VALÈNCIA. Suena Immaculate Fools en la sala mientras las luces estroboscópicas te hacen levitar. Unas risas, un abrazo, el discjockey grita algo imperceptible y la gente aplaude. El calor ahoga, en el parking de Spook, Barraca o Chocolate la gente danza al son de Megabeat. Es la Ruta, un momento único en la cultura popular, un encuentro con la música, el hedonismo y las noches que se convierten en días. Es València en el ojo del huracán musical. Han pasado muchos años desde que todo aquello se diluyó, y es ahora cuando una serie, algunos libros y exposiciones la han traído al público para señalar que aquí, en València, sucedió algo más que desfase.
El documental 72 Horas…Y València fue la ciudad (2008) le dio voz a los protagonistas, intentando mostrar que aquella efervescencia musical tenía nombres propios, actores de una vanguardia que se asomaban a la música de baile sin rubor. Quan no acaba la nit, un filme que retrata la vida de unos chicos del Cabanyal en los 80 que vivieron todo aquello. Volveremos durante unas horas al interior de las discotecas mecidos por Comité Cisne o The Chameleons. Óscar Montón, director de la cinta y también de aquel documental iniciático, se sienta a hablar sobre la película, un viaje sonoro al pasado más presente.
Quan no acaba la nit es una especie de continuación ficcionada de lo que ya comenzó en 72 Horas. “Surge a raíz del documental, nosotros, y te hablo de nosotros porque yo tenía una productora que se llamaba Texas Rangers, que hacíamos reportajes en las discotecas valencianas, y mi ex socio y yo, Juan Carlos, nos juntamos para hacer el documental, sacando las entrevistas de los personajes más influyentes de la noche valenciana de aquella época. Te hablo de 2007 o por ahí, ya había un poco de distancia para que la reflexión fuera un poco más trabajada”, comenta Montón.
En mayo de 1993 Carles Francino presentaba en Canal + un reportaje, Hasta que el cuerpo aguante y en julio del mismo año TVE realizaba un programa, Código Uno, esta vez presentado por Arturo Pérez Reverte llamado, Danzad danzad Malditos. En ambos se retrataba una cara de la Ruta. Fue unos años más tarde que Montón y su socio rodaron un documental dándole voz a varios de los artífices del movimiento. “Teníamos todos los valencianos una espinita, por lo menos lo que vivimos aquella época, con el documental de Canal +, no por el tema de dignificar, sino para contar cómo lo parieron la gente que lo hizo, preferimos que fueran ellos lo que tuvieran voz, no una voz en off el que dirigiera el documental”, señala el director.
Y ahí, cuando se termina ese documental surge el germen de la película que nos ocupa. Ahí había una historia que contar. Una historia enmarcada en un contexto muy potente, único e irrepetible. Una veta que parecía que nadie quería explorar. “Cuando acabamos me apetece hacer esto, una película que yo tampoco tenía muy claro cómo sería el argumento en un principio, sabía que quería contar la historia de tres chavales, porque mi juventud se ha basado en ese tipo de amistades”, apunta.
La Ruta, como cualquier otro movimiento cultural, no es uniforme, cada uno lo vive de una manera. Había elementos comunes, algo lógico en cualquier movimiento, pero cada persona vivía una experiencia diferente, bajo unas circunstancias diferentes. “Lo que quería era trazar las diferentes realidades que vivíamos, gente que estaba muy metido y gente que no quería saber de eso. Tenía esa idea en la cabeza y me presenté a un one to one, un pitching de los que hacen en València para la industria, necesitaba un guionista y un productor, y coincidí con Tirso y él se ofreció”
Habla de Tirso Calero, un guionista magnífico que ha trabajado en series del nivel de Amar en para Siempre o Gran Reserva. El Origen, además de rodar dos filmes, Carne Cruda (2011) y Blockbuster (2013). Juntos se embarcaron en el guion al que luego se añadió, Begoña Soler. “Me contó la temática, porque yo más o menos también conocí esa época, yo soy de Alcoy, a mí me pilló muy pequeño, yo soy del año 76, Óscar sí que lo vivió plenamente; pero bueno, me gustaba la temática de la historia y entre los dos escribimos el guion y nos quedó bien”, recuerda Calero por teléfono.
El proceso de levantar una película es largo y muy elaborado, muchos son los pasos que se tienen que dar para lograr ayudas, subvenciones. “Seguidamente busqué una productora más potentes que ya había hecho películas, Dacsa Producciones y con la mía y la de Dacsa llevamos adelante el proyecto. Esto fue en 2015, fíjate nos presentamos a las ayudas de guion en 2016, en 2017 sacamos la ayuda al desarrollo, una ayuda más fuerte con la que ya comenzamos a pensar localizaciones, en derechos de música, los actores, todas esas cosas que se pueden hacer en una preproducción ordenada”, dice.
Temporalmente La Ruta nos queda muy cerca. No estamos hablando de otras épocas más distanciadas emocionalmente. La Ruta tiene un componente muy nostálgico, quién lo vivió lo sabe y quién no, y le gusta, siente una fascinación por el momento. Las fiestas remember, la reapertura de salas y una enorme cantidad de foros donde se comparten sesiones y fotografías dan buena cuenta de ello.
