VALÈNCIA. “Y si miro hacia la sombra donde la luz se deshace, temo también deshacerme y entre la sombra quedarme confundida para siempre en ese misterio grande”. Con estas palabras de la escritora Concha Méndez, publicadas en 1944 en Poemas. Sombras y sueños, se despide la nueva exposición del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), una frase que se ubica en la última de las salas del recorrido y que no se antoja tanto como conclusión sino como una pregunta. Como un punto y seguido. Continuará.
Es en esas preguntas donde nada Habitar las sombras, la muestra con la que el museo valenciano abre temporada e inicia una nueva etapa bajo el mandato de Blanca de la Torre, siendo este el primer proyecto para el museo del que es comisaria desde que accediera a la dirección en abril. Lo hace, además, con una declaración de intenciones, una muestra que “marca un momento de transición decisivo en el IVAM”, una “nueva etapa” en la que la colección será la gran protagonista.
Así lo relató la propia De la Torre durante la presentación a medios del proyecto, que se ha gestado de manera “orgánica” junto al MACA (Museo de Arte Contemporáneo de Alicante), siendo comisariado también por Rosa Castells, conservadora del centro alicantino, una exposición en la que se entrelazan un centenar de obras de ambas colecciones que tienen un eje cromático común, los blancos, negros y grises, y en la que, ante la ausencia de color, se ve obligada a bucear por los matices, entre unas sombras de las que se potencia su “poder metafórico”.

- Foto: MIGUEL LORENZO
El juego entre lo ausente y lo presente es constante, una idea que se refleja en las huellas proyectadas en el suelo, pieza de Eugenio Ampudia, que abren el recorrido, o la intervención de Douglas Gordon sobre fotografías de celebridades del cine, a las que privado de ojos y boca para sustituirlas por espejos. Las presencias “fantasmagóricas” de Carmen Calvo, la familia al carboncillo de John Davies o los torsos de uralita de Joan Cardells, que se mantienen en la sala tras haber formado parte de la muestra Escena II, son algunos de los ‘fantasmas’ que se van apareciendo en un recorrido que se va hilando con las voces de autoras como Virginia Woolf o Alejandra Pizarnik.
A lo largo de este camino las sombras se van concretado, casi a modo de embudo, hasta llegar al ámbito doméstico, unas sombras internas que se reflejan en obras como la de Cindy Sherman, interpretando a un ama de casa en una recreación de cine negro; en la estantería de plomo cargada de toallas blancas de Natividad Navalón o la cuna de alabastro de Alex Francés. Estos espacios habitados conviven con las arquitecturas ausentes, los paisajes urbanos de Miquel Navarro o los rascacielos de Jorge Ribalta. La realidad y la ficción, lo absurdo y lo tétrico, lo habitado y la ausencia, son algunos de los ingredientes de un proyecto en el que lo extraño se antoja normal y lo normal extraño.

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- Foto: MIGUEL LORENZO
Los recortables políticos de Kara Walker
La exposición es, en realidad, dos. Aunque Habitar las sombras tiene entidad propia, lo cierto es que su germen se encuentra en otra muestra que abre sus puertas el mismo tiempo: Kara Walker. Burning Village. El museo acoge en València la exposición, producida por el MACA, donde se ha podido ver hasta hace apenas unas semanas, un proyecto que indaga en la obra de la estadounidense, una de las artistas “más complejas” de su generación. “Su obra no es complaciente, es una bomba visual”, subrayó Castells, comisaria de la muestra.
No en vano, la obra de Walker se plantea como un resultado en el que la forma y el fondo parecen no tener mucho que ver, siendo precisamente en este choque donde radica su fuerza. La forma remite a elementos aparentemente naífs, figuras recortables y sombras que nos llevan a pensar en juegos infantiles; el fondo, una reflexión cruda sobre la opresión, el racismo, la violencia o la perpetuación de las narrativas de poder.
Muestra de ello es la pieza Burning African Village Play Set with Big House and Lynching (‘Aldea africana en llamas con casa grande y linchamiento’), un juego escultórico que abre la exposición en el que subvierte la función original de las siluetas de papel recortado, reuniendo imágenes estereotipadas de los estados del Sur en la época de la Guerra Civil en Estados Unidos, personajes que van desde soldados confederados y bellas sureñas a afroamericanos esclavizados.

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- Foto: MIGUEL LORENZO