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Ximo Roca: "València tiene un mobiliario urbano totalmente impersonal"

5/04/2020 - 

VALÈNCIA. Decía Gardel que veinte años no es nada, pero treinta, eso ya es otra cosa. Con tres décadas uno ya fija la mirada desde la madurez, con una perspectiva tanto interna como contextual, tiempo suficiente como para poder mirar desde dentro y hacer análisis con perspectiva. Treinta años hace que nació Ximo Roca Diseño, una de las firmas clave del sector valenciano y no hay Covid-19 que impida celebrar las buenas noticias. Tras graduarse en Artes Aplicadas, especialidad en Diseño Industrial en 1980, Ximo Roca inició su trayectoria profesional como jefe de Diseño y Producto de la marca de mobiliario Andreu World hasta que en 1989 fundó su propio estudio, Ximo Roca Diseño. Hasta ahora. El viaje pasa por el sillón Salinas para Bonestil (1989) hasta la minicuna evolutiva Cocoto para Micuna (2019), aunque entre uno y otro hay mucho trabajo por contar. Un trabajo que, por cierto, ha sido reconocido con galardones como CLAP y las distinciones de la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana. Hablamos con Ximo Roca.

-Ximo Roca Diseño cumple 30 años, ¿cuál es su balance?
-Además de los 30 años de la empresa, hay nueve más de experiencia profesional. Estuve en Andreu World. Los primeros años fueron muy duros, creo que serán muy parecidos a lo que vamos a pasar ahora cuando vayamos a reiniciar el tema. En aquel momento vivías del trabajo, no tenías unos royalties que hacen de almohada. Ahora no hay facturación. Y no es un tema local, sino global. 

Es cierto, aunque los primeros años fueron duros, pero después ha ido bastante bien. En la evolución de la empresa siempre se ha planteado una expansión. Se empezó trabajando muy localmente, para luego pasar al ámbito nacional y acabar en el apartado internacional, con Francia, Italia, México, Colombia o, ahora, Australia. Ha habido una expansión internacional importante. 

-Ahora que la sostenibilidad se ha convertido en prioridad, cabe destacar que, en el año 1994, ya diseñaron una colección de muebles que incluía papel reciclado. 
-Siempre he estado pendiente de la investigación con nuevos materiales. De hecho, estos muebles hechos con papel reciclado fueron un gran riesgo. A nivel de prensa fue un boom, fue portada en revistas, pero en el ámbito comercial fue un fracaso. En aquellos años no se estaba preparado para ese tema. Ahora la gente más mentalizada y sensibilizada. Muchas veces quieres innovar pero no te lleva a la finalidad que querías conseguir. El éxito puede ser conceptual pero no comercial. Ahora ese tema ha cambiado. 

-También están trabajando ahora con materiales creados a partir de botellas de plástico.
-Nunca hemos renunciado a la investigación de materiales. Justo ahora estamos en un proyecto de investigación de un material nuevo. Calculo que en dos años podremos estar en el mercado con otro material reciclado. Ahora el diseño está muy sensibilizado con la ecología. Es sí o sí. Desde el primer momento que trazas una línea de lápiz ya estamos pensando en qué materiales vamos a utilizar. 

-¿Qué proyecto ha sido clave en estos 30 años? 
-Muchos... No hay uno que pueda ser 'la foto' de estos 30 años. Desde el estudio siempre se ha trabajado sobre encargo. El producto final que se ha presentado ha sido muy pensado para la empresa. Hay muchos éxitos, por ejemplo, el sillón Salinas para Bonestil, de finales de los ochenta, una pieza que ha recorrido el mundo expuesta en museos y exposiciones. Otras piezas como la vajilla MALVA.ROSSA: el mayor halago que un diseñador puede recibir es que el gerente de una empresa te diga que gracias a un diseño tuyo se ha salvado. Es el mejor premio, que una empresa suba su facturación gracias a tu producto. Otro encargo importante fue la silla Mariquita, una gran inversión. Ha sido un producto muy gratificante, se han vendido más de un millón de unidades. Todos los productos tienen un punto,  aunque haya sido un fracaso comercial, le tienes cariño: son una experiencia. 