El arte, el vestuario, los peinados, las localizaciones, incluso las expresiones de los protagonistas tenían que ser lo más fieles posibles. “El arte ha sido la parte más importantes de esta peli porque es quién se tenía que ocupar espacios, y también peluquería, maquillaje y vestuario, se tenían que encargar que ninguna cosa llamara la atención, que estuviéramos en la línea adecuada”, comenta.
Una película sobre el movimiento discotequero valenciano ya tenía mucho ganado en ese aspecto, debido a que la mayoría de las personas involucradas o lo vivieron, o tenían un alto conocimiento de éste, como el propio director. “En este sentido todo el equipo que he tenido ha sido muy bueno, son gente que ya tenía la experiencia por otras películas u otras series. Y el haber vivido y trabajado en aquella época de fotógrafo y de cámara, y nos hemos documentado mucho en todas las grabaciones que yo había hecho, hemos visto muchas fotografías”
Plasmar una época es complicado, requiere de una documentación exhaustiva, en este caso, y como ya apuntaba Montón, haberla vivido era una enorme fortuna y facilitaba el camino. Tirso Calero, además, tenía experiencia en narras historias en este mismo periodo histórico. “Luego he tenido la suerte de ser uno de los guionistas de la serie Cuéntame, que estaba ubicada en el año 93 y 94 que todavía estaba la Ruta del Bakalao, y de hecho aparece de alguna manera en las tramas de las temporadas pasadas”, comenta.
Desde luego todo en el filme es importante, pero se desarrolla en un momento donde la música fue capital, lo que le daba sentido a las discotecas, el corazón de la Ruta Destroy; entonces también suponía un aspecto esencial en el filme. La viga maestra que sujetaba una parte importante de la estructura. Un elemento que supondría un fogonazo instantáneo que te condujera en un Citroën ZX o un Ford Fiesta XR2 al pasado.
Las canciones debían servir como catalizador. “Yo en un principio tenía una lista de canciones que había elegido, que estaban algunos de los que están, porque a mí, por ejemplo, hay una canción de Chameleons que al final hemos podido incluir, conseguimos Anne Clark, vincular a estos artistas, conseguimos a Comité Cisne”.
Montón y su equipo cuidaron hasta el último detalle de la banda sonora, para que también el espectador sintiera en la piel las vibraciones de aquellas discotecas. “A Immaculate Fools le pedimos una versión que era más actual, que sonaba como más festiva que la anterior, pero nos dijo, bueno, le dijo a la discográfica que intentara que fuera la de los 80 porque a él le parecía más real”, recuerda. “Gente como Vicente Mafia, discjockeys de la época, nos han ayuda a confeccionar los temas y la búsqueda de las discográficas”
En el reparto podemos ver a Álex Monterde, Sergio Castillo, Roberto Hoyo, Álex Peral y Chimo Bayo. Y es que el DJ está presente, algo que no sucedía en el documental 72 Horas. “Con Chimo nos pasó una cosa muy curiosa, cuando hicimos el documental 72 Horas, él no quiso intervenir, cuando vio el documental y vio cómo estaba hecho, se nos disculpó y dijo: joer, yo tenía que haber estado. A lo mejor él pensó, van a venir aquí a soltar mierda, todo lo contrario, lo que queríamos era contar las cosas y que cada uno contara su versión”, señala Montón.
Sin embargo siempre, o casi siempre se abre una segunda oportunidad. “Cuando le contamos esta segunda aventura pues dijo que sí, estaba encantado y lo que le dijéramos. Nos dijo que quería hacer un personaje que no fuera él, le dijimos que ya teníamos el personaje pensado y que perfecto. El tío se lo ha preparado muy bien, se lo ha trabajado mucho con nosotros mano a mano, estuvo con nosotros en los ensayos, y luego los dos días de rodaje que tuvo, estuvo muy bien y muy trabajador”.
Otro aspecto crucial son las localizaciones, esas discotecas donde se bailaba más en un fin de semana que en todo el país junto, algunas de ellas con un halo mítico y que durante años han estado cerradas, algunas en ruinas y que poco a poco van regresando. Spook o Chocolate son un ejemplo. Quan no acaba la nit también ha estado rodada en algunas localizaciones reales o muy parecidas. “Spook y Masía y además en La Sala Canal, buscábamos una discoteca que los protagonistas quieren transformar y buscamos la discoteca un poco antigua, en el sentido de bolas y espejos y lo conseguimos allí. Tiene unas salas que son impresionantes”, comenta sobre La Sala Canal. Los templos del dance, el techno o la electrónica están muy presentes. “Y Spook Factory es mítica y Masía lo mismo, yo había pasado muchos de mi juventud en Altura veraneando” Todavía no hay fecha de estreno, primero estará presente en diferentes festivales y luego, para otoño se estrenará.
Tony Vidal Batiste, o como popularmente se le conoce: Tony ‘el Gitano’, publica su biografía No es fácil ser dios, de la mano de NPQ editores. El libro se publica al mismo tiempo que ‘el Gitano’ anuncia su adiós definitivo de las cabinas, de las que se despide con una fiesta por todo lo alto (como no puede ser de otra manera)