Arte y fotografía

EXPOSICIÓN COLECTIVA

‘Después de la Dana’: la catástrofe como el presente crítico del arte

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VALÈNCIA. “En el arte ser resiliente y sobrevivir es lo más importante, los artistas tenemos una capacidad adaptativa increíble que nos hace avanzar ante la adversidad”, estas palabras las firma la artista valenciana Regina Quesada, quien el fatídico 29 de octubre tuvo que enfrentarse, como todos sus vecinos de Picanya, a ver sus espacios arrasados por la Dana. En su caso, su taller, ubicado en el semisótano de una vivienda familiar en la que guardaba toda su obra. 

 

Como ella, los artistas valencianos Gema Alpuente, Juan Olivares, Hugo Martínez-Tormo y Rubén Tortosa reflexionan sobre esa capacidad de adaptación a lo nuevo tras la catástrofe de la Dana en la nueva muestra colectiva de Fundación Chirivella Soriano: Después de la Dana. Poéticas de la resiliencia, que se centra en los artistas afectados por la catástrofe para hacer dialogar su obra y hablar así de los nuevos comienzos. 

 

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En palabras del presidente de la Fundación, Manuel Chirivella, se ha presentado esta muestra que ocupa todo el edificio para hablar de “resurgir de los momentos dramáticos que vivieron los artistas, de sus objetos y de cómo salvan las obras del agua y del lodo”. Su experiencia, una pequeña parte de la historia de los artistas afectados por la Dana, se relata en primera persona en un artículo publicado por el periodista Salva Torres en MAKMA en el que entrevista a estos cinco artistas para hablar de Los desastres del temporal para el arte-. Cultura en coma (o punto y aparte) por la Dana. De esta forma, Torres actúa como comisario e inspira a Chirivella para trabajar en esta exposición a través de la visión de los artistas que lo perdieron todo entre el fango y el lodo.

 

“Recurrimos a la conciencia del drama y un pasado muy doloroso que sirve para aprender. Evocamos a la memoria que se refleja en el arte y que habla de volver a empezar, y de cómo el lodo puede dar espacio a una belleza imprevista”, apunta Chirivella sobre la muestra, que define como un “fiel reflejo de un drama sin precedentes” pero que sirve como un relato único para engendrar el tiempo pasado y darle forma. 

 

Torres, conmovido por generar el encuentro entre los artistas que ha llevado a esta exposición, apunta que el mundo sigue siendo un espacio que “no es razonable” y que ahí tiene que haber cabida para las historias que son capaces de agitar la conciencia de los visitantes: “Los artistas se acercan al vacío, como en el mito de la caverna de Platón y suben a la superficie para relatar lo que han visto. Esta muestra nos enseña lo que no se quiere ver y contempla la huella de lo real y la naturaleza”.

 

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En la presentación de Después de la Dana los cinco artistas se han referido al cariño y sensibilidad con el que les han tratado desde la Fundación, teniendo en cuenta el tema tan complejo a tratar y la compleja labor de comisariado para contar sus historias. Para Tortosa, este montaje les ayuda a “servirse del tiempo y la historia para contar su propia experiencia”, mientras les da una oportunidad nueva para renacer: “Esta exposición muestra la memoria de la catástrofe, pero nos sirve de punto de partida para renacer. La Dana nos ha llevado a un grado cero desde el que tenemos que aprender a hacer todo otra vez, pero esta exposición es un empujón”.

 

Para Alpuente, esta exposición les sirve para contar su historia con sensibilidad a través de un prisma muy “único y particular” desde el que cada uno ha vivido una experiencia única. En su caso, una de las obras que se muestra nace precisamente de “serrar” los trozos sanos de algunas de sus piezas y generar un trabajo nuevo que nace de todo lo que puede rescatar: “Es nuestra manera de dar sensibilidad al mundo, y esta cambia nuestra manera de habitarlo”. 

 

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También estuvieron presentes en la inauguración las artistas valencianas Patricia Gómez y María Jesús González, quienes junto al artista valenciano Olivares han generado un políptico de cinco piezas de su estudio para que perdure siempre en la memoria. Para ello emplean la técnica del “arranque” sobre el suelo y las paredes del estudio del artista, generando así un “lienzo de la memoria” de cómo quedó tras el paso de la Dana. “Queda muchísimo por hacer aún y nosotros somos solo una pequeña representación de todos los artistas que se han podido ver afectados. Ahora nos queda dialogar con el espectador y renacer de este proceso que ha sido tan devastador”, explica Olivares sobre esta pieza que captura parte de lo que fuera su espacio, que ya ha podido reabrir tras meses de trabajo.

 

Atendiendo a las huellas que deja la Dana en sus vidas, su creación y sus piezas, Quesada explica también que la Dana supone una transformación que afrontan con la resiliencia de los artistas y con su sensibilidad propia. Lo hace mientras consiguen imprimar un relato que habla de cómo el colectivo artístico enfoca las nuevas miradas sobre lo vivido mientras deja una prueba física de una tragedia que, parafraseando a Torres, ahora supone un punto y aparte desde el que empezar de cero. 

 

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