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Radiografía a los pequeños festivales: así planean sobrevivir al coronavirus

25/04/2020 - 

CASTELLÓ. No solo los macrofestivales tendrán que reinventarse. También las citas de pequeño formato temen al futuro que se les viene. No saben cómo encontrarán el sector cuanto todo esto termine y muchas ya se han visto obligadas a cancelar o aplazar sus programas. Algo que no solo es duro de afrontar por la parte económica, sino también por la humana. Y es que si hay algo en común entre los festivales de música, teatro o literatura que analizaremos a continuación es que todos surgen para acercar la cultura a la población, pero lo que es más valioso y, en consecuencia, quebradizo es que nacen para dar cobijo al trabajo de los profesionales. Por esta razón, cancelar un acontecimiento, por más pequeño que sea, siempre tendrá sus secuelas. Dicho esto, diferentes festivales culturales hablan de los retos y las posibles soluciones que existen para sobrevivir a este virus que nos pilló a todos por sorpresa.

Test (del 28 al 8 de junio)

"Si las olimpiadas no van a hacerse, el TEST tampoco. No pasa nada". La Mostra d'Art i Creativitat de Vila-real iba a mandar su tradicional nota de prensa a los medios de comunicación para dar a conocer el programa de 2020. El TEST se celebraba en dos semanas y querían ir haciendo boca. Pero finalmente, Pascual Arnal, su director, prefirió no hacerlo. Todo apuntaba a que el festival, que arrancaba el 28 de marzo, no se iba a poder celebrar. Y esto, según cuenta Arnal, fue en un principio bastante "traumático" y difícil de asimilar. No por su repercusión económica. "La inversión del festival se puede materializar perfectamente en otro momento, no hay pérdidas, ni nada de cierta gravedad como puede suceder en otras citas donde hay implicada más gente y más dinero", según explica el mismo responsable. En su caso, lo doloroso fue tener que detener toda la maquinaria a tan solo 12 días de que la octava edición arrancase, porque el trabajo "gordo" ya estaba resuelto desde hace meses e incluso los catálogos, que el proyecto diseña a detalle para cada artista, estaban impresos. También, el creador Mario Mankey había empezado a montar una instalación escultórica en la sala. Una pieza que, por su delicadeza, necesitaba muchas horas. 

Ahora habrá que retirarlo para más tarde volver a instalarlo. Su director no sabe si será este año. Asegura que se está barajando la posibilidad de trasladar el festival a otra fecha, pero admite que es complicado encontrar la forma de hacerle un agujero entre las propuestas que hay programadas desde hace tiempo en Vila-real, más en medio de tanta incertidumbre. Por eso se mira con buenos ojos a 2021 y sus artistas ya están avisados. El TEST es una muestra de pequeño formato. Son solo cuatro los creadores invitados. No obstante, no se entiende sin el feedback que se produce en su interior, especialmente entre estudiantes y amantes del arte contemporáneo. 

'La Mare', de Mohamed L’Ghacham

Cabanyal Íntim (del 7 al 17 de mayo)

El lema que escogió Cabanyal Íntim para 2020 era el tiempo. Se venía su décimo aniversario y querían hablar de memoria y de futuro. Sin embargo, como dice su directora, Isabel Caballero, ha sido el presente el que nos ha dado "una bofetada absoluta de tiempo". En su caso, la cita también ha tenido que aplazarse y, aunque su intención es poder realizarse en junio o a finales de año, lo tienen complicado por la naturaleza de su formato. Y es que lo interesante de este peculiar festival es que traslada el arte hasta el mismo interior de las casas del barrio valenciano, algo que ahora imposibilita más que nunca su celebración. "Teníamos prácticamente todo el trabajo hecho; la selección de las compañías y la programación, solo nos quedaba imprimir el programa de mano. Por eso nos aferramos a intentar salvar la edición de este año, había mucho esfuerzo depositado", apunta Caballero que, a su vez, reconoce que "no tiene sentido luchar contra este gigante pandémico". "Como artistas solo nos queda adaptarnos a la situación y en esas estamos, cediendo a la realidad. Si este año finalmente no se hace, pues lo aceptaremos". 

