Los invitados no acuden a las entregas de premios estrictamente por propio placer: van a complacer a quienes lo entregan y a quienes lo reciben. Si acaso, siempre hay alguien que acude con una pamela gigante imaginaria esperando algún día ser el próximo destinatario de los aplausos. Pero lo más normal es que se acuda a estos actos por compromiso: bien porque se tienen acciones en alguna filial y se quiere tener voz, bien para que la institución que los entrega no acumule rencores en contra de uno o bien en representación de alguna empresa que fabrica o distribuye cartuchos de tinta y cajas de grapas.
Afortunadamente para todos, existen distintos alicientes y recompensas que incrementan el interés de los invitados: la existencia de refrigerios, manjares y bebidas -completamente gratuitos- servidos por esforzado personal de servicio que por lo general estudian Arte Dramático o Arquitectura; la presencia de cámaras que darán testimonio de que no viniste vestido como un mindundi o mal maquillada o despeinada, o al menos eso creías hasta que leíste la crónica social de la semana; también influye todo aquello que nos contaban nuestras madres cuando había que volver al colegio: reencontrarse con amigos, pasar un rato de recreo agradable, aprender cosas; aunque, en el fondo de nuestro corazón, todos acudimos a las entregas de premios motivados por la posibilidad de encontrarnos con entes interesantes con los que mantener una conversación que nos cambie la vida.
Como las distintas voluntades reunidas tienen objetivos distintos, hay que tener en cuenta algunas disposiciones en este tipo de ceremonias que enumero aquí en plan DonSupertacañón por si alguien quiere cotejar sus costumbres con las que yo considero convenientes en este tipo de encuentros y que no constituyen más que un pequeño manual general, completamente ajeno a los eventos a los que he acudido esta semana:
Un acto debe empezar siempre a su hora. Sabemos que hay asientos todavía vacíos, faltan los parientes, los afines, los que venían en avión y los muy estimados. Pero empiezas a la hora prevista o, mientras cometes una deferencia con los que llegan con retraso, cometerás también una incorrección con los que han llegado puntuales. Y peor aún: convencerás a los puntuales, como yo, de que siempre merece la pena llegar tarde. Katastrophe.
La buena disposición del auditorio no puede venirse abajo en una larga presentación. Aunque también se supone que todo el mundo conoce a los anfitriones, quizás no todo el mundo está al tanto. La mayoría seguramente no le ponga cara a sus apellidos, o los conoce sólo de pasada. De manera que la presentación ni debe hacerse eterna ni tampoco tan breve que dé paso a los presentes por su nombre de pila. Una presentación no es un trámite de memoria: es un ejercicio de apostolado.
Muchos han dado clases para hablar en público y ya saben que hay que entrar en materia sin preámbulos. Si el público ha venido a ver el premio a la mejor morcilla de cebolla de la región, introdúcelo sin más, de manera verbal, en la carnicería con la carne y la hortaliza ya picadas de antemano, evitando obviedades.
Los que digan “ha sido una gala de lo más amena, se nos han pasado las tres horas volando”, sin duda mienten.
Su extensión debería regirse por la máxima sobre los alegatos del abogado Floriot, eminente penalista francés: “una declaración debería parecerse al vestido de una mujer. Debe ser suficientemente larga como para cubrir todo el sujeto, y suficientemente corta para tener ganas de seguirla”. No es una dimensión tan precisa como la mía: 50 minutos. Sin proyecciones. A menudo las proyecciones fallan y cada vez que se vuelve a encender la luz, media fila de butacas ha quedado vacía.
Las entregas de premios, como toda reunión mundana, y vistas desde el prisma de mi trastorno de ansiedad social, son un castigo de Dios. Sólo serían emocionantes y divertidas si se hicieran en un cuadrilátero lleno de barro y los premiados tuvieran que luchar por un premio en metálico. El mejor momento es cuando alguien dice: “no quiero abusar de vuestra paciencia” y no abusa.
