Han pasado 10 años desde que Pedro y Álex decidieron, mientras tomaban una cerveza con sus entonces compañeros de trabajo de Deloitte, que emprenderían una nueva aventura, encaminada a realizar su sueño tener su propio restaurante.
Para ello, tuvieron que dejar un trabajo estable, en una consultora de primer nivel y buscar otros trabajos que permitieran obtener unos ingresos recurrentes y que permitieran, a la vez, compaginarse con el proyecto que realmente soñaban.
Echando la vista atrás se dan cuenta de lo intensos y duros que fueron los inicios, pero también la enorme ilusión que desbordaba en estos dos emprendedores, rodeados de sus familiares, sin los que hubiera sido imposible llevar a cabo esta aventura.
Una aventura que echó a rodar allá por junio de 2015, cuando tras meses de reformas, inauguraron su primer restaurante en la calle Bélgica, barrio que era conocido para Álex y Pedro, pues allí se encuentran las oficinas de Deloitte y el estadio de Mestalla. Ahí nacía el proyecto A Contracorriente. Un equipo joven, una primera carta divertida, centrada en la fusión de producto, en las noches y en la gente más joven.
El éxito llegó rápido y los principales dolores de cabeza se centraban en las opiniones que los clientes dejaban en internet, vitales al comienzo para atraer al público a un nuevo restaurante y darse a conocer.
El viento a favor permitió aventurarse en un segundo local, inaugurando en diciembre de 2016 en el centro de la ciudad, en la Gran Vía Marqués del Turia. Nuevamente tocó ingeniárselas para, con un presupuesto muy ajustado pero con una valentía un tanto irracional, poner en marcha un local más grande que el anterior, con más clientela y más plantilla.
En A Contracorriente Gran Vía comenzó el viraje hacía una carta más gastronómica y en cierta medida más centrada en los mediodías. Aunque el gran salto que relanzó el proyecto fue la incorporación de los gazpachos manchegos, D.O. Almansa, de la mano de La Mari, madre de Pedro, que tantas y tantas veces ha servido este plato saliendo de cocina directamente para llenar las mesas del restaurante con su sonrisa y bondad.
Poco antes de la pandemia, tras varios cambios de nombre (A la Contra, A lo Alto) con sus correspondientes virajes de carta, el local de calle Bélgica fue traspasado, lo que permitió centrar los esfuerzos en afrontar económicamente el impacto provocado por el Covid. Para ello, contaron con la inestimable ayuda del propietario del local, que ayudó a estos empresarios reduciendo significativamente el alquiler mensual del restaurante.
El paulatino fin de la pandemia dio paso a una exitosa etapa, en la que los clientes acudían al restaurante a celebrar y recuperar el tiempo perdido.
Y así hasta el día de hoy, cuando Pedro y Álex se disponen a traspasar su buque insignia en todo lo alto. Sus vidas han cambiado mucho en estos 10 años. Ha formado familias, han adquirido mayores niveles de responsabilidad en su trabajos y además, es hora de que La Mari, tras años de plena dedicación, se tome un merecido descanso.
A Contracorriente cambió sus vidas y preguntados por esta travesía, afirman con anhelo que a pesar de las dificultades del sector y las propias adquiridas por compaginar el restaurante con sus propios trabajos, si pudieran volver atrás, lo volverían a hacer, con las mismas ganas e ilusión, pues el camino ha merecido la pena y lo que empezó siendo dos compañeros de trabajo con inquietudes emprendedoras, ha finalizado con una amistad y una unión que durará para siempre. Porque a veces, todo cobra sentido cuando se vive a contracorriente…
Os esperan hasta este domingo para disfrutar de los últimos gazpachos de La Mari.