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análisis vp - la exconsellera elisa núñez se marcha de vox con reproches al líder

Abascal empieza a pagar las consecuencias de su decisión unilateral

Foto: EP/ A. Pérez Meca
17/07/2024 - 

VALÈNCIA. No cabe duda de que la apuesta del presidente de Vox, Santiago Abascal, con la ruptura de los cinco gobiernos autonómicos que compartía con el PP, ha sido fuerte. Mientras los analistas y tertulianos debaten sobre si este movimiento puede perjudicarle o no, lo que como mínimo está generando en torno a la formación que lidera es un ruido orgánico hasta ahora poco conocido en el partido. Al menos desde que se produjo la marcha de referentes de Vox como Macarena Olona o Iván Espinosa de los Monteros.

En este sentido, es habitual que en los partidos con crecimientos vertiginosos, sustentados en hiperliderazgos y con una estructura muy vertical, algo que en la actualidad se puede potenciar con más facilidad gracias a las redes sociales, se profese un culto al líder con tintes mesiánicos que recuerda a épocas pasadas. Unos rasgos que suelen traducirse en la absoluta ausencia de crítica, poca democracia interna, represión de las voces disonantes o, más aún, carencia de ellas. Eso no significa que no existan, sino que ese pensamiento crítico se traduce en silencio, lo que puede conducir a un líder político a considerar que todo funciona correctamente y que la lealtad de los suyos es inquebrantable.

La decisión unilateral adoptada por Abascal -y también con cierta participación de Núñez Feijóo- de romper los cinco gobiernos autonómicos compartidos con el PP, sólo puede obedecer a una decisión estratégica de carácter nacional, dado que no existían grandes problemas en estos ejecutivos. El ejemplo más cercano, el del Gobierno valenciano, resulta muy revelador y expositivo de la convivencia: se producían ciertas discrepancias puntuales, pero no aparecían incendios diarios y las problemáticas solían provenir, en muchos casos, de críticas o desmarques de los consellers de Vox por órdenes de Madrid a alguna decisión del PP. De hecho, prueba de ello fue el traspaso de carteras celebrado este martes, donde hubo intercambio de halagos y buenas palabras entre dirigentes de ambas formaciones que, en líneas generales, se apreció sincero y recíproco.


"El partido me puso en el cargo y el partido me quita. No hay más que hablar". Esta reflexión pertenece a uno de los altos cargos de Vox que ha tenido que dejar su puesto en el Gobierno valenciano por la decisión de Abascal. Así, para algunos, la lealtad a las siglas y al líder son la prioridad al considerar que lo importante es el proyecto y que, precisamente, el camino adoptado puede llevar a buen puerto a esta formación a medio plazo, además de realizar una especie de depuración generalizada en los puestos de gobiernos autonómicos que, desde Madrid, pensaban que restaban más que sumaban.

Obviamente, no todos son de esta opinión. Al margen de consejeros como el extremeño Ignacio Higuero y el castellanoleonés Gonzalo Santoja, que directamente se desmarcaron de la orden de Abascal y decidieron continuar en los gobiernos del PP; este martes se produjo la reacción pública de la ya extitular de Justicia en el Gobierno valenciano Elisa Núñez, quien anunció su marcha de Vox con una dura misiva contra la postura de Santiago Abascal y el camino adoptado por Vox en los últimos meses.

Así, en su carta Núñez manifiesta importantes críticas contra la dirección nacional. "No comparto la deriva radical que el Comité Ejecutivo Nacional de VOX ha introducido, tras el 9 de junio, en las políticas contra la inmigración irregular y en materia de violencia contra la mujer. O el olvido de la infrafinanciación de mi Comunidad Autónoma, perjudicada por el gobierno de Pedro Sánchez. Y, evidentemente, tampoco comparto el cambio de grupo en el Parlamento Europeo. No puedo en conciencia asumir las políticas y declaraciones de Vicktor Orban, presidente del grupo al que se ha adscrito Vox en Europa; así como las de otros líderes que lo integran", asegura. 

Unas afirmaciones que llaman la atención por su contundencia, especialmente cuando la consellera ha sido, en este año de mandato, una de las dirigentes que más se había destacado en determinadas posturas públicas que chocaban con las posiciones de la parte del Consell del PP, en materias como la violencia de género o la inmigración.

En cualquier caso, lo que resulta evidente es que el golpe de timón ejecutado por Abascal ha generado fuertes diferencias en Vox, por lo que habrá que esperar si los conatos de rebeldía o los portazos como en el caso de Núñez son hechos aislados o se reproducen en distintas latitudes. De la misma manera, resulta complicado saber hasta qué punto el movimiento del presidente de Vox será acertado o no en el medio plazo: para algunos, el hecho de desmarcarse de los gobiernos autonómicos con vistas a adoptar posiciones fuertes y únicas en el debate nacional e internacional, evitando cualquier distorsión regional, ha sido una razón más poderosa incluso que la aparición de fuerzas como Se Acabó la Fiesta (SALF) liderada por Alvise Pérez. El tiempo evaluará la efectividad del movimiento de Abascal que, al menos a día de hoy, apunta a pasarle cierta factura con inestabilidad interna.

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