Por eso la actitud de los invitados, para evitar ensañamientos, debe ser sobria y cordial: llegar a tiempo para evitar multitudes, saludar brevemente al principio, no hacer uso del teléfono móvil más que cuando sea preciso, posar para las fotos que les sean requeridas y saber presentarse a los demás. La labor de quejarse de que la ceremonia tenía demasiados números musicales, de comentar que al presentador no se le entendía, de hacer un ranking de los canapés, de criticar los trajes de las señoras, recordar que no había papel higiénico en el baño o comentar maledicencias sobre los demás deben dejarla a los profesionales que hacemos la crónica social, que para eso estamos.
Esta semana han tenido lugar diversas presentaciones de los periódicos valencianos, para agradecer a sus lectores y a la sociedad en general el apoyo y la buena acogida que han recibido. Aunque para mucha gente joven el periódico en forma física parezca algo anacrónico que corresponde más a la época de Gutenberg, para los que estamos más cercanos al año 1454, los diarios de cualquier índole gozan aún de cierto prestigio, bien para nutrirnos de informaciones o de opinión. Por eso la edición en papel nos produce la falsa impresión -nunca mejor dicho- de que seguimos teniendo los pies en el mismo mundo en el que nacimos. Y sin duda por esa razón seguimos leyendo libros y noticias en cualquier soporte que nos venga a mano. No leer noticias es como usar una pasta adhesiva para la dentadura de fresa: el sabor es agradable, pero te recuerda que te faltan los dientes.
No es preciso predicar a los conversos, pero en lo que respecta a Valencia Plaza no sólo los ámbitos informativos y de opinión están sobradamente cumplidos y bien presentados, también cada vez son más a los que, como a Saulo, les caen las escamas de los ojos y ven que la proyección hacia el futuro de este diario digital valenciano se ha convertido en una realidad única e imparable.
En el Palacio de Congresos
Nuestro séptimo aniversario reunió a más de mil trescientas personas de todos los ámbitos, cifra destacable al haberse celebrado un lunes. El tiempo primaveral invitaba a salir esa tarde por las calles de Valencia. Yo elegí el transporte público, el autobús 63, que es más ecológico progresista y estaba a la sazón conducido por una joven que aprovechó que pasaba mi tarjeta magnética por el lector de validación para absorberme con la mirada. ¿He dicho ya que es primavera? Sí, dos frases antes, pero me pareció que nadie había optado por la bicicleta para materializarse en el acto, quizá debido a que los elegantes trajes que se iban a exhibir podrían mancharse con la grasa de la cadena.
Varios coches de marca Audi -sospecho que patrocinadores o que alguien había aparcado en la acera quien sabe con qué pretensiones- hacían pasillo hacia uno de los palaus más prácticos de nuestra ciudad (cuenta con enchufes escondidos bajo el mármol para poder recargar el teléfono móvil de manera subterránea). En la entrada se encontraba mi maltratado, por mi dificultad de explicarle todas mis taras mentales, Eugenio Viñas, redactor jefe de Cultura en Valencia Plaza (a partir de ahora V.P.) con unas juveniles deportivas a la moda; los chicos de Docs València, Pau Montagud y Nacho Navarro, con su loock lumbersexual intelectual que trae de cabeza a muchas jóvenes; el guapérrimo Carlos Garsán, que iba impecable con una pajarita roja decorada con fractales y camisa blanca con los botones ocultos, como marca la etiqueta.
También las encantadoras Meritxell Barberá e Inma García, tituladas en Danza Clásica y Contemporánea y que están hasta el día 21 por toda la ciudad en sus lugares más visibles, como la plaza del Ayuntamiento, con el Festival 10 Sentidos, esta edición dedicado a los mayores; ambas eligieron el negro y complementos de plata muy frescos y dos peinados impecables y lisos; A la entrada de la sala, Jesús García Cívico y su esposa Greta Verónica, el director del Consorcio de Museos, José Luis Pérez Pont, la fotógrafa de las islas de Gauguin Tania Castro, directora del festival Photon, la periodista Elvira Graullera y, ya dentro, todos los invitados retratados por nuestra fotógrafa insignia, Eva Máñez; Mariola Cubells vino acompañada por el Secretario Autonómico de Medio Ambiente y Cambio Climático, Juliá Álvaro.Los premiados, sentados en la tercera fila.