-Un buen diseño debe ser...
-Es muy difícil. Si haces un producto excesivamente innovador te arriesgas a que no tenga aceptación en el mercado. Si haces un producto que se mantiene dentro de una línea de tendencias no deja de ser uno más. Tienes que buscar el producto que por su estética y funcionalidad pueda abarcar ese riesgo que nos demanda el cliente con la tendencia que pueda haber en el mercado. Sobre todo, además, siempre hay que buscar que el objeto pueda tener una doble funcionalidad. 

-¿Existe un ‘made in València’?
-El diseño valenciano como tal no existe. Cada vez hay menos diseño local. Estaba muy definido el mercado nórdico pero está desapareciendo porque sé está conceptuando todo a nivel de globalización. Sí que existe una tendencia, o bien por los materiales o bien por los colores, mediterránea. Hay un arco mediterráneo que tiene un sabor propio y el diseño valenciano tiene la suerte de estar bien ubicado en el ámbito internacional con esta tendencia. 

-Sus piezas han estado en museos como el MoMA o en el IVAM. Este último, además, hace unas semanas confirmó que quería potenciar una línea de trabajo centrada en el diseño, comprando piezas de La Nave para su colección, ¿cómo ha cambiado la consideración social o cultural del diseño? 
-En 1994 se hizo la exposición '20 diseñadores valencianos', en el IVAM, y ya tuvimos una percepción de lo que podía llegar a ser el diseño valenciano a nivel cultural. Es cierto que luego cambiaron la políticas y conceptos de exposiciones. Se ha valorado el diseño gráfico pero a nivel industrial la única otra exposición que se hizo en València fue 'Suma y sigue', en el MuVIM, comisariada por Paco Bascuñán, que unía industrial y gráfico. Como industrial como tal, se hará la exposición de Alcoi, que por desgracia se ha retrasado. Es importante que se empiece a valorar el diseño porque todos convivimos con por él. Yo siempre he criticado mucho el mobiliario urbano de València. Tenemos en la ciudad un gran plantel de diseñadores industriales que podríamos haberlo desarrollado. Tenemos un mobiliario urbano totalmente impersonal que podría tener cualquier ciudad de España o de Francia. Por desgracia se ha valorado más el diseño gráfico que industrial en València, que solo se ha valorado a nivel ferial. Hace falta un gran apoyo. 

-Justo Marisa Gallén hablaba hace unas semanas de esa necesidad de repensar el paisaje urbano. 
-Tenemos la suerte de que en dos años València será Capital Mundial del Diseño. Esto servirá para concienciar a la ciudadanía de que el diseño está ahí. De la nomenclatura de las calles, pasando por la señalética, el mobiliario urbano que comentábamos antes… pasando por muchas cosas que se puede mejorar. No se trata de cambiar todo de golpe pero si hacer un estudio previo de qué se puede hacer. Que esto sea el pistoletazo de salida. 

-De cara a la capitalidad mundial se están dibujando algunos proyectos para que los diseñadores tengan un papel más activo en la Generalitat o el Ayuntamiento. 
-Es positivo que piensen que esto tiene que ocurrir. Ahora no nos podemos reunir, a pesar de que estaba pensado, por el momento en que estamos. Espero que esto pase y podamos mejorar la ciudad, que es lo que se pretende. 

-Valencia será Capital del Diseño en 2022, ¿qué tiene que pasar para que sea un éxito? 
-Hay que educar a la gente para que sepa diferenciar entre el buen y el mal diseño. En la restauración, hubo un momento que marcó un antes y un después, por lo menos en este apartado, la America's Cup. Antes en València no había restaurantes, se contaba con los dedos de la mano dónde podías ir a cenar bien. En 2007 esto cambió totalmente. La gente ya sabe diferenciar una hamburguesa de una franquicia a una de un restaurante. Este es un ejemplo básico, pero sí es cierto que la gente se ha educado a comer bien. Hay que trasladar ese concepto al diseño. Este cambio se puede llegar a conseguir.

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