CASTELLÓ. Las sociedades que habitaban el este de la península ibérica desarrollaron una técnica avanzada para la época en cuanto a la elaboración de cuerdas y cordajes. Un hecho que les permitió practicar la escalada y facilitarles la recolección de miel. Las representaciones descubiertas en el arte rupestre levantino son el testimonio más claro de esa estrecha relación entre los grupos de pobladores que vivían junto al Mediterráneo con la miel. Una tradición que ha continuado con los años y que se mantiene gracias a iniciativas como Mieles La Alquería, ubicada en la pedanía del mismo nombre, en Montanejos.
La iniciativa se ha consolidado en los últimos dos años, después de iniciar la actividad hace unos 15, aunque entonces de una manera testimonial, según explica su fundadora, Pilar Catalán. "Al principio empezó como una afición, ya que mi familia se había dedicado siempre a la agricultura y a la ganadería y mi abuelo había tenido colmenas, aunque solo para consumo familiar".
Fuea la jubilación de su padre, Elías, el momento en el que Pilar comenzó su aventura, con tan solo dos colmenas. "Mi padre me explicó lo básico del trabajo del apicultor y comencé a experimentar, y aunque me ayudó mucho ese acompañamiento, también hay que decir que ha cambiado mucho el mundo de la apicultura; por ello desde entonces no he parado de formarme en cursos y jornadas que se organizan", explica Pilar.
En la actualidad, la despensa de Mieles La Alquería la componen algo más de 350 colmenas, en las que las abejas producen la miel que luego comercializa. "La verdad es que es un trabajo duro", comenta la emprendedora de Montanejos, "y te ha de gustar, es vocacional, pero yo siempre he tenido afición a los trabajos del campo y estoy feliz con lo que hago. Hasta hace unos años lo compaginaba con otros trabajos temporales como camarera o en almacenes, en épocas en que bajaba la intensidad del trabajo, pero ahora solo me dedico a la miel".
En este proceso de crecimiento, Pilar no ha tenido dudas y ha mantenido su filosofía intacta, incluso a medida que el número de colmenas ha ido creciendo. La elaboración de la miel se continúa realizando con procesos totalmente artesanales, sin calentar, para que mantenga todas sus cualidades intactas y su excelente calidad. La propietaria de la compañía comenta que el año más complicado "ha sido precisamente el actual, ya que la falta de lluvias, que ya venía de la temporada pasada, supondrá un descenso de la producción".
Pilar señala que en una campaña normal la producción de la marca puede llegar a los 5.000 kilos de miel, un producto que además se encarga de envasar de forma manual la gerente de la firma en su obrador y que también distribuye ella misma. "Nuestro producto está enfocado a particulares y lo vendemos de forma directa en las ferias a las que asistimos y también en algunas tiendas de la comarca y de la provincia". En concreto, los puntos de venta se encuentran en Montanejos, Castelló, en el mercado central de Onda y en Ribesalbes, entre otros. De momento, Pilar no se plantea ampliar el número de puntos de venta, ya que no quiere "dejar desabastecido a nadie".
Las mieles que elabora la marca del Alto Mijares son monovarietales. Destacan entre sus creaciones la miel de romero, la de tomillo, la de azahar, la de espliego, la de bosque o la de brezo blanco de la Serra d'Espadà. Para conseguir una mayor cantidad de miel, Pilar practica la trashumancia, aunque solo hasta zonas cercanas de Castellón o la sierra Gúdar-Javalambre en Teruel.
La apicultora piensa seguir adelante con su iniciativa a pesar de las dificultades existentes, como la competencia desleal que supone la importación de mieles extranjeras de baja calidad y las malas condiciones climatológicas de los últimos años. "Me gusta la tranquilidad del pueblo, el ritmo de vida de aquí, y de momento no me planteo dejarlo", concluye orgullosa.