Yo llegué un poco tarde y me porté fatal pasando entre las filas buscando un asiento. Finalmente me senté al lado a dos mujeres amigas, premiadas y bendecidas tanto en la vida personal como en la profesional: Eva Vizcarra, ganadora de certámenes internacionales por sus documentales, y Reme Maldonado propietaria del saloon musical más atractivo de la ciudad, La Edad de Oro. A mi derecha, unas butacas más allá, Carmen Amoraga, Directora General de Cultura y Patrimonio de la CV y escritora, en ese momento escritora de alentadores tuitscomo “sin periodismo no hay democracia”. Aunque, claro, a ver si al final hay algo de eso. Como me divierte ser muy redactor de Sociedad cotilleé sobre el color de su camisa en las redes sociales, un detalle absolutamente falto de importancia, unos pourparlers, muy de actualidad.
Presentó, con muy buena mano y mucha profesionalidad nuestra redactora de Empresa y Emprendedores y jefa de contenidos de Revista Plaza, Estef Pastor. Por cierto que hace poco fue su cumpleaños: felicidades por ambas cosas.
Para abrir boca en la gala, Luis Garicano, catedrático de Economía de la London School of Economics, realizó un interesantísimo preámbulo al tema del Bréxit, en el que nos dio tiempo a comprender la realidad del Reino Unido, su relación con nuestro país y a una señora de una butaca vecina a hacerse la manicura y me pareció ver, porque permaneció un tiempo agachada en su asiento, la pedicura. Cuando alabó la victoria de Macrón empecé a buscar dónde estaban situadas las salidas de emergencia y apareció como por ensalmo en mi campo de visión la tranquilizadora imagen de Mayrén Beneyto, toda elegante, acompañada por su marido, Ramón Almazán.
El presidente del grupo Ediciones Plaza, Enrique Lucas Romaní, agradeció la confianza y la labor de los accionistas, anunciantes, redactores, colaboradores y, muy especialmente, a los lectores. Además anunció la próxima llegada de Valencia Plaza a Castellón.
Tomó la palabra nuestro director, Javier Alfonso, del cual expresé públicamente que me parece el director de periódico más atractivo de la ciudad, afirmación que me valió que se presentara ante mí su encantadora esposa, Eugenia Bertó, para aclarar dicho punto y, de paso, conocernos personalmente. Alfonso dijo en su discurso algo muy cierto, que “en VP nos creemos lo que hacemos” y que en la redacción no somos muy dados a los populismos ni al periodismo espectáculo.
Ambos fueron claros, concisos y breves, pero además se les notaba la voluntad de ser sinceros y de mirar al público a los ojos. Las palabras les nacieron de la conciencia, nadie leyó un discurso de esos en los que el público va contando el espesor de las hojas que quedan y mira si son impermeables a la luz eléctrica o si dejan filtrar una prometedora luz crepuscular.
Premios y premiados
Los premiados fueron Bankia Fintech, Baleària, AVE y Fundació per Amor a L' Art. El Premio Emprendedoresa Bankia Fintech lo recibieron, de manos del president de Les Corts, don Enric Morera, Fran Estevan y Miguel Capdevila, de CEO de Innsomnia con los que estuve hablando luego sobre banca acompañados por el periodista JuanEmilio Maíllo, director de comunicación de Bankia.
El premio Empresas lo recogió, para Baleària, Adolfo Utor, quien recalcó la importancia de la empresa en la sociedad, y fue entregado por el Delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues.
