VALÈNCIA (EP). El prestigioso curador de arte Vicente Todolí (Palmera, 1958) ha encontrado en el jardín de cítricos que ha creado en su localidad natal su lugar en el mundo y también un "museo", hecho "por y para él" y donde plantea un viaje con los cuatro sentidos por Asia, Europa, Oceanía, Europa y América a través de quinientas variedades de cítricos que cultiva y protege como legado personal. "Con la agricultura aprendes lo que es el tiempo; con el arte no, es muy acelerado", asevera el que fuera director de la Tate Modern.
Este 'paraíso personal' es la fundación de cítricos Todolí Citrus, un espacio de 40.000 metros cuadrados en los que la investigación, el cultivo y la protección de los cítricos se dan la mano. Un museo "vivo" donde representar "la historia, los cítricos de la costa valenciana, algunos conocidos pero la mayoría olvidados, y de los del mundo entero".
Todo este universo por descubrir de este apasionado por la citricultura forma parte del libro Quisiera crear un jardín (y verlo crecer) (Espasa), con el que Todolí abre las puertas de su impresionante jardín-museo formado por 500 variedades de cítricos y muestra muchos de los entresijos de su vida y de su larga trayectoria profesional en el mundo del arte.
Entre las variedades del verde, el amarillo, el naranja, el blanco del azahar y el púrpura de los brotes del limonero, Todolí encontró su lugar en el mundo, en un espacio que le hizo conectar con su tierra, Palmera, y con la historia familiar de cinco generaciones de agricultores expertos en citricultura.
"Esto me hace tomar distancia con el mundo del arte. Dar un paso atrás y verlo de otro modo porque con la agricultura es cuando aprendes lo que es el tiempo. Con el arte no, el arte es muy acelerado", ha asegurado el especialista en arte en una visita para medios de comunicación al espacio, al tiempo que ha indicado que en el arte las exposiciones se van sucendiendo las unas a las otras mientras que en la agricultura, si plantas dos árboles, "puede ser que uno crezca y que el otro no", por lo que es esencial "tener paciencia para esperar" y "disfrutar de cómo va cambiando día a día".
Aunque la vida de Vicente Todolí siempre haya estado atravesada por el campo, su aventura personal con los cítricos no se llevó a cabo hasta los inicios del 2000 cuando, en un mercado local de la isla de Isquia (Italia), quedó asombrado al descubrir una cidra y decidió comprar el plantón para años después sembrarlo en su propio jardín.
"Frenar un plan urbanístico"
De este modo, y por sugerencia de su padre, con la idea de "preservar la labor y la cultura de los cítricos de la que se disfruta en Valencia", compró un huerto de 3.000 metros cuadrados a los herederos del propietario vecino que, con el tiempo, fue ampliando a los cuarenta y cinco mil que ostenta tras hacerse con "más de veinte terrenos colindantes".
Según ha explicado, tomó la decisión de hacerse con estos terrenos para crear su jardín de cítricos con el objetivo de "frenar un plan urbanístico" y, por esta razón, la fundación que ampara este huerto está reconocida como defensa ambiental. "Tampoco puedes ser esclavo de los recuerdos, pero si hubiera desaparecido el paisaje de mi infancia habría sido un drama: una parte de mí se habría ido", ha sostenido.
Con esta vocación, el curador de arte apostó por la tierra para crear un museo de cítricos donde se siente como un "demiurgo". "Es un museo que he hecho para mí, los otros los hice para otros. Entonces, este es el museo donde tengo mi libertad porque tomo yo las decisiones absolutas", ha destacado Todolí, quien afirma que su jardín es como "un recorrido por la colección permanente de un museo, solo que no hace falta cambiar la colección cada año porque cambian ellos (los cultivos)".
Asimismo, este jardín-museo también cuenta con un centro de investigación -que antes era un cobertizo para herramientas agrícolas- que es objeto de deseo por parte de conocidos chefs y expertos en perfumería que han visto en él un lugar donde poder llevar al límite su imaginación y donde poder experimentar con los cítricos. Y también colabora con el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) en estudios de medicina.
En la actualidad, Todolí continua en paralelo con sus labores al corriente de la dirección artística en Milán del Museo Pirelli HangarBicocca, pero, según ha reconocido, su cabeza siempre está en su jardín de Palmera pues, para él, sus árboles son sus hijos.
"Cuando un árbol se enferma, lo paso mal", ha confesado el experto en arte quien asegura que si para dirigir el Museo Pirelli le hubieran pedido vivir en Milán hubiera dicho que no. "Ahora viajo más que nunca pero este es mi campamento base a partir del cual hago incursiones en el mundo", ha subrayado y ha añadido: "Cuando vivo aquí es una especie de limpieza de los sentidos. Realmente te pone en tu sitio".
En este sentido, ha señalado que lo que más le enorgullece de este proyecto ha sido haber podido salvar su tierra y señala que durante la Covid, el huerto fue como un refugio para él porque, mientras la gente estaba en casa, él podía estar allí paseando por sus caminos y que, en ese momento entendió que, "si salvas la tierra, la tierra te salva a ti".
València, Nueva York, Oporto o Milán
Asimismo, el grueso de la vida de Vicente Todolí ha estado dedicado al arte, un ámbito para el que ha trabajado como curador de prestigio en algunos de los museos más importantes del mundo.
A lo largo de su carrera profesional centrada en el arte contemporáneo, ha sido jefe del área artística del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM)(1985-1995), director fundador del Museu Serralves de Oporto (1996-2002), director de la Tate Modern de Londres (2003-2010) y desde 2013 director artístico en Milán del museo Pirelli HangarBicocca. Además, asesora a diversas entidades sin ánimo de lucro, como la colección Inelcom en Madrid, y fue el primer responsable de la colección y programación del centro Bombas Gens de Valencia.
En su libro, desgrana muchas de las experiencias vividas durante todos los años dedicados a la dirección artística de centros museísticos. Entre las experiencias destaca la vivida en el IVAM, el centro valenciano donde Todolí, según relata, participó en su nacimiento y sufrió las consecuencias de la intromisión de la política en la cultura.
Preguntado por el actual rumbo del centro que, tras la salida de la que fuera su directora, Nuria Enguita, en febrero de 2024 ha estado sin dirección hasta el reciente nombramiento de la historiadora del arte Blanca de la Torre, Todolí ha señalado que es "evidente" que el centro ha vivido un "impasse" con "menos programación" desde que se fue Enguita y que espera que la nueva directora haga un plan tras este "bajón".
Sobre su perfil, ha señalado que, a pesar de no conocerla porque pertencen a generaciones diferentes, considera que su currículum es "fantástico". "La falta de experiencia se suple con la ilusión y con las ganas si no yo cuando dirigí el IVAM tampoco tenía experiencia, tenía en Nueva York en el Museo Whytney pero nada", ha apuntado.
Igualmente, ha indicado que le parece "fantástico" que vaya a estar al frente del museo valenciano pero "siempre y cuando tenga medios, porque si luego no hay un buen presupuesto... Pero presupuesto no solo para promoción, sino para la colección porque si la colección va bajando es irrecuperable", ha precisado.
En esta línea, ha pedido que, sobre todo, "no haya ninguna interferencia política" porque considera que en el sur de Europa "muchas veces está la tentación esa de gestionar el patrimonio público como si fueran las fincas privadas de los políticos".