En su caso, la organización de Cabanyal Íntim que sí se atreve a hablar de pérdidas económicas, está manteniendo conversaciones con las instituciones valencianas para intentar compensar todo el trabajo ya realizado. A su vez, su reto, como el de tantos otros proyectos, está siendo trasladar muchas de las actividades previstas a la red. Una vía de escape a la que se agarran por tal de no renunciar a todo el contenido que había preparado. "Tenemos que dejarnos atravesar como creadores y creadoras para encontrar otros modos de comunicar. Aún así, creo que nos hace falta un tiempo de asimilación, porque hay momentos en los que intentas salvar tu trabajo y otros en los te rindes a la realidad. Algunas compañías internacionales ya sabemos que no pueden venir y se han aplazado directamente para 2021. Y otras estaban en plena creación, pero ya no. Necesitamos tomárnoslo con calma", señala.

FeCStival (3 de octubre)

¿Por qué cancelar un festival en octubre si la mayoría de citas se están moviendo hasta esas fechas? Pues es aquí donde se encuentra precisamente la respuesta. Es cierto que los organizadores del FeCStival no sabían si iban a poder celebrar su nueva edición de 2020, por "tema de ayudas y presupuesto". Al igual que explicaron en su momento desde el Formigues de Benicàssim, las ganas de mejorar y ofrecer cada año más calidad en los grupos y en la infraestructura de sus conciertos no se podía cubrir principalmente con el dinero que salía de sus bolsillos. Pero, esta situación que podría haberse saldado con muchas ganas y esfuerzo, se precipitó al vació con el estado de alarma y la posterior mudanza que el resto de festivales han hecho hasta otoño. "No podemos competir contra ellos, les estamos cediendo el paso. Es una situación difícil para todos, pero lo es más para quienes tenemos pocos recursos. No podemos lanzarnos a la piscina y ver qué pasará. Siempre abrimos las puertas cruzando los dedos esperando que venga mucha gente, porque solo podemos sobrevivir haciendo barra. Por eso preferimos ser precavidos, no podemos esperar a saber cuánta gente podrá venir o si los aforos se van a reducir", explica Silvia Sarasúa, parte del equipo directivo. 

A partir de aquí, el reto -como explica la misma- es lograr retomar la normalidad, aunque no saben cómo será. "No nos ha llegado ninguna información oficial sobre cómo debería ser un festival del futuro, pero creo que lo que sí va a hacer falta es mucha creatividad e imaginación". En su caso, el festival de Castelló ya planifica su vuelta en 2021 y baraja distintas opciones para proponer un plan alternativo a este 3 de octubre. 

10 Sentidos: se prolonga en el tiempo

En consonancia con lo que anteriormente citaban desde el FeCStival, Mertixell Barberá no quería que con el aplazamiento del festival 10 Sentidos "se entorpeciera el curso de ninguna otra cita" ya prevista. Si bien una ciudad tan culturalmente activa como València está acostumbrada a que se solapen citas todos los fines de semana, no es lo mismo hacer coincidir una actividad puntual con un festival ya en curso, que el programa completo de otro proyecto. Así, su festival -que reparte actividades multidisciplinares por toda la ciudad- pasará de celebrarse del 7 al 24 de mayo a extenderse hasta el mes de diciembre. "Estamos contentas porque no era fácil conseguir reprogramar toda la actividad y hemos logrado reubicar el 97% de los actos. Aunque trabajamos con tiempo, si no nos hubiéramos topado con la actitud tan buena de los artistas y los espacios, habría sido imposible. Su generosidad ha sido fundamental", asegura la directora de 10 Sentidos. 

Barberá explica, además, que esta dilatación en el tiempo les ha brindado una oportunidad para descubrir nuevas maneras de trabajo. "Esto es una maravilla en cuestión de estrés. Tenemos tiempo de sobra para cada actividad. 10 Sentidos es un festival muy frenético, cuando hay un espectáculo estás más pendiente de activar el siguiente que del que hay en ese momento. Tienes, por tanto, poco tiempo de vivir el presente. Ahora este presente nos aportará más disfrute, aunque lógicamente nos hubiera encantado que esta tragedia humana no pasara. Hubiera sido mejor no tener ninguna oportunidad, pero debemos seguir adelante y quizá esto nos ayuda a cuidar el festival con más detalle". Igualmente, la directora de 10 Sentidos aclara que su intención no es que el festival adquiera esta nueva forma sino que en 2021 vuelva a celebrarse en tres semanas con su formato habitual. 

