Consellera de Sanidad Universal y Salud Pública desde junio de 2018, Ana Barceló nunca imaginó que la difícil tarea de gestionar el mayor departamento de la Generalitat, con el 40% del presupuesto, se iba a tornar casi imposible por culpa de un virus con el que lleva lidiando diez meses
VALÈNCIA. Bna Barceló Chico (Sax, 1959) concede esta entrevista a Plaza sin saber que ha sido elegida Persona del año en la Comunitat Valenciana 2020. Su conselleria tiene muchos temas sobre los que preguntar, pero la importancia de la pandemia y la limitación de espacio en la revista hacen que al final toda la conversación gire en torno al virus que llegó a nuestras vidas a finales de febrero, a su gestión y a sus sentimientos.
— ¿Estaba preparada la sanidad valenciana para una pandemia?
— Ni la Sanidad valenciana ni la Sanidad de ninguna autonomía estaban preparadas para abordar una crisis como la que estamos viviendo, y se debe a muchas circunstancias. La última crisis de 2009 conllevó un recorte importante que afectó tanto a recursos humanos como a las inversiones que se estaban llevando a cabo en infraestructuras y tecnología. Esta crisis sanitaria ha abierto las costuras y ha evidenciado cuáles son los déficits que tenemos, mayoritariamente en recursos humanos.
— ¿Cómo vivió la falta de material al inicio de la pandemia?
— Lo vivimos muy mal, sobre todo cuando empezamos a realizar todas las contrataciones y veíamos que no íbamos a poder contar con el material por las circunstancias que nos estaban rodeando y que se escapaban a nuestro control. Se cerraron las fronteras chinas, se quedaron camiones con compras que habíamos hecho en Alemania porque cerraron fronteras, pedimos ayuda al Ministerio para que hablara con la Unión Europea y se creara un corredor sanitario para que pudieran llegar las EPI... Ahí nos dimos cuenta de que dependíamos de un mercado del que no teníamos ningún control.
— ¿Hubo descoordinación con el Ministerio de Sanidad cuando no quedaba claro quién debía realizar las compras?
— El Ministerio se encontró como nosotros, en una situación en la que pensó que era bueno centralizar las compras porque de esta manera podía hacer una distribución equitativa. Pero se encontró con los mismos problemas que teníamos las comunidades autónomas. La intención era buena, pero muy difícil de ejecutar.
— ¿Cómo puede ser que durante meses los datos de contagios y fallecidos que daban el Ministerio y su Conselleria no coincidieran?
— Hay un dato que nunca estaba claro y era el de los fallecidos, porque nosotros utilizábamos un sistema mucho más amplio. Considerábamos que si en una residencia se había producido un brote y había fallecimientos es como si fuera un grupo burbuja. Utilizaban espacios comunes, los trabajadores trataban a todos por igual, por lo que considerábamos que podía haber un vínculo epidemiológico, aunque no se hubiera utilizado test o PCR, y dábamos por hecho que había fallecido de covid. Hace poco tiempo el Ministerio ha aflorado más de 1.600 fallecidos que asignó a diferentes autonomías. Después de esto, nosotros todavía tenemos veintitrés fallecidos más que el dato que da el Ministerio, seguramente porque se utilizaron criterios totalmente distintos.
— ¿Cree que podríamos volver al confinamiento como al inicio de la pandemia?
«Yo no haría ninguna cena familiar donde estuvieran nuestros mayores con grupos no convivientes»
— Yo convertiría la pregunta a la inversa. ¿Están los ciudadanos dispuestos a cumplir las medidas para no llegar a un confinamiento?
— Usted siempre apela a la responsabilidad de los ciudadanos. ¿Por qué cree que no están siendo suficientemente responsables?
— Hay lo que se llama una 'fatiga pandémica'. Está todo el mundo un poco agotado y con la necesidad de planificar una vida más o menos organizada.También porque es un virus que no se ve y no se siente hasta que no lo padeces. Lo que no se ve y lo que no se siente parece que no existe. Y cuesta mucho que los ciudadanos se pongan en la situación de las personas que pierden a un familiar o las personas que padecen la enfermedad y tienen secuelas. Si muchas personas escucharan todos los días los testimonios de aquellos que han vivido una hospitalización o un ingreso en UCI, o vivieran la situación de aquellas personas que han perdido a un ser querido y no han podido cogerle la mano para despedirse o darle un abrazo... Si esa imagen la tuviéramos grabada todos los días antes de salir o cuando invitamos a alguien a casa, la responsabilidad vendría dada por la conciencia de que estamos ante un virus que no conoce de edades y que lo único que le importa es transmitirse y reproducirse.
