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publica su biografía 'no es fácil ser dios'

Todas las últimas veces de Tony 'el Gitano'

Tony Vidal Batiste, o como popularmente se le conoce: Tony ‘el Gitano’, publica su biografía No es fácil ser dios, de la mano de NPQ editoresEl libro se publica al mismo tiempo que ‘el Gitano’ anuncia su adiós definitivo de las cabinas, de las que se despide con una fiesta por todo lo alto (como no puede ser de otra manera)

23/01/2023 - 

VALÈNCIA. Resulta complicado definir a Tony Vidal ‘el Gitano’, fue Dj de la ruta (aunque reniegue de esta), programador de conciertos, manager y en todo ello siempre ha mantenido la esencia de ser “un poco personaje”. Resulta más complicado aún decidir en qué momento se convierte en un emblema, en su biografía No es fácil ser dios, publicada por NPQ Editores, explica que siempre supo que había venido al mundo para hacer algo relacionado con la música, y desde que se metió en la primera barra de un casal fallero a pinchar hasta este pasado fin de semana su vida siempre ha transcurrido entre las cabinas. 

El pasado sábado presentaba su libro en una fiesta de despedida y homenaje que duraría de 6 de la tarde a 6 de la mañana (muy aproximadamente), de la mano de todos aquellos que le vieron pinchar por primera vez, amigos, familia y bandas emblemáticas que forman parte de todas estas categorías: La Betty Troupe, Los Inhumanos, La Morgue, Introglicerina, The Phantoms y muchísmos más. Todos ellos le dieron el último adiós al 'Gitano', que comenzó en el mundo de la música a los 14 años y se retira de las cabinas a los 66, porque siente “que ya toca”, y que es momento “de ver los toros desde el otro lado”, aunque seguirá con sus "movidas" en la radio y no reniega de formar parte de algunas pinchadas espontáneas si le invitan, y si no también. 

Esta despedida del mundo de la fiesta viene acompañada de una biografía, de lo más realista y políticamente incorrecta en la que relata todo tipo de historias que le han sucedido a lo largo de su vida dentro y fuera de la pista. El reto del que fuera Dj de Chocolate es ponerse en la piel de un escritor, con unas memorias con un título que no dejan mucho pie a la interpretación: No es fácil ser dios, referencia a uno de los temas de Seguridad Social, que según relata el Gitano en sus memorias fueron en su momento la banda más punkie que había en València, pero que tuvo que evolucionar a un cambio musical porque en los conciertos acababan con el público “a hostia limpia”. Por supuesto Tony nunca tuvo problema en programarlos, le importaba más bien poco la opinión pública y subía al escenario lo que quería escuchar, “punto pelota”.

Las últimas fiestas (y fiestas a la última)

Su controvertida ley de programar lo que quisiera escuchar fue la que le llevó a organizar pinchadas y conciertos míticos de la Comunitat, contando con grandes nombres españoles como: La Mode, Nacha Pop, Siniestro Total, Alaska y Dinarama y bandas internacionales como Killing Joke, Jazz Bucthes, The Cramps, Johnny Rotten (cantante de los Sex Pistols) y demás. Entre estas historias destaca la forma de obrar de Tony, quien iba 100% por creencia propia y se fiaba siempre de su intuición, llevándole esto a más que una polémica pero también a salas totalmente llenas: “Cuando hacíamos algo lo hacíamos con toro el corazón, al final gran parte de lo que hice fue romper con el esquema, reventarlo desde dentro”, confiesa. 

Para reventar el esquema lo que hacía era trabajar con un marketing de lo más peculiar: básicamente se le ocurrió que los conciertos significaran ir a ver “a Tony el Gitano y sus locuras, que un día te trae una banda y al otro quien sabe”. Para ello no había ni normas de vestimenta ni casi horarios. Todo estaba fuera de la norma, de hecho Tony no cree ni que existiera la ruta del bakalao: “Nunca he creído que existiera, es algo que se ha generado más tarde para explicar toda la locura que sucedía”; cuenta. Su estrategia era tan solo trabajar en una discoteca que estaba en el camino de las demás, "por si alguien quería pasar de una a otra", de esa forma configura sin quererlo formaba parte del recorrido de la ruta: “València era muy diferente a España, no hacía caso al modelo empresarial básico, al final lo que hacíamos era dar opciones, la gente se cansaba de estar en una sola sala y así era mucho mejor”. 

