el exsecretario general de podem publica unas memorias

Antonio Montiel: «Oltra tuvo en su mano ser presidenta»

Fue el primer síndic y secretario general de Podem en la Comunitat hasta que los críticos con su gestión consiguieron relevarle. Ahora, decepcionado con la deriva de su partido, se despide de la política con un libro de memorias sobre los últimos cuatro años

28/03/2019 - 

VALÈNCIA.-En mayo de 2015, gracias a un acuerdo entre PSPV, Compromís y Podem, la Generalitat y el Ayuntamiento de València cambiaron de gestores tras más de dos décadas de hegemonía del PP. Cuatro años después de aquellas elecciones que marcaron un «antes y después», el exsecretario general del partido morado, Antonio Montiel, está a punto de publicar un libro en el que relata y analiza cómo se gestó aquel cambio de Gobierno. Un compendio de las conversaciones que tuvieron durante semanas Ximo Puig, Mónica Oltra y él mismo, así como un análisis y balance de lo que ha sido esta legislatura. Una obra en tercera persona -de la que Plaza les ofrece un capítulo- que ha escrito junto al politólogo Gonzalo Guillén para evitar un exceso de «subjetividad» sobre un momento «histórico» que cambió el escenario político valenciano.

—¿Cómo se titula el libro?

—Se titula La vía valenciana para el cambio político. Memoria y futuro del Acuerdo del Botánico, pero la editora pensó que era muy largo y en portada aparecerá solo la primera parte. En él se hace un repaso de lo que fueron los gobiernos del PP, después el cambio del Botánico, y al final aparece una hipótesis de futuro en el que cruzamos datos de encuestas para hacer una previsión de lo que podría ocurrir en 2019. 

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—¿Qué va a encontrar el lector sobre el Gobierno del Botánico?

—El libro pretende suplir esa carencia de la crónica inmediata. Es un libro accesible que la gente podrá leer en el metro pero sin perder el carácter riguroso que dos politólogos han intentado darle.

—¿Pero tiene un tono novelesco?

—Es inevitable que tenga anécdotas, que cuente algunas reuniones, cruces de mensajes, tensiones... En definitiva, la parte de la trastienda de los acuerdos porque hay momentos muy difíciles. Recuerdo uno especialmente el día de la renovación en enero de 2017, que tardamos unos minutos más de los previstos en salir a atender a los medios porque estuvo a punto de no firmarse la renovación por pulsos de última hora que no respetaban lo que se había acordado. La política al final tiene esa parte humana que tiene que ver con el patriotismo de partido que a veces dificulta los entendimientos. 

—¿Le ha trasladado alguien su preocupación por qué iba a contar?

—Preocupación no, más bien curiosidad. Hubo momentos de muchísima tensión y parecía que se iba a bloquear el acuerdo. Durante mucho tiempo Mónica y Ximo solo se comunicaban por WhatsApp. Parecíamos un grupo de adolescentes. Teníamos un grupo compartido, pero me escribían por privado a veces ella, y luego él para decirme que no era verdad lo que ella estaba diciendo. No podíamos seguir diciendo a los medios que se estaba por el diálogo y luego no hacer nada por dialogar. 

—¿Qué personajes aparecen del Acuerdo del Botánico?

—Oltra, Puig, Morera y personas también de segunda fila como Lluismi Campos, Orengo, Boix... Pasqual Mollà, por ejemplo, tuvo un papel importante porque lanzó órdagos y pulsos. Para nosotros, que éramos novatos, había momentos totalmente desconcertantes. Nos encontramos jugando con auténticos veteranos de la fontanería política. 

—¿Qué valoración se hace de Oltra y Puig en el libro?

—No hacemos tanto una valoración. Damos datos de cada uno de ellos para que el lector saque sus propias conclusiones. Se han hecho relatos muy simplificados de personajes que son muy complejos. 

—¿Qué papel desempeña Podem?

—Es un actor más. No hemos querido nunca que el libro sea un ajuste de cuentas. Está escrito en tercera persona para que no sea una suerte de memorias de Podem o de Antonio Montiel, porque a veces cuando estás dentro o formas parte de la noticia no eres consciente de todo. Ha sido fundamental conservar archivos de toda la crónica periodística. 


Gonzalo Guillén, politólogo y consultor internacional, insiste en esta idea. Ha pasado el último año escribiendo, codo con codo con Montiel, el libro, en el que ha ejercido la función de contrapeso para «evitar la subjetividad» que el exsecretario general de Podem pudiera aportar a la historia, para que solo «con hechos, se contara todo». Querían, dice, que se hiciera un trabajo elegante sobre unas negociaciones «que pusieron a prueba las estructuras internas de los partidos, especialmente la del PSPV».


—¿Qué parte ha costado más describir? 

—Es inevitable que por mi participación directa en el Acuerdo del Botánico haya una determinada perspectiva, pero hemos tenido especial cuidado en no hacer un libro que pueda molestar a nadie. Por eso decía que el trabajo en equipo permite corregir esa deriva. 

—Hubo un momento en el que Podem dijo que quería que Oltra fuese la presidenta. ¿Cómo aparece eso relatado?

—Esta es una de las partes más delicadas porque ahí sí se van a contrastar relatos. Entiendo que cada uno contó una versión que le tranquilizara a él y a su organización. Contarlo como vamos a hacerlo nosotros a lo mejor agudiza tensiones. 

—¿En qué sentido?

—Creo que Mónica siempre tuvo en su mano la posibilidad de la Presidencia. Para una parte del PSPV, acercarse a Ciudadanos como hicieron no era una reacción a Oltra, sino un camino natural. Había dos almas en el PSPV, de la misma manera que también había un alma posibilista en Compromís que en un momento determinado dice que no hay que seguir tensando la cuerda. 

—¿El Bloc?

—Efectivamente.

—¿Cree que lo que le pesa a Oltra no es tanto la presión mediática que sufre en ese momento como que no tiene el suficiente apoyo interno?

—Para eso va a haber que comprar el libro... (risas).

—¿Por qué cree que Oltra podría haber sido presidenta?

—No solo hacía falta un gobierno con un programa de cambio radical, sino también capaz de aplicarlo. En aquel momento eso lo encarnaba mejor Mónica Oltra. En caso de haber sido así, quizá Podem sí hubiera entrado en el Consell, pero es una opinión personal. 

—¿Hubo alguien con quien se sorprendiera especialmente durante la negociación?

—Me sorprendió la naturalidad con la que algunos explicitaron su rol. Me acuerdo que una persona me dijo: «¿Tú para que te crees que estoy aquí? Para dirigir el tráfico». Pero resulta que los demás interlocutores también tenían a alguien para dirigir el tráfico. Nosotros no íbamos preparados y nos dimos cuenta tarde del rol de Mollà, Lluismi, Orengo... Los jugadores se conocían entre ellos y lo íbamos descubriendo sobre la marcha; no solo estaban jugando la partida sobre la mesa, sino también pensando en la que iban a jugar al día siguiente. 

—¿Hubo intervención de Madrid en el proceso? 

—Sí, en varios momentos. Un encuentro entre Mónica y Pablo [Iglesias] que irritó especialmente al PSOE y al Bloc; o con el Consell ya formado, hubo un momento en el que había que hablar con Madrid, Ximo debía dialogar con Pedro Sánchez para la Entesa al Senado y estuvimos Mónica, Ximo y yo hablando de cómo hablar con él para convencerle.  

* Este artículo se publicó originalmente en el número  53 de la revista Plaza

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