El programa contempla la creación de itinerarios de movilidad sostenible para conectar el campo y la ciudad, así como la recuperación de espacios agrícolas
VALÈNCIA. La Ribera Alta y Camp de Túria buscan rehabilitar, adecuar e integrar en el espacio urbano sus dos parajes naturales más emblemáticos: el de la Murta i la Casella, por un lado, y el del Alt Carraixet, por el otro. De este modo, han desarrollado un proyecto piloto que prevé el acercamiento entre el campo y la ciudad a través de vías verdes y circuitos de tránsito sostenible, pensados para el senderismo y otras actividades saludables. Además, la intervención también contempla el acondicionamiento natural de las zonas periurbanas y una recuperación de los suelos agrarios para la producción responsable.
Con un presupuesto global de 2,8 millones de euros, el programa Conectando el paisaje, conectando voluntades recuperará, embellecerá e integrará estos espacios que ya forman parte del patrimonio e identidad de ambas comarcas. La iniciativa se presentó el pasado 16 de julio ante la Comisión Europea con el objetivo de captar fondos del proyecto LIFE. En caso de conseguirlos, el programa deberá ponerse en marcha en ambos escenarios antes del 1 de enero de 2022, con un plazo de finalización de cuatro años.
La piedra angular del proyecto Conectando el paisaje, conectando voluntades recae sobre la integración territorial: los dos parajes participantes deberán crear una infraestructura verde que mejore los ecosistemas naturales y facilite la conectividad territorial de sus espacios más relevantes. Esto pasa por la creación de itinerarios de movilidad sostenible que promuevan el senderismo, el cicloturismo, y otras formas de uso responsable del entorno.
Los biocorredores llegarán hasta la mismísimas puertas de las ciudades, interaccionado con unos espacios periurbanos que deberán ser adecuados, mejorados e integrados en el paisaje. Para ello, se podrán aprovechar e incorporar sistemas de drenaje, suelos forestales residuales o explotaciones agrícolas, que aumentarán los servicios ambientales de la zona.
La otra gran pata del programa es la mejora del paisaje agrícola. En este sentido, se promoverá la plantación de árboles y arbustos allá donde sea necesario, prestando especial atención a las especies más favorables para los agentes polinizadores. Todo ello con el objetivo de incentivar los espacios agroalimentarios sostenibles y saludables, cercanos a los grandes ejes de población. También en esta misma línea, se contempla la creación de una marca de calidad para los agricultores locales, que acredite su respeto por la biodiversidad y la adopción de sistemas ecológicos, integrados y de residuo cero.
Si el proyecto sale adelante, será la Generalitat Valenciana quien coordine las acciones a través de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Cambio Climático y Transición Ecológica. Por su parte, el Centro para la Investigación y la Experimentación Forestal actuará como órgano gestor. Sin embargo, los encargados de aplicar la iniciativa sobre el terreno serán órganos y entidades con arraigo local, tanto públicas como privadas: VAERSA, la Diputació de València, la Mancomunitat del Camp de Túria, el Ayuntamiento de Alzira, la Cooperativa Agroecológica de Alzira, la Cooperativa Agrícola de Bétera y la Fundación Lumne, que será el divulgador principal del programa y coordinador del voluntariado.
Conectando el paisaje, conectando voluntades converge con los planes establecidos dentro del Pacto Verde Europeo, un documento en el que se recoge la importancia de recuperar la biodiversidad y acabar con las prácticas insostenibles de la actividad humana. Los espacios naturales son importantes fuentes de protección para las personas en cuanto a que regulan el clima, mantienen la fertilidad de los suelos, reducen la huella de carbono y evitan catástrofes imprevistas. Así, la recuperación y adaptación de estos paisajes constituye no solo un favor a la naturaleza sino también para los propios ciudadanos.
En cuanto a la seguridad alimentaria, el Pacto Verde pone de manifiesto la necesidad de transitar hacia sistemas más sostenibles, basados en una producción y consumo responsables. Especialmente después de la crisis de la covid-19, se ha demostrado la importancia de contar con espacios agrícolas eficientes, cercanos y de calidad. “Hace falta generar una cadena sana y sostenible que funcione para los consumidores, los productores, el clima y el medio ambiente”, manifiesta este acuerdo.
Finalmente, el plan desarrollado en las comarcas de la Ribera Alta y Camp de Túria también tiene un compromiso claro con la repoblación de las especies polinizadoras, animales que en los últimos años han visto caer en picado su número. Así, es la propia Comisión Europea quien solicita medidas concretas para incentivar su recuperación, como la eliminación de ciertos plaguicidas o la introducción de elementos amables para ellos en los paisajes.