FitCarrer (del 8 al 10 de mayo)

¿Cuánto de importantes son los pequeños festivales para el sector cultural? En el caso del FitCarrer, su director, Pau Ayet, tiene claro que las peores consecuencias del aplazamiento o cancelación -todavía no se sabe- del Festival de Teatro de Calle de Vila-real se las llevan los propios profesionales. "El festival es una ventana para las compañías de artes escénicas. Aquí muestran sus nuevos espectáculos, es de las primeras citas de la temporada y evidentemente es una herramienta que estas tienen para funcionar. Por eso, la pérdida de este tipo de citas les afecta con dureza y creo que tardaremos en recuperarnos. Más, los artistas de calle, porque es en la calle donde se encuentra la gente. Qué vamos a hacer entonces. Cómo y cuándo se retomará la actividad. Hay sitios en los que se habla directamente del año que viene y puede ser una catástrofe", lamenta el programador.

Aun así, Ayet piensa en que el año que viene será un año importante para el arte, porque se vivirá como un momento de ebullición de creaciones. "Las compañías tendrán el reto de reflexionar de todo lo que ha pasado y han pasado. El arte siempre se hace repercusión de lo que ocurre, por lo que creo que surgirán muchos espectáculos hablando de lo que estamos viviendo". En su caso, el también actor mira con cierta ilusión la próxima edición. El FitCarrer tenía prácticamente su programación cerrada, pero no había comenzado con los procedimientos de contratación. Faltaba darle forma jurídica, aunque ya se conocían las 17 compañías con las que se iba a contar. "Tampoco vamos a rasgarnos las vestiduras. Como hemos hecho siempre, vamos a adaptarnos a la realidad y punto. Es con lo que nos ha tocado lidiar". 

VLC Negra (del 8 al 24 de mayo)

"Es un festival muy presencial, a la gente lo que le interesa es ver a los autores y hablar con ellos. Mover esto desde casa es complejo", expone Jordi Llobregat, director de VLC Negra. Alrededor de 150 artistas, de los cuales 60 son autores, y más de 100 actividades repartidas por 40 espacios de la ciudad, es todo lo que aglutina esta cita dedicada al género noir (en cine, literatura o música). No es cualquier cosa. Por eso, en este caso, es evidente que la repercusión económica es importante. Otra vez, no solo para el propio festival sino también para los invitados, bibliotecas, librerías o personal que hay detrás implicado. Pero lo es además, porque -como expone Llobregat- los eventos que trabajan con presupuestos tan ajustados, acostumbran a adelantar el presupuesto de un año a otro, esperando a que al año siguiente lo puedan cubrir con lo ganado. En su caso, aunque es cierto que tienen la suerte de contar con el respaldo de un patrocinador (el vino Icono de Bodegas La Viña), dependen de las subvenciones públicas. Unas ayudas que, como vienen exponiendo todos los programadores, son primordiales para saldar sus cuentas.

Por lo que hace a este 2020, VLC Negra se ha mudado a la red, donde planea sobrevivir hasta que pueda volver a su habita natural. "Hay una intención muy social detrás del festival y eso no puede cambiar. Ahora más que nunca teníamos que responder en este línea y por eso hemos creado VLC Negra En Casa. No es un festival, pero sí cuenta con una programación cultural que gira en torno a la novela negra. Hay cine, videojuegos, música, talleres de escritura clandestina...No es un sustitutivo, pero sí un guiño a nuestros espectadores", aclara Llobregat. 

¿Qué opinan los festivales ya celebrados?

No solo queríamos saber cómo planean sobrevivir los festivales que se han visto afectados directamente por el estado de alarma, también lo pequeños festivales que se han "salvado" por los pelos de la cancelación de su programación miran con preocupación al próximo año. En su caso, el emac. de Borrina -que tuvo lugar en febrero- cree que de cara a su nueva edición podrían plantearse reducir los grupos del cartel, las días de celebración o incluso hacer fondos de recaudación. "Tendríamos que sentarnos con nuestros patrocinadores para ver cómo están ellos económicamente y si sus aportaciones se resistirán. Lo mismo a nivel de subvenciones públicas. Nosotros creemos firmemente que la cultura es un motor económico muy importante, pero es evidente que se tendrá que ajustar a la nueva realidad que tenemos y que todo indica que será totalmente diferente a la que conocemos", afirma su director Vicent Tormo, que añade: "Nosotros no vemos factible un emac. guardando la distancia social y sin poder estar juntos sintiendo y disfrutando la cultura. Y sin poder abrazarnos". A duras penas tendrán los pequeños festivales que trabajar para encontrar la mejor manera de resistir. 

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