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VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

1,65 millones por un ‘chalet de los periodistas’: a la venta la casa donde Lina bailó

Ubicado en la calle Bernat i Baldoví 7, una de las propiedades más especiales de València sale a la venta. Es el legado inmobiliario de una utopía, y también de la lucha de sus antiguos guardianes

19/11/2022 - 

VALÈNCIA. Lina y Carlos hicieron de esta casa su fuerte. Lina, bailarina, podía poner a prueba los tobillos sobre un mosaico cuyas geometrías son como pixeles en movimiento. Carlos, abogado, lector voraz, pasaba buena parte de la madrugada arrimado a los libros en su biblioteca. Los dos representaban el alma de ‘los chalets de los periodistas’, la promoción todavía íntegra a esta orilla que recuerda la València que quiso conectarse hasta el mar siguiendo el rumbo de las ciudades jardín. La que fue durante tantas décadas su casa, en la calle Bernat i Baldovi número 7, parece esperarles: en el salón coronado por una chimenea de mármol, en la terraza donde se mira a los ojos al observatorio astronómico del rectorado.

Hasta tal punto eran una dupla esencial para la unidad de los chalets que, ante el desarrollismo de los 60, evitaron que un promotor de garras afiladas pudiera reformar por completo los chalets, dotarlos de cuatro alturas y sentar las bases para que se elevaran por lo alto. Se necesitaba la unanimidad, y los vecinos estaban de acuerdo. Pero la familia de Lina dijo no. El promotor se marchó con las manos vacías. La orilla izquierda careció de héroes y corrió peor suerte, puede que por ello ya sólo quede un chalet, ahora renovado, en la esquina de Severo Ochoa con Blasco Ibañez.

Tras la muerte de Lina y Carlos, el chalet sigue buscando a sus nuevos inquilinos. Acaba de salir a la venta por 1,65 millones, en un movimiento operado por la inmobiliaria Monserrate que busca compradores para una casa de cerca de 270m2 con jardín levantada en 1935. “¿Estás buscando cumplir el sueño de vivir en un chalet, a tan solo diez minutos andando del centro?”, enuncian.

Sucede en un momento clave para un conjunto privilegiado de la ciudad, donde el cambio generacional ha hecho que, como en un mambo, se agiten sus inmuebles y cambien las propiedades. La operación de venta de un chalet como éste persigue especialmente a compradores capaces de desencriptar el intangible de vivir en una especie de bombonera romántica, muestra viva de cuando València quiso crecer al ritmo de la ciudad jardín de Howard y la Ciudad Lineal de Arturo Soria.  

Es inevitable el recurrente latiguillo de pensar cómo hubiera sido Blasco Ibáñez si, como en una partida de los Sims, hubiera calcado esta parcela en el largo kilométrico hasta el Cabanyal. Una València entre utopías. El estallido de la guerra civil -suele recordar el arquitecto y especialistas en los chalets de los periodistas, Boris Strzelcyk- desvirtuó la avenida para convertirla “en eje especulativo, en un cajón para todo".

Foto: KIKE TABERNER

El arquitecto Viedma -autor de la Finca Roja- solía despachar con Sincerator (Santiago Carbonell), el legendario periodista deportivo de Las Provincias. Fruto de ese vínculo, Viedma fue el elegido cuando la Asociación de la Prensa se adhirió a la Ley de Casas Baratas y levantó el barrio en régimen cooperativo. Una acción circunscrita a un contexto estatal por el que se fomentaba un nuevo modelo de vivienda obrera y una nueva normativa para la construcción de casas baratas con mentalidad de ciudad jardín.

Ante la imposibilidad de construirlas en l’Eixample, Viedma encontró en este extrarradio al pasar el Túria el lugar idóneo. Como recordaba su hijo, Eugenio “por aquí no pasaba nadie, estaban muy aislados de la ciudad". Porque antes todo esto era campo. Las villas compartían vecindad con campos de patatas. La calle Bernat i Baldoví se cerraba por las noches. Los vecinos al salir decían: "nos vamos a la ciudad". Sus hijos no caminaban muy lejos en solitario porque tenían que cruzar el insondable Viveros antes de alcanzar València". Muchos de aquellos vecinos se marcharon con la guerra y nunca más regresaron.

La casa a la venta, apenas intervenida, es uno de los mejores espejos de un tiempo que explica el núcleo de anhelos y frustraciones de la ciudad.

Su suelo, tras el paso de Lina, busca un nuevo baile. 

Foto: KIKE TABERNER

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