VALÈNCIA (EP/CP). La actriz griega Irene Papas ha fallecido este miércoles a los 96 años, cerrando una carrera que la ha llevado a compartir pantalla con leyendas del cine como Marlon Brando, Yves Montand, Gregory Peck, Anthony Quinn o Richard Burton. Es especialmente recordada por la superproducción de Hollywood Los cañones de Navarone, donde interpretó el papel de la luchadora Maria Papademou (1961) y Zorba, el griego, que se puso en la piel de la Viuda (1964), aunque lo cierto es que el recuerdo de Papas en València está marcado por otras aventuras –no siempre sobre el escenario o frente a la pantalla- que tienen como escenario la Nau de Sagunt y como estrellas de reparto al que fuera President de la Generalitat, Eduardo Zaplana, o la exdirectora general de Cultura y exdirectora del IVAM, Consuelo Císcar.
Fue Papas una de las mentes pensantes detrás de la creación de la bautizada como Ciudad de las Artes Escénicas, un proyecto que serviría de contrapeso a la apuesta del gobierno popular por Alicante, donde impulsó la Ciudad de la Luz –que tras años de cierre ahora comienza a retomar la actividad para la que fue concebida-. Cuentan los mentideros que la visita de Papas a Sagunt a Escena con su primer montaje desembocó en un encuentro que se traduciría después en una gran amistad con Císcar, su gran valedora. La Conselleria de Cultura le contrató como asesora, cobrando 180.000 euros anuales.
Fue con Las troyanas, un montaje teatral dirigido por la propia Papas y La Fura dels Baus a partir del texto de Eurípides y con escenografía de Santiago Calatrava, que el complejo abrió sus puertas en septiembre de 2001. La obra, con un coste de más de 2 millones de euros, solo fue representada otra vez en Roma. Desde entonces, el espacio acogió algunas ediciones de Sagunt a Escena y costosos montajes que marcaron su corta vida y posterior leyenda, agonizando entrada la segunda década del nuevo siglo y remontando a paso caribeño desde que Cultura recuperó su propiedad en 2018.
“Solo Las comedias bárbaras, que se estrenó en septiembre de 2003 y no se pudo ver más que en Valencia, tuvo un coste de 2,4 millones de euros, con gastos tan disparatados como una docena de campanas fundidas ex profeso a un coste de 6.000 euros la unidad”, relataba el periodista Carlos Aimeur en el reportaje La Nau de las locuras, publicado por la revista Plaza en 2016. No fue el único gasto sorprendente, recoge el texto, pues también se propuso crear un teatro al aire libre (que nunca se hizo), por cuya maqueta se pagaron 600.000 euros. Entre las ‘locuras’ del tándem Papas-Císcar, también se planteó para ese espacio una soñada adaptación teatral de Cien años de soledad para la que querían fichar como director a Pedro Almodóvar, un proyecto que nunca salió adelante y que fue relatado en este diario por Eugenio Viñas.
Aunque el contrato de Papas la vinculaba al proyecto hasta 2007, fue dos años antes que se rescindió su contrato, por el que cobraba 180.000 euros al año, tras la integración de la Nau en Teatres de la Generalitat. La administración valenciana tuvo que asumir 25 millones de deuda del proyecto. Y ahí se quedaron durante años los restos de Las troyanas de Papas, como otro espectro de los años de la magnocracia.
Ahora, esos materiales descansan en otro almacén, mientras La Nau encara (con tres años de retraso) su nueva etapa. La Conselleria de Cultura gastará cerca de 2 millones de euros en su puesta a punto y espera abrirla en un plazo de un año. Se sabe cómo será por dentro, pero no quién ni cómo la gestionará. Tras el abandono paulatino de Teatres de la Generalitat, el Ayuntamiento de Sagunto intentó revivirlo, sin éxito. Por su parte, la actual dirección de Sagunt a Escena no cree que deba ser una sede de su programación. Ahora queda esperar.