— ¿Se están encontrando con muchos casos de contactos de positivos que no se quieren confinar?
— Cuando nos ha llegado una situación así suele ser de pueblos pequeños que todo el mundo conoce quién ha dado positivo porque lo comentan a familiares y amigos. En esas situaciones, algún alcalde nos ha comunicado, en un momento determinado, que un vecino salía a pesar de ser positivo. Hemos pedido que se hiciera la advertencia oportuna, y si no, se solicita al juzgado un confinamiento obligatorio.
— Mucha gente se queja de que el rastreo no funciona porque las PCR y su resultado tardan mucho. ¿Es posible mantener el rastreo cuando el número de contagiados se dispara?
— La incorporación de los 300 militares nos ha ayudado mucho. Es posible realizar todos los rastreos porque somos la comunidad que más brotes declaramos y es algo importante, porque ya establecemos la trazabilidad. Es verdad que en algunos se produce transmisión comunitaria y hemos perdido el control. No es tanto problema tener el dato de la PCR porque una persona, si sabe que ha sido contacto estrecho, aunque le hagan la prueba tiene que estar confinada desde el primer minuto, aunque dé negativo.
— Da la sensación de que mucha gente no sabe eso y pide la PCR cuanto antes...
— La PCR, cuanto más tarde se haga más fiabilidad tendremos. Los síntomas pueden aparecer hasta el séptimo día y la fiabilidad..., incluso sabiendo que al séptimo día no tiene la enfermedad, tiene que esperar hasta el décimo para salir. Es verdad que da la sensación de que cuando tengo el resultado puedo salir, pero no es así. Si yo fuera caso estrecho tendría que confinarme diez días, aunque la prueba me la hicieran al noveno, porque la enfermedad la puedo desarrollar en cualquier momento. Parece que la PCR negativa se percibe como una vacuna, pero no es así.
— Diciembre es un mes muy importante para el comercio y la hostelería. ¿Merece la pena aligerar las restricciones para Navidad?
— Estoy convencida de que hay que controlar absolutamente todo, no sea que tengamos una cuesta de enero pandémica, y eso es complicado. Nos puede pasar como en el puente del 9 d'Octubre. Somos partidarios de ser más restrictivos que de aliviar medidas, y lo somos porque tenemos la experiencia y porque vemos muchas ganas de la ciudadanía por intentar que adoptemos medidas que les alivien, pero no adoptaremos medidas contraproducentes que nos sitúen en una posición complicada en enero, cuando, además, todos los equipos y profesionales estarán agotados.
«Cuesta mucho que los ciudadanos se pongan en la situación de quienes pierden a un familiar»
— Hubo diferencias entre las Administraciones por las cenas y comidas de Navidad...
— Hay algo que siempre estoy pensando y es que yo no haría ninguna cena familiar donde estuvieran nuestros mayores y vinieran de otros grupos que no son convivientes, porque tenemos que protegerlos. En una cena pasamos muchas horas juntos, porque no solo es cuando nos sentamos en la mesa, sino que preparamos la cena juntos, estamos juntos y cantamos. Vamos a pasar muchas horas en un espacio cerrado, que podemos ventilar o no dependiendo de si tenemos personas mayores, pero en cualquier caso el número de personas que están no es tan importante; la clave es que se cumplan las medidas de seguridad.
— ¿Confía en que la vacuna esté lista a principios del próximo año?
— Aunque estuviera para principios del próximo año, llegar a una inmunidad total va a tardar muchísimo tiempo. Si las dosis de las vacunas son dos, tenemos por delante mucho trabajo y la inmunidad de grupo se tardará en conseguir.
— Con lo cual, las Fallas pintan muy complicadas.
— Muy complicadas.
— La situación fue dramática en las residencias en la primera ola de la pandemia pero también lo está siendo en esta segunda. ¿Qué ha fallado?
