ALICANTE. Aunque la tecnología evoluciona, día tras días, de forma innegable y vuelve realidad aquello que antes solo se atrevía a soñar, los viajes en el tiempo siguen siendo exclusivos de las películas más futuristas. Por el momento, el wanderlust de más de un inquieto o inquieta únicamente puede saciarse en el ámbito geográfico y no entre épocas. Ahora bien, aunque un cuerpo no puede transportarse físicamente en el tiempo, sí existe una manera de evocar el pasado, la cual deja conocer una realidad y da pie a imaginar la parte restante. Los objetos que han perdurado son la herencia de ese pretérito, un legado que se materializa en forma de cántaro, edificio o fortificación.
Concienciar a la sociedad de la importancia de estos recursos patrimoniales es, precisamente, el objetivo último del proyecto Terra, un trabajo colaborativo entre la ONG Arquitectura Sin fronteras y el Colegio Territorial de Arquitectos. "No se trata simplemente de un tema identitario, de quiénes somos, sino que ese patrimonio tiene un potencial enorme desde el punto de vista de la articulación del territorio para espacios lúdicos, culturales, deportivos, para complementar la oferta turística y gastronómica...", interpreta Miguel Martínez, miembro de la junta de Arquitectes pel Paissatge (agrupación dentro del Colegio de Arquitectos de la Comunitat Valenciana).
Esta labor de concienciación se consigue, según explica Martínez, "haciendo entender a las administraciones la necesidad de vincular este patrimonio, de tener una visión conjunta de él y saber venderlo bajo una misma marca. Además, se debe recuperar aquel que está en un estado deficiente y ponerlo al servicio del modelo productivo". En definitiva, se trata de un cambio de mentalidad para incorporar todos estos valores en los distintos municipios del territorio. "El problema es que la ley va por un lado y la realidad, por otro", lamenta refiriéndose a las obligaciones de conservación del patrimonio.
La provincia atesora más de 200 emplazamientos culturales y arquitectónicos, siendo de especial interés la antigua huerta de Alicante (que comprende Alicante, El Campello, Sant Joan y Mutxamel) y el patrimonio asociado a ese sistema de red de riegos y de caminos. De gran valor es también la cuenca del Río Monnegre hasta llegar a Tibi, lugar donde se encuentra el pantano que impulsó este sistema agrario. "Pero el más importante", destaca Martínez, "es la Partida de la Condomina, en Alicante, una zona que todavía no está urbanizada y donde se encuentran la Torre de Rejas, la Torre el Ciprés o la Torre del Conde; hay bastantes, algunas en estado preocupante y otras muy bien cuidadas", contrapone.
El miembro de Arquitectes pel Paisatge solicita que, cuando se articule el proyecto urbanístico, las nuevas construcciones respeten el entorno y se tengan en cuenta "no solo las torres, sino también los caminos para que se puedan usar en la movilidad sostenible (bicicletas y peatones). Esa red de caminos forma parte de la infraestructura verde del barrio que se está proyectando, de la ciudad y de la comarca". De esta manera, los espacios podrán conectarse de manera sostenible con otros puntos de Mutxamel, Sant Joan y El Campello.
Si bien la ciudad de Alicante es la que mayor número de patrimonio reúne, el trío perteneciente a l'Alacantí no se queda atrás. Sobresale en El Campello la desembocadura del Monnegre, "un espacio lleno de oportunidades, ya que distintos proyectos que se están elaborando en el ámbito territorial destacan la importancia de esta cuenca si se acondiciona, pues serviría como un parque fluvial que conecte los municipios de la costa con los de interior", explica Martínez.
Por otro lado, Sant Joan tiene una cantidad importante de casas de la huerta, así como torres y caminos y constituye un "buen ejemplo de cómo determinados empresarios han entendido que estas casas de la huerta tienen unos valores especiales y pueden convertirse en un sitio estupendo como negocio hostelero", considera. Y es Mutxamel una localidad en la que -aún contando con tres torres y muchas casas de la huerta- resalta la infraestructura de los azudes y de las redes de riego. "Ahí hay un compromiso muy importante para recuperar y hacer Bien de Interés Cultural (BIC) todo el sistema", notifica.
Aparte del diagnóstico, el proyecto Terra también adquiere un carácter formativo, faceta a través de la que pretende ayudar a las asociaciones (como Alacant en Bici, Camins de Sant Joan o Lloixa) en la tarea divulgativa para que la ciudadanía sea consciente del valor del patrimonio. "Al final, eso es lo único que nos puede hacer diferentes del resto de competidores turísticos del Mediterráneo", manifiesta.
Para desempeñar esa parte pedagógica, se está desarrollando una aplicación para conocer el territorio a través del juego o del paseo. Sin embargo, son las mesas de trabajo las herramientas que adquieren especial importancia, ya que se convierten en un espacio donde "gente que tiene visiones distintas de la problemática -asociaciones, expertos, entidades colaborativas (MARQ, ayuntamientos, agricultores de la zona...)- aporta soluciones desde su punto de vista", explica la mecánica. A través de ellas se va a a elaborar una hoja de ruta que ayude a la ciudad y a la comarca a poner en valor este sistema.
El proyecto Terra es fruto de una colaboración entre la ONG Arquitectura Sin Fronteras y el Colegio Territorial de Arquitectos. Fue después de Semana Santa de 2019 cuando ambas entidades solicitaron una subvención a la Conselleria de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática, la cual se anunció que se iba a conceder en octubre de 2019.
Esta iniciativa conjunta tiene una duración inicial de dos años y se originó con un acuerdo por ambas entidades: "Por un lado, la ONG pensó que aunar esfuerzos sería una buena manera de llegar más lejos y, por otro, el Colegio de Arquitectos creyó que era un espaldarazo fuerte al trabajo realizado por las asociaciones durante estos años", traslada Martínez.