Se acaba el mes de agosto y por desgracia nos quedan algunas tragedias, incendios y accidentes aéreos. Voy a intentar reflexionar con una mezcla de razón y corazón sobre estos hechos que han impactado a la sociedad
Estuvimos pendientes durante varios días de los devastadores incendios en las Islas Canarias, como suele ocurrir, la fuerza de la naturaleza y la virulencia del fuego hicieron estragos, pero la acción del hombre y la providencia siempre consiguen prevalecer y pese al daño que causan, volvió la normalidad. Durante los incendios que suelen producirse en verano, siempre se habla del tiempo de recuperación de esa tierra quemada, muchas veces parece que uno morirá sin ver el verde de nuevo. Así lo sentí y pensé hace unos años cuando por estas fechas veía arder un lugar que conozco y al que tengo un especial cariño, el paraje de la Granadella en Jávea. Ahora uno lo recorre y no da crédito por el aspecto y el color de su vegetación.
Los incendios en verano son algo casi inevitable, como lo es que el partido que está en la oposición diga que el que gobierna no ha hecho los deberes porque los incendios se apagan en invierno. Yo creo que ninguno los hace por falta de empeño, de interés, de ganas y porque probablemente siempre habrá un margen de error, terribles accidentes o incendios provocados, que es imposible de prever, como sucede con otros dramas que sufrimos. No podemos controlar todo al 100%. Ahora bien, en estos asuntos se hace una política cínica y rastrera.
Utilizo estos términos malsonantes y duros porque es así. Ante un drama como los incendios de verano sean los de Canarias o los Brasil, si gobierna un partido de izquierdas todo se trata con cierta normalidad y equilibrio. Estamos ante un drama, no cuidamos la naturaleza, algún desalmado ha iniciado las llamas, todos debemos unirnos para acabar con la lacra del fuego, en conclusión, todo se relativiza, se disipan las responsabilidades personales y se matiza. Ocurre algo que tiene lógica, que es aquello de que no existen blancos o negros, sino grises. No se busca colocar un culpable en el centro de la diana, se difumina y se habla de responsabilidad social, de hacer causa común. Pero cuando el presidente era Rajoy, como no se desplazara a las pocas horas al lugar que sufría ese terrible fuego, todos cargaban contra él.
En estos últimos días, los incendios en la Amazonia brasileña tienen para la mayoría de medios y por ende de la sociedad que consume la información de manera natural, un responsable político, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que ¡oh, casualidad!, es uno de los líderes mundiales contra el rodillo del progresismo políticamente correcto y aburguesado, que como bien parodiaba un meme, lo representan esas personas tumbadas en la cama subiendo fotos a las redes y creyendo que están salvando el Amazonas. Pero la realidad es otra, y hay datos que no suelen leerse pero están, los recopilaba Manuel Llamas en un interesante artículo y es bueno recordarlos: el pulmón del planeta es el océano que genera el 90% del oxígeno, los incendios comenzaron en Bolivia (presidida por Evo Morales) donde se permitía la quema controlada de bosques, pese al aumento de casi el 80% de incendios en Brasil, Bolivia y Perú están por encima del 100%, los satélites de la NASA identificaron que la actividad de incendios en la Amazonia está en el promedio de los últimos 15 años y por último la superficie quemada (19.000 km2) dista mucho de la que se quemó en 2005 (157.000 km2 ) y 2007 (154.000 km2) cuando gobernaba el Lula da Silva, hoy en la cárcel por casos de corrupción.
Esta semana han tenido lugar dos dramáticos accidentes aéreos, uno más mediático por la espectacularidad de las imágenes y porque el piloto accidentado era un comandante del Ejército del Aire, Francisco Marín, que se estrelló en el Mediterráneo en la Manga del Mar Menor, una pérdida de uno de los mejores. Porque no somos conscientes del trabajo sacrificado y abnegado que realizan los miembros del ejército. El suceso sacó a la luz la miseria moral del independentismo catalán, cuando un miembro de la ejecutiva de ANC intentó bromear con tan dramático suceso.
Y por desgracia, otro accidente en la isla de Mallorca, entre dos particulares que iban en un helicóptero y un ultraligero dejó siete muertos. Cuando leí la noticia, pensaba en las paradojas de la vida, un matrimonio alemán acomodado que se desplazaba para comer en la otra punta de la isla y en unos segundos perecieron. En el ultraligero un paisano nuestro, Juanjo Vidal, empresario afincado en Mallorca también falleció. Mientras apuramos los últimos días de este verano entre lluvia y viento, la vida vuelve a demostrarnos su fragilidad, nada nuevo bajo el sol pero siempre inquietante.