— Tenemos residencias con un caso y otras donde ha afectado más pese a los controles que se están llevando. En el momento que se produce un positivo de un profesional, se realizan pruebas a todos los trabajadores y a todos los residentes, pero es complejo. El virus no entra solo, alguien lo porta, porque las personas mayores no salen desde hace mucho tiempo, lo cual también nos entristece porque reciben pocas visitas. Por eso hay que llevar un control estricto de todo el personal con el que cuentan las residencias, porque vuelven a casa todos los días y, aunque tengan un comportamiento estricto, conviven en un hogar donde el resto de sus miembros puede salir. No podemos hacer test a todos los que se incorporan cada día a su trabajo. También se está procediendo a muchos ingresos de personas mayores y por eso tenemos un número elevado de hospitalizaciones, ya que, a pesar de que no cumplen los criterios clínicos, estamos ingresándolos para tener un control exhaustivo por si pudiera existir algún otro tipo de patología que tuviera un desenlace no deseado.
— ¿Por qué su departamento no ha atendido la petición reiterada de los empresarios de residencias de que se hagan test a los enfermos que vuelven del hospital?
—Nosotros seguimos las guías y los protocolos del Ministerio y los que se elaboran por Salud Pública. Cuando una persona entra en un centro hospitalario se le ha hecho una PCR, a la salida se entiende que, si la unidad de la que ha salido no tiene covid, hasta la residencia es casi imposible que pueda contraer la enfermedad.
— ¿Cómo han funcionado las concesiones sanitarias de Manises, Dénia, Elche y Torrevieja durante la pandemia?
— Las cuatro han estado incorporadas al equipo de coordinación que se estableció en la Conselleria. Desde la Dirección General de Asistencia Sanitaria se han mantenido reuniones donde estaban las concesiones, como debía ser porque estaban dentro de la red de hospitales públicos, y han participado gerencias y equipos directivos. Y sobre la situación de la pandemia, depende de la incidencia de cada departamento, no ha habido diferencias entre públicos y de concesión.
— Desde Ribera Salud consideran que debería prorrogarse la concesión de Torrevieja hasta que termine esta crisis sanitaria. ¿Ha contemplado esta opción?
— No. Creo que hay tiempo suficiente para responder a las normas de reversión que se les ha solicitado y no hay ningún planteamiento en ese sentido encima de la mesa.
— Puig anunció en septiembre una gratificación a los sanitarios que habían estado en primera línea al inicio de la pandemia. ¿Teme que, por su complejidad, se les vuelva en contra la medida?
Si nos pusieran en su situación, yo creo que nos gustaría que se nos reconociera el esfuerzo. Los sindicatos querían que cobraran todos sin excepción, pero no nos parecía un reconocimiento al sobresfuerzo llevado a cabo. Puede haber muchas opiniones, todas legítimas y respetuosas, pero la intención era siempre compensar ese sobresfuerzo.
«Desde la parte del sentimiento y la humanidad lo vives con mucha tristeza; hemos tenido días muy tristes»
— ¿Cuál ha sido el peor momento de la pandemia?
— He vivido muchos momentos complicados. Yo creo que los peores son cuando vamos reportando el número de fallecidos y, sobre todo, cuando esos fallecidos solo han tenido la mano de un profesional que ha estado a su lado. Yo creo que, cuando uno se pone los zapatos de otra persona, esos momentos son duros porque tienes que trasladar cifras y, en ocasiones, me hubiera gustado dejar las cifras de lado y hablar de sentimientos. Esos momentos para mí eran difíciles, porque imagino cómo lo han podido vivir. Veíamos cómo estaban los hospitales, veíamos cómo los profesionales estaban haciendo un esfuerzo titánico, en algunas ocasiones sin material de protección porque no había. Es un cúmulo de circunstancias las que se incorporan a la gestión y que humanamente vives con mucha preocupación, pero desde la parte del sentimiento y la humanidad lo vives con mucha tristeza; hemos tenido días muy tristes.
—Usted tuvo un momento duro a nivel personal con el fallecimiento de su madre en plena pandemia. Ese día mantuvo su comparecencia diaria, cuando todo el mundo habría entendido que otra persona la sustituyera.
