera puede sentirse identificado", ya sea "por haber sufrido otro tipo de violencias o por como a veces la sociedad te hace sentir vulnerable."
Tras Dansa València, la obra se representará el 5 de mayo en el FitCarrer y más tarde llegará al MIM de Sueca, a Sagunt Escena y a las capitales culturales de este año, Gelde y Guardamar del Segura.