VALÈNCIA. La historia no es muy diferente de otros casos similares, la pequeña idea que crece y crece. Pero tiene un alto valor metafórico, es un ejemplo, uno más, de la incidencia que está teniendo la economía de la bicicleta en la vida cotidiana de València, cómo está cambiando la fisionomía de los barrios.
Vuelta de Tuerca nació hace cuatro años como taller de bicicletas en el barrio de Benimaclet. La intención inicial era ofrecer un servicio cercano y económico para los usuarios de la zona. Al principio estaba solo Manuel Cabezudo al frente de la tienda y temporalmente le ayudaba Dani, su mecánico de confianza y actual mecánico de la nueva tienda.
Fue al cumplir aproximadamente tres años de estar abierto y por varias circunstancias que Manuel decidió dar el paso y mudarse a una tienda más grande. Una apuesta en la que además contraté a Nacho Durá, diseñador y artista valenciano, para encargarse de la imagen de la tienda, tanto física como en redes sociales.
Hoy Vuelta de tuerca es una referencia para muchos usuarios de la bicicleta por su buen gusto. “La gente nos conoce por personalizar bicicletas a gusto del cliente, por customizaciones que van desde solo cambio de piezas hasta pintura, cromados y modificaciones”, explica Manuel. “También nos conocen por restaurar bicicletas clásicas y por tener un servicio muy rápido de reparación”.
El próximo seis de octubre Vuelta de tuerca cumplirá cinco años en funcionamiento, convertida en un ejemplo más de hasta que punto la bicicleta es algo más que un vehículo de transporte. “Nos encanta la bicicleta como medio de transporte, como fenómeno sociocultural y como objeto artístico”, comenta Manuel. Una opinión que comparten muchos. Y es que hoy, en las ciudades modernas, las bicicletas ya no son sólo para el verano.