— Lo habría entendido todo el mundo, menos mi madre. He disfrutado de ella muchísimos años, era una mujer extraordinaria y no pude acudir al entierro porque fue cuando se decretó el estado de alarma. Podía haber faltado por fallecimiento, pero yo conocía perfectamente a mi madre, ella me conocía a mí, y estoy segura de que si hubiéramos tenido ocasión de comentar esto me habría dicho: «Tienes que estar donde tienes que estar, que es ejerciendo tu responsabilidad». Y como eso lo tengo muy claro, y es en parte como me han educado, estuve donde creía que debía de estar y lo demás queda en la intimidad del momento que viví antes de salir a esa rueda de prensa.
— ¿Cómo valora la actitud que ha tenido la oposición durante estos meses?
— Creo que la oposición en muchos casos se ha detenido en cuestiones como los test masivos o las PCR, y lo que siento es que no hayan comprendido la parte más científica de las decisiones que adoptábamos en el seno de un consejo interterritorial. Por lo demás, el papel que ha tenido algunas veces ha sido excesivamente duro, pero cada uno cuando termine podrá valorar en qué medida el papel que ha jugado ha contribuido o no. Desde luego, la oposición no ha sido igual en todas las comunidades autónomas.
— Para acabar con buen sabor, dígame un momento bueno en medio de este infierno.
— Para mí un momento feliz fue cuando empezaron a salir de la UCI personas que llevaban mucho tiempo. Abrió una puerta de esperanza de que esas personas se podían recuperar. Recuperamos incluso gente que llevaba meses en la UCI. Por ejemplo, el joven que se debatía entre la vida y la muerte y para el que pudimos traer un medicamento de Madrid que era experimental. Reaccionó y salió de la UCI. Todo eso son momentos de alegría. O cuando ves que hay más altas que casos positivos. Pero duran poco. Son pequeñas treguas.
VALÈNCIA.-Resulta difícil resumir en pocas líneas la trayectoria profesional de un artista de la talla de Martín Forés Sanz (Llombai, 1964), seleccionado por Plaza para ilustrar, a partir de una fotografía de Eva Máñez, la portada de la Persona del año en la Comunitat Valenciana 2020. Una carrera que comienza con apenas veinte años en el taller Bicent's de Godella, pero que realmente despega cuando, en 1990, decide independizarse y crear su propio estudio. Con Josep Renau como gran influencia —suyo es el impresionante mural que marca actualmente la identidad del barrio de San Marcelino en València—, si hay algo que describe a Forés es su eclecticismo y su capacidad para dominar distintas técnicas (ilustración, cartelismo, pintura matérica, fotorrealismo, trompe l'oeil y muralismo), algunas propias, como el faux marble. Destaca, por supuesto, su habilidad con el trampantojo, de ahí que la crítica lo suela considerar como uno de los continuadores más notables de la obra del francés François Zanatta, a quien, por cierto, llegó a conocer en persona.
Pero si hablar de este artista es recordar su capacidad de combinar técnicas, no se puede obviar su proyección internacional que pasa por lugares tan distantes como Chicago, Nueva York, Londres, París, Ginebra, Emiratos Árabes, Abuja (Nigeria, bajo la atenta vigilancia de una policía que no se separaba de su AK 47), Malabo, Bata, Mongomo (Guinea Ecuatorial) o Adís Abeba (Etiopía). Su vida profesional incluye sorpresas tales como haber sido el responsable, junto con su equipo, de la decoración de la mesa principal para celebrar la reunión del G-20 de San Petersburgo, celebrada en septiembre de 2013.
Una trayectoria que, como mancha de aceite, se extiende por medio mundo, pero que en ningún momento le ha llevado a renunciar a sus raíces. De hecho, de los más de cincuenta premios que avalan su dilatada trayectoria de cartelista, destacan los tres relativos a las Fallas (2001, 2003 y 2004), además de haber sido responsable de la imagen de Les Fogueres, la Semana Santa Marinera de València, la Fira de Xàtiva o ¡El festival de la Canción de Benidorm! Así, no es de extrañar que fuera presidente de la Asociación Valenciana de Amigos del Cartel en 2005.
Nacido en el seno de una familia en la que nadie estaba relacionado con el mundo del arte, este artista autodidacta descubrió su vocación cuando, de joven, un cartógrafo militar se instaló en casa de su abuelo durante casi un año y le contagió el gusanillo por el dibujo.
* Este artículo se publicó originalmente en el número74 de la revista Plaza