Entrevista

Arte y fotografía

Blanca de la Torre: "Ya hemos tenido suficientes distopías, ahora toca construir alternativas"

La nueva directora del IVAM llega con la misión de relanzar el centro poniendo el foco en su colección

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VALÈNCIA. El Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) inicia una nueva etapa bajo el mandato de Blanca de la Torre. La gestora cultural, que ha desarrollado gran parte de su carrera en el ámbito internacional, aterriza en València con el objetivo de dar un nuevo impulso a una institución que lleva un año acumulando dolores de cabeza. El paracetamol, en este caso, llega en forma de una nueva mirada a la colección permanente, que sumará dos salas propias en 2026, y la renovación de la exposición en torno a Julio González; también pasa por la reactivación de espacios como las terrazas del museo y la promesa de la Conselleria de Cultura de que no habrá "ningún tipo de injerencia", en una semana en la que se ha desvelado su proyecto para cambiar el Consejo Rector y eliminar las referencias al Código de buenas prácticas de su ley.

 

De la Torre llega con un proyecto -que todavía no se ha hecho público- que se sustenta en la sostenibilidad, el territorio o la internacionalización del museo, conceptos que se irán materializando en un plan que va de exposiciones, sí, pero no solo. 

 

-¿Cómo se ve el IVAM desde fuera? 

- Tal vez en los últimos años no haya estado tan presente en esos foros internacionales, pero también es cierto que cuando pasas más tiempo fuera del Estado español que dentro, como en mi caso, al final lo que está sucediendo dentro lo entiendes como su propio ecosistema. Siempre se habla de esa falta de internacionalización de lo español en la escena global, no es algo solamente del IVAM, sería muy injusto decir que es que igual el IVAM no es muy conocido fuera. En general, seamos francos, lo que está sucediendo en el Estado español a nivel de arte es bastante minoritario, lamentablemente. Siempre hemos operado haciéndonos fuertes desde dentro, generando un ecosistema que nos ha hecho seguir funcionando de manera interna, por eso sí que es cierto que se han establecido alianzas y políticas de redes dentro del propio Estado que sí han funcionado muy bien.

-¿Quiénes pueden ser los nuevos aliados internacionales del museo? 

 

-Más que nombres, me interesa entender cuáles son las áreas y territorios donde puede funcionar lo que aquí está sucediendo y traer agentes relevantes que realmente conozcan el contexto. A menudo sucede que invitamos a una personalidad súper importante para dar una conferencia, pero esto no sirve de nada si lo único que hace es venir, estar en un hotel magnífico, ver el museo, dar una conferencia que sale en todos los medios y al día siguiente está cogiendo un avión y volviendo a su país de origen o a dar la siguiente conferencia. A mí lo que me interesa es desarrollar un plan para que cuando yo invite a este agente tan relevante pase un tiempo de calidad en la comunidad, conociendo lo que está sucediendo no solo en el IVAM sino en estudios de artistas u otras instituciones.

-¿Cuándo comenzaremos a ver su proyecto expositivo? 

-En estos días vamos a empezar a trabajar ya en la parte de colección y en torno a Julio González para que el año que viene ya se vean esas nuevas propuestas. Por supuesto, el año que viene la programación será completamente mía. Mientras tanto se irán introduciendo píldoras en la programación que ya tenemos y tal vez haya alguna sorpresa antes de terminar 2025. 

 

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-Confesó esta semana que en su proyecto se incluía una exposición de Soledad Sevilla. Conociendo el pasado y presente del centro, le pregunto por los caminos a explorar: ¿dónde tiene que incidir el IVAM?

-Hace falta sentido de pertenencia con ese acervo impresionante que tenemos. Creo que hace falta resituar en la historiografía el arte valenciano, el papel que tuvo y que tiene. En este sentido, hace falta explotar más esas interacciones de lo local con lo global. Ese plan de internacionalización del que hablo atraviesa todo, también la programación. Otra manera de potenciar el tejido local es ponerles en diálogo en proyectos y en exposiciones con agentes internacionales de primera línea. Esto tiene que permear en un discurso común, no puede ir por un lado la programación local y por otro las grandes figuras internacionales.

-También ha desvelado su intención de generar dos salas de colección permanente en las que poner en valor sus iconos, ¿qué piezas o artistas le vienen a la cabeza cuando piensa en los iconos de la colección?

-Inevitablemente pienso en las vanguardias, en Man Ray, Calder o Sophie Taeuber-Arp, y luego avanzamos a la figuración, con nombres como Oldenburg o Rauschenberg. Lo difícil es hacer una segunda selección, a partir de toda una lista de grandes iconos, para que quepan en las dos salas de arriba, que es donde me gustaría colocar la colección. 

-Hasta ahora el museo cuenta con las salas dedicadas a Julio González y a Pinazo y el resto eran para muestras temporales, que cada año suelen sumar una docena de nuevas propuestas, ¿cómo cambiará este planteamiento el ritmo expositivo? 

-Creo en una programación muchísimo más fluida y dinámica, no tanto pensando en clave de doce exposiciones temporales. En muchas ocasiones no hay por qué diferenciar entre si algo es permanente o temporal, creo en algo con muchísimo más ritmo, pensando otras cadencias, incluso en parasitaciones de algunas de las exposiciones, en activar otro tipo de espacios. Las categorías son muchísimo más fluidas.

- También hablaba en la presentación de su proyecto de la inclusión de “miradas experimentales” en convivencia con lo clásico, ¿por dónde pasan estos nuevos planteamientos? 

