Le gusta leer, la familia... y la bolsa. Tanto que suele dar charlas de manera gratuita para animar a la gente a adentrarse en este mundo. Su consejo: conocer bien al cliente
VALÈNCIA.-El interés de Antonio Jiménez Esquiva (Alicante, 1977) por el ‘mundillo’ financiero llegó cuando estaba cursando la carrera de Empresariales. Así fue cómo se inició y «con el poco dinero que tenía ahorrado en aquella época» empezó a hacer sus primeras inversiones comprando acciones, revela a Plaza. Sus ganas fueron en aumento y para ello —al margen de sus estudios económicos— comenzó a formarse más, aunque «no había tanta oferta como la que existe hoy en día».
También señala que tenía claro la exigencia que supone trabajar en un sector tan competitivo como este —y más con todas las variables que afectan a los mercados financieros— «pero con el tiempo uno aprende a gestionar mucho mejor los riesgos, las emociones, y ver el mercado con una mayor perspectiva, máxime cuando hemos vivido ya tantos episodios de volatilidad desde finales de los años noventa, donde nos enfrentamos, por ejemplo, a crisis de la talla de las ‘puntocom’ o Lehman Brothers».
Devoto de la lectura y de disfrutar cuanto más tiempo mejor de la familia y los amigos, a Jiménez le encanta impartir de forma totalmente altruista charlas en universidades y centros educativos —las más recientes han tenido lugar en la Universidad CEU de Elche y en el centro PAX de València—. Lo hace porque «es básico para que en un futuro sepan gestionar su patrimonio independientemente del sector laboral al que se dediquen».
De ahí que apunte sin dudarlo que «debería ser obligatorio desde el bachillerato impartir una asignatura con conceptos económicos básicos; como también en cualquier carrera independiente de que esté, o no, relacionada con la economía. Es fundamental que cualquier persona adquiera nociones financieras básicas que, a buen, seguro le serán muy útiles en el futuro». Eso sí, reconoce que la cultura financiera ha mejorado «pero todavía queda mucho por hacer».
Con más de dos décadas a sus espaldas siguiendo los mercados, no duda en advertir lo mucho que ha cambiado el sector en este tiempo. «Hace veinte años la mayoría de inversores compraba acciones para mantenerlas a largo plazo y cobrar suculentos dividendos; la operativa por internet era impensable y el acceso a tiempo real, gráficos, activos… era muy complicado si no tenías un cierto patrimonio. Actualmente cualquier inversor con poco dinero puede acceder a un porfolio brutal de activos de inversión y a unos costes cada vez más reducidos». Igualmente, alaba el papel de la MiFID II para velar por los pequeños ahorradores, dado que «se ha intensificado el control y, lo más importante, la necesidad de estar certificado en un sector que tiene mucha responsabilidad sobre la preservación del patrimonio y rentabilidad del ahorro de los inversores».
En otro orden de cosas, el director territorial de GVC Gaesco en la Comunitat Valenciana anima a todos aquellos interesados en trabajar en este mundo «siempre que tengan pasión, estén debidamente certificados y con total claridad de que su función será velar en todo momento por la preservación y rentabilidad del patrimonio de los inversores que les confíen sus ahorros». En este sentido recomienda que «hay que conocer muy bien al cliente y su situación financiera para poder tomar las decisiones correctas de inversión, analizar siempre las inversiones que uno realiza y ser conocedor de su valor real —no el cotizado— y, además, actualizar los conocimientos en un sector en continua evolución».
Por otro lado, recomienda «no dejarse llevar por las emociones, tampoco intentar predecir qué hará el mercado y nunca invertir aquel patrimonio que puedas necesitar en el medio plazo». Unas directrices que sigue GVC Gaesco, donde lleva prácticamente toda su carrera profesional. Una fidelidad que le ha hecho rechazar ofertas de otras entidades «porque en esta casa prima la independencia en el asesoramiento; es decir, poder ofrecer al cliente lo que realmente necesita y se adapta a su perfil de inversor, y creo que es algo que debería hacer todo el sector. A esto he de sumarle el trabajar en una gran empresa, con una calidez humana brutal y una profesionalidad exquisita».
Ni qué decir tiene que el coronavirus está poniendo en jaque a los mercados financieros en las últimas semanas, por lo que Jiménez recomienda al pequeño inversor «buscar asesoramiento en profesionales del sector, que seguro que le sabrán orientar en función de su aversión al riesgo dentro de la amplia gama de productos que existen en el mercado». Según reconoce a Plaza, la figura del asesor financiero debidamente registrado va en ascenso «porque cada vez más se ha de poner en valor el asesoramiento» en el sector. «Estoy convencido que en un futuro no muy lejano esto será así y el cliente entenderá perfectamente que se le cobre por asesoramiento, al igual que ocurre en otros sectores. Eso sí, dando siempre un valor añadido», concluye.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 64 (abril 2020) de la revista Plaza
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