El Premio Valencia Plaza fue para la AVE. subieron su presidente, Vicente Boluda y Federico Félix, presidente de ProAVE. Boluda recordó, aprovechando que Ximo Puig le entregaba el galardón, ante las fuerzas vivas del gobierno valenciano, la importancia del corredor mediterráneo.
Joan Ribó, quien recordó que todo periodista debe tener un salario para actuar libremente, entregó el premio Cultura a la Fundació Per Amor a l’Art, en manos de la directora general de la fundación, Susana Lloret, quien, después de mucho traje oscuro, iluminó el escenario con unos pantalones color hueso yhombros al descubierto muy en consonancia con la Consellería de Manuel Alcaraz.
Primeras filas
Estuvieron en primera fila los consellers Vicente Soler, de Hacienda, Rafael Climent, deEconomía, Elena Cebrián de Agricultura, Carmen Montón, de Sanidad, y Gabriela Bravo de Justicia. Muchos secretarios autonómicos: Clara Ferrando, Zulima Pérez, Ferran Puchades, Enric Nomdedéu de Empleo, Mako Mira, Manu Illueca, Blanca Marín. Subsecretarios como Ricardo Campos de Sanidad, Alfons Puncel de Transparencia, Eva Martínez, de Hacienda; Rafael Sotoca director de Sanidad, Rocío Briones del Servef. Concejales: Vicent Sarrià del PSPV,Pere Fuset, Consol Castillo, Giuseppe Grezzi de Compromís; Jordi Peris de València en Comú. Los portavoces Eusebio Monzó, Maria Àngels Ramon-Llin del PP, Fernando Giner de Ciudadanos o el edil Narciso Estellés.
Miles de invitados
La lista de invitados es muy extensa y la tienen de lo más completa en este excelente artículo de mis compañeros de Redacción. Yo citaré, dentro de los que vi personalmente, a la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, de la que soy fan y con la que me disculpé si alguna vez se ha sentido blanco de mis críticas, disculpa que aceptó con humor: “No has sido el único”.
Hice un alto con el europarlamentario Manolo Mata, no pude saludar a Fran Ferri de Compromís, aunque lo intenté en vano pues parecía estar rodeado por una protectora nube mística; hablé con Isabel Cosme, presidenta de la patronal del pequeño comercio Cecoval, quien aprovechó para contarme algo muy de mi propia vida; Luis Manent, simpátiquísimo presidente de la Asociación de Abogados de la Generalitat; Rafael Alcón, que parece siempre por su peinado que acabe de dirigir la Novena de Beethoven, presidente de la Fundación Bancaja, que me invitó a la exposición que se inauguraba al día siguiente.
Vi a César Miquel, responsable de comunicación de CaixaBank en la Comunitat Valenciana y a Juan Emilio Maíllo de Bankia con Miguel Capdevila para los que he presentado varios de sus premios.
También pude encontrarme con Albert Girona, que siempre me recuerda a la Revolución Francesa, César Sabater, Isabel Rincón de Arellano, José María Reyna Domenech, Abel Guarinos y su equipo José Luis Moreno, Marga Landete y Roberto García; con el joyero Argimiro, con el director de Sagunt a Escena, Juan Vicente Martínez Luciano, con el de Cinema Jove, Carlos Madrid; con Quique Medina de Espai Rambleta y Guillermo Arazo de Las Naves, Sara Mansanet de La Cabina, Javi Vilalta de Humans Fest, Salvia Ferrer de Intramurs acompañada por la artista Isbel Messeguer Talens, profesora de la Escola d'Art i Superior de Disseny de València, la periodista Rosa Dominguez Gomez, Lucía Vilar y Cristina Chumillas, de Pepita Lumier que me dicen que tengo que pasarme más por su galería; con Clara, de La Visible; Sara Joudi junto con el artista Horacio Silva en representación de la galería Shiras e Isabel Puig, que se va a casar y tiene un anillo de pedida precioso, en representación de la galería Luis Adelantado. A Kike Correcher, a Marisa Gallén, del estudio Gallén+Ibáñez, a Lucía Villar, Horacio Silva,Julio Tormo, a Paco Ballester, de Disseny CV y Dúplex; César Sabater, Sara Joudi, Quique de Lucas, Antonio Girbes, Ana Illueca, Francisco Sebastián Nicolau, Sara Joudi Shiras Galeria, Ximo Amigó, Horacio Silva… Como fotógrafos estuvieron Kike Taberner para VP, y también Nacho López Ortiz.
