VALÈNCIA. El nuevo año y el espíritu navideño propio de estas fechas no ha mejorado la relación entre las fuerzas políticas que conforman el Consell del Botànic, PSPV, Compromís y Unides Podem. La profunda expansión del virus en estos días festivos ha agudizado el desacuerdo en el tripartito hasta el punto, ya no solo de hacerse público, sino de ser difundido con empeño por los distintos protagonistas.
Así, en un lado está el PSPV que lidera el presidente de la Generalitat, Ximo Puig. Los socialistas mantienen su postura de no incrementar las restricciones hasta no comprobar el efecto de las aplicadas el 7 de enero, cuando se adelantó el toque de queda a las diez de la noche y se decretó el cierre de la hostelería a partir de las cinco de la tarde.
El Consell de Coordinació Institucional de Compromís (CCIC), por su parte, hizo público este martes un comunicado con su propuesta de nuevas medidas, varias de las cuales ya habían deslizado públicamente así como también en la reunión de la Mesa Interdepartamental celebrada el pasado 5 de enero para decidir las nuevas restricciones que saldrían adelante apenas día y medio después.
En esta línea de endurecer las medidas, la coalición valencianista propone trasladar al Gobierno de España -puesto que es su competencia- un "confinamiento parcial" en el que se mantenga la actividad de los servicios públicos, la actividad educativa, la actividad económica de acuerdo con las medidas sanitarias aunque promoviendo el teletrabajo y la posibilidad de la práctica deportiva segura.
En cuanto a las restricciones, Compromís plantea suspender la actividad de la hostelería, los establecimientos turísticos, hoteleros y de ocio, los centros comerciales y establecimientos comerciales no esenciales de más de 800 metros cuadrados y limitar su actividad en espacios de igual o inferior tamaño. Además, también aboga por suspender espectáculos y actividades sin programación estable que impliquen acumulación de personas a la entrada y a la salida, la prohibición de las reuniones de no convivientes, exceptuando los cuidados y la crianza, y el confinamiento nocturno a las 20 horas con las excepciones que marca la actual normativa.
Más allá iba la dirección de Podem días atrás, reivindicando un confinamiento domiciliario, una orden de teletrabajo entre el funcionariado y la grandes empresas de servicios no esenciales y el cierre de centros educativos durante tres semanas, flexible de acuerdo a la valoración epidemiológica de Salud Pública. Unas cuestiones estas que el representante de la formación morada en la Interdepartamental, el vicepresidente segundo del Consell, Rubén Martínez Dalmau, no puso sobre la mesa en la reunión del 5 de enero.
Llegados a este punto, resulta evidente que el nivel de las discrepancias ha alcanzado una cota álgida coincidente con el peor momento sanitario -así lo dicen las cifras- de la pandemia. Uno de los focos de la fractura parece situarse en el cierre de la hostelería y del comercio: Puig ha tratado de mantener un equilibrio entre las medidas preventivas y la contención de las pérdidas en estos sectores, mientras que sus socios no ven más solución que el cierre.
Compromís defiende que, desde hace semanas, venían abogando públicamente por medidas más duras, mientras que en el Palau de la Generalitat son varios los que ven que la intensificación de estas exigencias en los días con más contagios, ingresos y fallecimientos está dirigida, no solo a contener la pandemia, sino también a aprovechar la coyuntura para desgastar al presidente Puig.
La situación es compleja: si el jefe del Consell aprueba un confinamiento como el que solicita la coalición valencianista, además de darles la razón, evidenciará el error por la insuficiencia de las medidas navideñas y dará una nueva estocada al sector del comercio y la hostelería que ya han acusado de "persecución" al Consell por sus últimas restricciones. De no mover ficha, Puig se arriesga a que las cifras continúen creciendo en los próximos días hasta alcanzar el colapso hospitalario: más ingresos, más fallecidos y quizá, llegar finalmente a tener que adoptar las medidas a las que ahora es reacio.
En lo que sí coinciden PSPV y Compromís es en rechazar la suspensión de las clases que ha solicitado Podem. La formación morada ha despertado en los últimos días para exigir las restricciones más duras de las formaciones que componen el Botànic, lo que ha provocado críticas internas entre sus socios al considerar "oportunista" su irrupción.
Por otro lado, desde Esquerra Unida -la otra pata del Botànic- reivindicaron ayer una reunión para esta misma semana de la Interdepartamental -órgano donde se ven las caras los miembros del Consell para decidir sobre la covid- en la que se pongan sobre la mesa estas cuestiones, sin descartar un confinamiento aunque sin incluir el cierre de las escuelas.
No obstante, este escenario de presión -hospitalaria y política- no parece desviar a Puig de su hoja de ruta. Preguntado este martes por la posibilidad de un confinamiento domiciliario, se alineó con lo manifestado un día antes por la consellera de Sanidad, Ana Barceló, para señalar que las restricciones adoptadas el 7 de enero se evaluarán "dentro de unos días" y será entonces cuando "se tomarán las medidas que corresponda".
"Hay margen todavía para llegar a otras medidas antes de un confinamiento domiciliario, que también tiene consecuencias muy negativas sobre la salud. Es competencia estatal pero, en cualquier caso, sería el último espacio posible", concluyó.