Cuenta que la clave es que las fiestas eran una locura, algo más bien como una “especie de secta”, en la que muchas veces cuando entraba gente más o menos normal se sentía incómoda y se acababa yendo. En el juego entraban muchas veces los grupos, que contaban con programaciones que iban con conciertos dobles a las 5 y 7 de la mañana, horas en las que sucedían las peores locuras. El Gitano cuenta en un fragmento del libro que esto en los contratos le supuso hasta un problema, ya que muchas veces los ingleses se creían que los conciertos a partir de las 7 eran en horario de tarde. Dentro de esta configuración tan peculiar estaba la voluntad de Tony de hacer las cosas de forma diferente, y meter València en ambos grupos: “Valencia era una ciudad de conciertos o discoteca, no se conjugaba ambos mundos y yo me había propuesto hacerlo y para ello había que hacer algo más, conciertos a las siete de la mañana y traer grupos internacionales”, explica en el libro. 

Los últimos recuerdos (que sobreviven a las lagunas)

Traer grupos internacionales no siempre era fácil, lo cual da pie a historias como la de El incidente Johnny Thunders, capítulo en el que Tony explica cómo su trabajo estuvo a punto de irse a la mierda” por querer traerle a Garage Pachá. Hacía apenas unas semanas Thunders había decidido drogarse en mitad de un concierto en Madrid, su “chute” salió en todos los medios pero Tony lo quería si o si en València: “Quien llevaba la sala me dijo que era algo muy peligroso, si venía me tiraba a la calle, pero a mi me daba igual”, no importaba porque su música era buena, “el señor era un yonki y un problemático, pero el concierto se petó y lo hacía de puta madre”, cuenta. A Thuners le dio una “volada” y acabó bajándose del escenario a mitad concierto, lo que hizo Tony fue ofrecerle un Speedball (una mezcla de cocaína y heroína) que hizo que el que subiera al escenario fuera otro Johnny, totalmente "renovado".

Ese tipo de historias, de fiestas y de barra libre de drogas era las que atraían a los artistas. Tony lo cuenta sin ningún tipo de problema: “En Inglaterra se empezó a correr la voz de que aquí en València había buena fiesta, al final eran los grupos los que querían venir a todo esto”, y es que claro, a quien no le gustaría una buena juerga hasta las 10 de la mañana y luego comer una paella tranquilamente al lado del mar. Aquí es donde destacaba la labor de Tony como manager, dejando el dinero en segundo plano: “les daba lo mismo, se ponían hasta el culo de mescalina y tocaban en cualquier horario”, cuenta Tony. A lo largo del libro de relata casi noche por noche y concierto por concierto todas esas grandes anécdotas que  han ido sucediendo a lo largo de la vida del Gitano, “tirando de memoria que se le da muy bien” y logrando encapsular todo en orden cronológico (más o menos).

Con el tiempo, y más en el momento "de renacimiento" que vive la ruta actualmente su ayuda e historia va a través de la memoria. Llegó a formar parte también del elenco de La Ruta de Atrespremium, para aportar esas pequeñas anécdotas que compondrían las historias de Chocolate dentro de la serie: "Coincide el lanzamiento del libro en un momento muy oportuno", comenta, "aunque he de aclarar que la idea de escribir estaba mucho antes que la serie. Sin embargo, no me importó fue asesor de La Ruta, tengo buena memoria y podía enlazar con las historias y todo lo que tuviera que ver con Chocolate".

La última y nos vamos

Y tras la escritura y su correspondiente lectura llega el colofón. Con unos pinchazos terribles en los riñones pero con energía Tony se despidió el pasado sábado de las cabinas, en una fiesta sin final en la que reencontrarse con amigos, familia y con la música. Cuenta esperanzado que es momento de pasar el relevo a las generaciones que vienen tras él, aunque no por ello dejará jamás de pinchar a los grandes clásicos. En este momento de su vida las esperanzas están puestas en su hijo menor, quien apunta maneras como Dj y que podrá mantener el legado.

"Lo que hay que hacer es preocuparse por la gente joven, que si hacen música buena a mi me va a gustar. Lo que está claro es que nunca estaré fuera de lo mío, seguiré poniéndome techno, house y metal... menos reggaeton lo que tú quieras", comenta entre risas. Ahora su legado queda entre las letras, y amenaza incluso con sacar una segunda parte del libro contando "toda la mierda de los 90", y no le importa hacer ese tipo de declaraciones, de hecho nunca nada ha parecido importarle demasiado: "Los libros están para que te critiquen, te halaguen o te manden a la mierda", sentencia desde "la cueva".

Tony en "la cueva" (Foto: JOSE MORÁN)

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