Y por supuesto, todo el equipo de Valencia Plaza, presentes y sufrientes en la redacción o quehaceres: Miguel Miró (director General), Luis Torralba, Carlos Aimeur, Xavi Moret, Paco Larrey, Dani Valero, Ximo Aguar, Marta Gozalbo, Conchita Lucas, Yolanda Solano, Ana Ribas, Estefanía Pastor, Dani Valero, Vicente Fuster, Inma Ripoll, Marisa Sánchez, Eugenio Viñas, Carlos Garsan, Hector Gómez, Vicente Fuster, Juan Carlos Alarcón, Miguel Miró y Almudena Ortuño. Me habré olvidado de alguien, pero no se preocupen porque seguro que también he añadido a alguien que no es.
Arte por para de desde València
Como dije, Rafael Alcón,Presidente de la Fundación Bancaja, me invitó a la inauguración de la exposición -gratuita- bajo el nombre “Arte Contemporáneo (1984-20010). Colección Fundación Bancaja”, que debe visitarse pues estará hasta el 29 de septiembre en su sede de València, frente al Parterre. Se exhibe gran parte de lo que se pudo comprar en los buenos tiempos de la burbuja, cuando el arte era una excelente inversión. Y el arte necesita siempre inversores.
Hay obras de José Manuel Ballester, Miquel Barceló, Carmen Calvo, Helmut Federle, Günther Förg, Axel Hütte, Imi Knoebel, Miquel Navarro, Juan Navarro Baldeweg, Julian Opie, Sean Scully, Soledad Sevilla, Juan Uslé y Manolo Valdés, y la inauguración contó con la presencia de muchos de los artistas que pudieron acudir
Rutilante Carmen Alborch
Nada más llegar me encontré con la siempre estimulante Carmen Alborch, vestida de naranja y una original pulsera hecha con las fundas plásticas que contienen los regalos de los huevos Kinder. La verdad es que Carmen Alborch es un auténtico regalo: nadie como ella se atrevió a mover tanto por el arte en una época en la que podía hacer, si se hacía con valentía. Ella fue quien dio forma a la cultura de nuestro país y quien apostó por renovar la función del arte en España. Con ella estaban Román de la Calle y Ramón Escrivá.
Saludé a Juan Manuel Bonet, acompañado de su encantadora esposa, director, actualmente, del Instituto Cervantes y autor del Diccionario de Las Vanguardias, un libro fetiche para el Gran Wyoming que se encarga de regalar a los amigos para que lo disfruten y quien, al saber por mí que estaba allí presente, le envió un cariñoso saludo telefónico.
Érase una vez la vanguardia
Acudió Felipe Garín, que ha sido todo en el mundo del arte: subdirector general de Museos y Exposiciones del Ministerio de Educación , director-conservador del San Pío V, responsable del Museo Nacional de Cerámica de Valencia y director del Museo Nacional del Prado.
Flotaba el recuerdo de cuando Valencia era la vanguardia, con las buenas disposiciones del socialista Eugenio Burriel de cuya gestión aún se acuerdan muchos, con las entonces novedosas transferencias de Cultura y Educación que se hicieron con Cipriano Císcar y con muchas ganas por parte de todos y ya con Carmen Alborch fue la explosión de colores.
Una mujer rubia, delgada, con mucho estilo, llamó mucho mi atención: se trataba de Coté Soler, madre de Natalia Segrelles, periodista experta en comunicación de empresas, mucho más discreta que su madre de la que se dice que tiene un caniche rosa, pero a ella le da igual porque tiene una personalidad arrolladora y unas solidas convicciones y con eso nada le falta.
