VALÈNCIA. En 1974, la Comuna Antinacionalista Zamorana, un grupo de jóvenes intelectuales capitaneados por Agustín García Calvo, publicaba un panfleto bajo el título Comunicado urgente contra el despilfarro, en el que ya alertaban de la deriva consumista que provocaba el capitalismo y que repercute directamente en la degradación del medio ambiente. La sociedad contemporánea está marcada por la generación descontrolada de residuos: cada vez queremos más, compramos más, tiramos más. Casi medio siglo después, el comunicado urgente sigue más vigente que nunca, a la vez que declaramos el Estado de Emergencia Climática. Radiografiar el problema, en los 70 y ahora, resulta mucho más que atajarlo.
Esta idea de confrontar los vicios contemporáneos con el propio visitante del museo es el principal motor narrativo de la nueva exposición del Centre del Carme, un trabajo de los artistas Almalé y Bondia (comisariado por Chus Tudelilla), que presentan paisajes de lugares improductivos, abocados al abandono por los residuos. Una profunda reflexión sobre la maquinaria capitalista del consumo de usar y tirar, pero que también encierra reflexiones sobre el paso del tiempo, la propiedad y la capacidad de transformación humana sobre el paisaje.
La exposición recibe al visitante con una videoinstalación con dos pantallas en el que se muestra la creación de una escultura a partir del lanzamiento aleatorio de escombros desde un primer piso en un terreno baldío.
La sala central es un viaje por los escombros de las carreteras comarcales del Estado. A partir de la formación de montañas de residuos naturales, Almalé y Bondia hace lo propio de manera artificial con paracaídas, frigoríficos, tubos de obra pública, cajas de cartón y otros escombros acumulados cerca de lugares inhóspitos, convertidos por el ser humano como vertederos. Más tarde, una serie de fotografías forman bodegones barrocos también a partir del desecho, pero con una novedad, los paisajes de carretera se sustituyen aquí por una penumbra negra que crea un reflejo del quién los mira, como una pantalla del móvil, un espejo negro. Los artistas incluye al espectador en su propio discurso: “esto esta mal, y eres partícipe de esto”.
La última sala es un proyecto paralelo de los mismos artistas, Historia de un lugar, en el que retratan los restos de la macrourbanización de El Saboyal, que proyectaba incluso un campo de golf en un terreno de secano y que acabó abandonada con tan solo los esqueletos de las casas en 2008.
Los derechos del lugar sirven para hablar de la proyección magnócrata del espacio durante la burbuja inmobiliaria, del paso del tiempo y -otra vez- de la transformación del paisaje. Lo hacen una serie de fotografías de piezas que pueden parecer menhires o piedras encontradas en un yacimiento histórico, pero que son en realidad parte de las constucciones. También un vídeo que muestra como el tiempo pasa sin que pase nada. Tan solo una brisa mueve la maleza. Tan solo las nubes se desplazas milimétricamente. Cierra la muestra tres piezas que son tuberías de plástico intervenidas y que forman una instalación, remitiendo a la carrera escultórica de los dos artistas zaragozanos.
José Luis Pérez Pont: “Sin trabajadores no se puede trabajar”
El director del Consorci de Museus, José Luis Pérez Pont, quiso aprovechar su intervención para despedir a la coordinadora de la exposición, que finalizaba su contrato tras tres años de trabajo en la institución. “Quiero agradecer su gran trabajo. Es inexplicable que alguien que ha demostrado su valía no pueda continuar”, ha asegurado. También ha aprovechado para volver a reivindicar la necesidad de que el Consorci tenga más personal: “Sin trabajadores no se puede trabajar”. La plantilla de la instituciones apenas llega a la decena. Este año su presupuesto ha aumentado un 26,5 %; sin embargo, no pueden aumentar el número de trabajadores.