Cuando el síndrome de la España’92, a Fran Espí y a Xavi Climent todavía les quedaba un trecho para venir a este mundo. Con 23 y 25 años, respectivamente, su irrupción en la ciutat remueve y renueva. Espí a cargo de las cocinas del restaurante La Sucursal, encaramado en las alturas del Veles e Vents. Climent con su proyecto propio, en Va de bo, donde la calle Finlandia.
No se conocían y el primer encuentro debía entrecruzar unos caminos que habían estado rozándose en múltiples ocasiones. Con trayectorias paralelas, pero destinos opuestos, sus voces cargadas de referencias tienen el regusto de la emancipación: tomar las riendas de su oficio al cien por cien; la oportunidad y el riesgo de ser uno mismo de manera plena.
Hemos quedado en un coworking de Abastos. En la sesión de fotos se les confunde con algunos de los emprendedores que pululan por la sala. A las puertas de una cabina para conferencias, se les consulta: “¿estáis esperando para entrar?”. Pero Espí y Climent ya hace tiempo que decidieron pasar sin preguntar. Esto es lo que se escucha en el interior de la cabina.