-Esto no debe verse como una bipolaridad. Lo clásico no está reñido con la innovación. De hecho, algunos grandes museos, pienso en el MET o en el Louvre, lo han demostrado. El Louvre de París está consiguiendo que no solamente esos visitantes más clásicos continúen admirando el museo, sino al mismo tiempo están consiguiendo unos índices de públicos más jóvenes asombrosos. O el MET, por ejemplo, con el programa de digitalización, que es una de mis apuestas en ese sentido. Se trata de hacer convivir lenguajes y generaciones. Se trata de encontrar esas claves [...] Creo, además, que los grandes discursos se tienen que poder contar de manera sencilla para que toda la sociedad los pueda entender. Esto es para mí es esencial. Posiblemente desde el arte contemporáneo hemos pecado mucho de abusar de esa retórica y autorreferencialidad que nos ha ido alejando de la sociedad. Lo que necesitamos es precisamente interpelar, que la gente no sienta que realmente ahí no pinta nada.

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-La 15ª bienal de Cuenca (Ecuador), de la que fue curadora, se presentó como la primera bienal sostenible del mundo, ¿qué prácticas se pueden trasladar al IVAM? 

-Tiene mucho que ver con trabajar a nivel sistémico y con el equipo. Vamos a desarrollar grupos de trabajo a nivel interno en tres ejes: sostenibilidad, digitalización y territorio. En el caso de la sostenibilidad, ahí es donde me gustaría trabajar en una línea similar a como hice en Ecuador. Primero plantearé algunas líneas básicas de cómo abordar la sostenibilidad tanto a nivel interno como a nivel de cómo lo contamos, de cómo cambiamos la manera en la que producimos, en la que se ofrece y se consume la cultura. Al final esto tiene que ver también con una mayor eficiencia y eficacia, por eso es lo primero con lo que hemos empezado. 


-Este asunto tiene que ver con el funcionamiento pero también tiene un reflejo en los discursos del arte. En estos tiempos en los que se habla de “dogmatismo climático”, ¿qué puede hacer el arte contra el negacionismo? 

 

-El arte, sobre todo, tiene que generar un relato positivo. Creo que ya hemos tenido suficientes distopías y escenarios apocalípticos y toca construir alternativas y posibilidades. Tenemos una responsabilidad ahí. Hablar de sostenibilidad va muchísimo más allá que hablar de todo ese ámbito climático, es muchísimo más amplio y hay que abordarlo de esa manera más sistémica. Al final, hablar en clave de sostenibilidad es hablar en clave de bienestar para toda la sociedad. No podemos perder ese eje.

 

-Durante la presentación de su proyecto descartó la idea de una nueva sede del museo en València, pero sí señaló su preferencia por un crecimiento “en este mismo perímetro”, ¿está sobre la mesa la ampliación del museo?

-Estoy estudiando y analizando todos los proyectos que en los últimos 20 años se han puesto sobre la mesa, pero creo que hay demasiada obsesión con esa idea de crecimiento y de pensar el museo como una arquitectura física. El museo, ante todo, es una arquitectura social y tenemos que trabajar desde ahí. A partir de ahí veremos qué espacios físicos y simbólicos hay que ampliar o reformular. También estoy interesada en reactivar y dinamizar espacios como las terrazas. Siempre soy más de rehabilitar espacios, desde lo físico y desde lo simbólico, que de construir ex novo. Pensamos más en clave restaurativa, independientemente de la parte que se amplíe o se reconstruya, que en esa esa idea expansionista como igual algunos de esos proyectos iniciales que se plantearon.

-En el ámbito de los espacios, uno de los deberes que se ha encontrado sobre la mesa es el Pati Obert, ¿qué plan tiene para el jardín?

-Esto entra dentro de esa fase de análisis en la que estoy. Estoy viendo todas las propuestas para ver cómo rehabilitar física y simbólicamente ese espacio.

-¿A qué se refiere?

-Tiene que ver con una tarea de devolver simbólicamente ese espacio a la comunidad, que pase a reconectar y a ser un proyecto de todas y de todos, a ser habitado. Es una restauración también simbólica que creo que es imprescindible.

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-La semana pasada conoció al Conseller de Educación y Cultura, José Antonio Rovira, ¿qué le trasladó?

-Me trasladó una confianza absoluta en mi proyecto de museo. Me aseguraron que no iba a haber ningún tipo de injerencia a ese respecto, me trasladó muchísima ilusión y ganas de comenzar con esta nueva etapa. 

-Evidentemente tengo que preguntarle por el cambio en el Consejo Rector desvelado hace unos días. Hablaba de "injerencia" y esta misma semana las asociaciones de artistas mostraban su preocupación por esta modificación. 

-L
o primero es que las leyes son competencia autonómica, no son competencia del museo ni competencia mía. A mí en todo momento se me ha asegurado un respeto a esas buenas prácticas y un respeto a mi proyecto de museo y entiendo que por eso se me ha seleccionado a partir de un concurso público completamente abierto y transparente. 

-Este cambio ha supuesto, además, la primera polémica con usted al mando. Desde la oposición, por ejemplo, se ha acusado al PP de “asalto” al museo, ¿le preocupan las tensiones entre la gestión cultural y la política? 

-Mi prioridad ahora mismo es este museo, tengo una hoja de ruta muy clara. Lo que sí tengo muy claro también es que en todo momento la comunidad artística y todas esas asociaciones van a tener mi apoyo.

-Tiene pendiente tomar una decisión sobre la dirección adjunta, la única plaza de libre designación y que ahora ostenta Sonia Martínez, ¿qué plazo se da para aclarar esta cuestión?

-Ahora mismo estoy en una fase de escucha, donde de hecho Sonia me está ayudando a comprender este mapa general. Cuando sea capaz de establecer un diagnóstico y de entender para mi proyecto de museo qué es lo que la institución necesita, ahí ya tomaré las decisiones que haya que tomar. 

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