Un catedrático de Bellas Artes, Jesús García Vicente, paseaba por la exposición con su esposa esperando encontrar a amigos de su generación, como José Clarós. pero por lo visto no estaban allí.
Carmen Calvo me explicó su cuadro, una reproducción en otra proporción del original que representa a unas mujeres en una fiesta popular de la Comunidad Valenciana con las cartillas de ahorro de la entidad de diversas épocas y que da la sensación a un profano como yo de que se trata de mujeres deportadas con su pasaporte. Ahí mismo conocí ala experta en arte Toni Picazo, que durante mucho tiempo pensé que era un hombre por tener el mismo apellido que mi amigo Mario Picazo, impresionante hombre del tiempo en Tele 5 hasta que se cansó. Estaba Feli Alcántara, fiscal de Valencia, esposa de Juan Carlos Beneyto y amiga de Teresa Gisbert.
Las tres hadas del IVAM
También estaba Miguel Ángel Utrillas, precursor cuando Bonet todavía estaba de director en el IVAM y en el 2004 cuando dirigió el Reina Sofía donde ya patrocinó a Carmen Calvo, claro. Y Paco Sebastián con su mujer, y José Miguel Cortés, por supuesto no podía faltar, director actual del IVAM. Era como estar con Flora, Fauna y Primavera, las hadas del cuento bajo la forma de tres directores del IVAM.
Entre los demás asistentes, Antonio Vidal Teruel, gerente de la Fundación, el conseller de Hacienda, Vicent Soler;Eugenio Burriel, referente socialista de nuestras infraestruturas, el secretario de Cultura, Albert Girona, Lluis Fernández, ex-director de La Mostra con Julián; el director de Actividadesdel Patronat Martínez Guerricabeitia, José Mir, Felipe Garín, José Pedro Martínez,Isabel Aliño Alfaro, David Lladró,José Sanleón, Horacio Silva, además de Maria Jesús Folch y el doctor Murgui, el actor Álvaro Báguena, Boye Llorens y Reyes, la periodista Pilar CañizOliva, Maite Ibáñez, Lucas Soler y su padre el artista Monjalés. Las fotos buenas son de Paco López, allí presente las otras, cosecha mía.
No repitas su nombre
De repente, también como en el cuento de La Bella Durmiente, apareció por la puerta Consuelo Císcar, la cuarta directora del IVAM que faltaba, con un pelo de tonos dominantes en negro ala de cuervo, acompañada por José María Lozano, su impulsor. Yo, que soy muy de arte contemporáneo, así como a John Waters le gustan los asesinos en serie, tengo una gran tentación por los imputados. Me fascinan. Hubo entonces un momento muy oriental al estilo Mishima: varios paneles corredizos se movieron en la sala de exposiciones y diversos personajes se deslizaron por corredores secretos. Bajamos apresuradamente la escalera porque muchos sabían que habían unos deliciosos canapés dorados con foie que a mí me supieron a Cabrales porque ya saben que toda la parte sensitiva la tengo alterada y allí estaba dispuesta la mesa y el refrigerio, con los músicos Joan Soler y Lucho Aguilar Duet tocando maravillosamente. Y no sé si han visto “The Bye Bye Man” de Stacy Title pero también allí bajó Consuelo por los escalones y hubo una especie de marea humana muy interesante que deambulaba por el salón en contorsiones extraordinarias para evitar cruces de miradas. La vida mundana es un cruce de líneas armónicas, de melodías y de contramelodías. Evitar una nota de vulgaridad ahorra desafinar en toda la escala. Al igual que nada nos obliga a convertirnos en oradores si no sabemos hablar en público, nada nos impide alguna vez quedarnos en casa. Me lo voy a aplicar a partir de ahora. Yo, como decía Sor Juana Inés de la Cruz, la peor de todas.