«Las albóndigas son un plato que le gusta a todo el mundo, siempre son un win. Son muy Casa Capicúa por lo que tienen de familiar y casero. Las preparamos todas las semanas y variamos la salsa que las acompaña».
En la imagen, albóndigas Clarise con pesto de nueces y rúcula, uno de los pilares de la carta de mañanas en Casa Capicúa. Llevan también salsa de tomate, un toque lácteo de parmesano rallado y generosidad con el aceite de oliva. Es precisamente esa esplendidez en el tamaño de las albóndigas y los condimentos lo que caracteriza a este plato de la semana, que sabe a una incursión a mediodía laborable a la cocina de una persona, sea del género y la edad que sea, que encarna el intangible de la abuelita que habla a través del cariño que hay en la comida de toda la vida.
La receta original proviene de Pan Tartine de Chad Robertson, la filosofía que las hermanas Benito aplican a la preparación recuerda a la narrativa del Jerusalén de Ottolenghi: «Hay centenares de variedades de albóndigas, cada una con su propia herencia singular y con una técnica de preparación determinada. Las albóndigas son, en esencia, un plata de la mamma: simple, básico y familiar, aunque cargado de recuerdos y asociaciones».